Política

Morena se institucionaliza para mantener el control de sus candidatos y retener el poder

Ciudad de México, 11 de julio de 2025.- El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que ha ganado dos enormes mayorías gobernantes en México, está mudando la piel para convertirse en un partido al uso, institucionalizado. La formación guinda deja atrás la adolescencia. El partido que fundó en 2011 el anterior presidente, Andrés Manuel López Obrador, líder moral todavía, ha anunciado la creación de un órgano evaluador, que decidirá con criterios aún no definidos las afiliaciones pertinentes y será la vía para decidir qué candidatos deben representarle, desde los pequeños Ayuntamientos hasta las altas gubernaturas.

Cierto estancamiento detectado en las últimas convocatorias electorales en Veracruz y Durango evidencia la imperiosa necesidad de cambios, máxime con el horizonte de los comicios intermedios de 2027. El orden necesario implica también control y ahí se medirá la influencia que la actual presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, puede alcanzar en un partido pendiente de liderazgos que todavía rinden obediencia al líder, o a sí mismos. A falta de un carisma político como el que desplegó López Obrador, estos nuevos controles permitirán heredar el poder partidario sin que se abran grietas fatales.

Morena se conformó como un movimiento que buscó casa por casa a una población hastiada del PRI y del PAN, de la corrupción y la falta de resultados, de la pobreza endémica y la opulencia clasista de las élites políticas. Y creció como la espuma hasta dejar a los adversarios jibarizados, por lo que buena parte de los cuadros políticos se pasaron a las filas morenistas. Tanta heterogeneidad a veces choca con el propio ideario político del gobierno y se asemeja más al antiguo PRI, que nunca acaba de desaparecer. Había que poner orden. “Eso que se decía en los años setenta y ochenta, que todos eran priistas hasta que se demostrara lo contrario, se ha pasado a Morena”, dice Fernando Dworak, consultor político. “Morena necesita institucionalizarse lo más pronto posible, generar reglas de juego claras, que no dependa de grupos de poder. Si estos cambios que se anuncian ahora llegan a instrumentarse correctamente, será una forma de que la obediencia recaiga en el partido y no en grupos concretos. De ser así, irán en la dirección correcta”, afirma Dworak.

Lo mismo opina la analista política Aritmética Jaime, consciente de que el proceso que está iniciando Morena implica orden, pero también control político, dos caras inseparables de la moneda. “El partido necesita más reglas y menos personalismos, saber quiénes entran y salen, quiénes tienen la trayectoria adecuada para aspirar a cargos. El hecho de que lo decida una comisión y no el dedo del presidente de turno o las élites del partido legitimará esos nombramientos, al menos no sabremos a quién echarle la culpa de ellos”, se ríe por teléfono. De lo que se trata es de conocer los criterios que se usarán para las afiliaciones, “porque pueden ser varios, incluso fabricados, pero habrán quedado legitimados por haber salvado los filtros del partido”. Pero todo ello entrañará control político, dice la analista, “porque así podrán limitar a las élites y grupos de poder, pero también a los cuadros a nivel estatal y municipal”, afirma.

En los niveles locales y de barrio, México está todavía lleno de pequeños caciques que son útiles porque mueven el voto de forma notable, pero no siempre responden al ideario del partido. Muchos de ellos saltaron a Morena desde el viejo PRI. Jaime opina que hay que limpiar todo eso si se quiere institucionalizar el partido. “Este proceso generará controles para que desde abajo a arriba negocien con los líderes de Morena”. Y en esa lógica se enmarca la oportunidad de la presidenta, de quien se suele decir que no tiene las riendas del partido en absoluto. Sirva como ejemplo que el secretario de Organización es el hijo del expresidente López Obrador, de su mismo nombre, y la presidenta, María Luisa Alcalde, de familia afín al gran líder. La comisión evaluadora de las afiliaciones de futuros candidatos electorales estará formada por cinco miembros, tres de ellos ya prácticamente conocidos. “Pero faltan dos y yo creo que deberían ser cercanos a la presidenta, de no ser así, sería una prueba importante de su falta de influencia en el partido”, dice Jaime. “Para Sheinbaum sería menor el costo político de decidir sus candidatos mediante la comisión que de hacerlo a dedo”, sostiene la analista.

La legitimación de esos futuros candidatos electorales aplacará a los militantes que observen la intrusión de advenedizos para quitarles su puesto, ganado tras años de afiliación y compromiso, explica Dworak, algo que viene ocurriendo con políticos relevantes del PRI. Y eso es fundamental en los cargos a pie de calle, las municipalidades: se ha creado en Morena un Plan Municipalista mediante el cual se tratará de capacitar a los alcaldes en diversos asuntos, desde presupuestarios hasta el diseño de programas sociales. “Siempre ha habido eso, no se puede descubrir el hilo negro”, critica Dworak, pero considera que ahora cobra importancia, toda vez que la presidenta ha limitado el mandado en estos niveles de gobierno a tres años, “por tanto, será necesaria la capacitación constante, puesto que se prescinde pronto de la experiencia ganada en el cargo”, afirma.

“Es una estrategia interesante, interesante… esta que está tomando Morena”, dice, pensativa, Jaime, analizando el nuevo panorama que se abre para el movimiento gobernante. “Para ser partido hegemónico hay que institucionalizarse y dejar atrás el movimiento social”. Y añade Dworak: “Cada vez habrá más líderes y menos soldados y el número de cargos a repartir, no creo que vaya a crecer mucho. Solo se pueden liberar tensiones con esta comisión”.

Lo curioso de todo esto, apunta María Eugenia Valdés Vega, experta en procesos políticos, “es que movimientos como Morena nacen de la sociedad, con toda su heterogeneidad, algo que se pierde al llegar al poder, pero son precisamente esos partidarios de que las esencias del movimiento no se pierdan quienes están reclamando que se pongan filtros y controles para que no se cuelen afiliaciones indeseables. Nunca es tarde para mejorar la calidad política de las afiliaciones y poner mayor firmeza en el ideario, sobre todo con la reforma electoral que se avecina”, apunta.

Morena se hace mayor y tiene asignaturas pendientes para que los diversos liderazgos se peleen con reglas limpias sin que el partido se resienta con ello y pueda consolidarse como una formación de poder, de alternancia, llegado el caso. Morena ha ocupado el espacio de la izquierda en México y deberá limpiar sus cuadros políticos. La otra parte le toca a la oposición, que no acaba de encontrar un rumbo que la saque de la insignificancia.

Con información de: El País

Botón volver arriba