La caída del Muro de Berlín. 9 noviembre 1989.
El 9 de noviembre de 1989 marcó uno de los momentos más simbólicos del fin de la Guerra Fría: la caída del Muro de Berlín. Este muro, construido en 1961 por la República Democrática Alemana (RDA), dividía físicamente a Berlín en dos: el sector oriental, comunista, bajo influencia soviética, y el occidental, capitalista, bajo control de las potencias aliadas. Durante casi tres décadas, el muro se convirtió en el mayor símbolo de la represión y de la división del mundo en dos bloques ideológicos.
La presión popular, el descontento social y las reformas políticas impulsadas por Mijaíl Gorbachov en la Unión Soviética (como la perestroika y la glasnost) debilitaron al régimen comunista de Alemania del Este.
El 9 de noviembre, el anuncio de un alto funcionario de Alemania Oriental precipitó la caída del Muro.
Guenter Schabowski, portavoz del gobierno de la RDA, anunció en una conferencia de prensa que las restricciones de viaje para los ciudadanos del este se levantarían de inmediato.
Los funcionarios tenían la intención de introducir los cambios al día siguiente, pero cuando se le preguntó en la conferencia, Schabowski dijo: «Esto ocurre, que yo sepa… inmediatamente… sin demora».
Dichas palabras provocaron que miles de personas se fueran hacia el Muro, exigiendo a los guardias que abrieran las puertas.
Los guardias del paso fronterizo de Bornholmer dejaron pasar a los primeros ciudadanos de la RDA hacia Berlín Occidental a partir de las 21:20.
Miles de personas cruzaron en las siguientes horas a Alemania Occidental, algunas por primera vez en sus vidas, provocando la rápida caída del muro.
«La caída del Muro es la culminación de todo ese proceso (de reformas de Gorbachov)», explica Claudín. «Se consigue llegar al muro porque la policía, la maquinaría de la RDA está en descomposición, y ya no reacciona como lo hacía antes. La gente sabe que no les van a disparar y se tira contra el Muro».
Y mientras una multitud eufórica de alemanes del este cruzaba la frontera abierta, cientos de personas de Alemania Occidental los esperaban y celebraban el momento histórico.
«La gente sintió alegría y una feliz sensación de conmoción, de que algo que pensaban que nunca sucedería o que al menos nunca sucedería en su vida, repentinamente pasó de la noche a la mañana pacíficamente. Y eso hizo que la gente pensara que todo es posible.
Pero no para todos fue una noche de celebración. Krenz, el que sería el último líder comunista de la RDA, dijo en una entrevista con la BBC que esa fue «la peor noche de mi vida».
Esa noche, miles de berlineses del Este y del Oeste celebraron juntos sobre el muro, derribándolo con martillos y picos. La caída del muro no solo simbolizó el fin de la división alemana, sino también el derrumbe de los regímenes comunistas en Europa del Este y el inicio de una nueva era de libertad y unidad en el continente.
