Brecha salarial en México: la mitad de las mujeres nunca alcanzará la independencia económica
Ciudad de México, 30 de abril de 2025.- En México, las mujeres enfrentan una desigualdad económica que va más allá de los ingresos, reflejando una estructura social y laboral que las penaliza por su género, edad y roles familiares.
La Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo 2019 revela que las mujeres dedican en promedio 42.8 horas semanales a labores no remuneradas, como el cuidado de personas, la limpieza y la cocina, mientras que los hombres solo destinan 16.9 horas a estas actividades.
Este trabajo invisible equivale al 26.3 por ciento del producto interno bruto (PIB) nacional, lo que representa 8.4 billones de pesos, según datos del INEGI de 2023.
Además, el 71.5 por ciento de esta carga recae sobre las mujeres, lo que limita su participación en el mercado laboral formal y perpetúa la desigualdad económica.
La brecha salarial de género no sólo persiste, sino que se agrava debido a factores estructurales como la carga desproporcionada de trabajo no remunerado y la discriminación en el mercado laboral, según la revista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), UNAM Global.
Esta disparidad no es un problema individual, sino un síntoma de un sistema económico que invisibiliza el aporte de las mujeres al desarrollo del país.
De acuerdo con ONU Mujeres, las trabajadoras mexicanas ganan en promedio un 15 por ciento menos que los hombres por realizar el mismo trabajo, incluso cuando poseen niveles educativos iguales o superiores.
Esta diferencia salarial es sólo la punta del iceberg de un problema más profundo, según explicó Virginia García, académica de la Facultad de Economía de la UNAM.
“La brecha salarial no es una cuestión individual, sino reflejo de cómo se organiza el mercado y el hogar”, señaló la especialista.
Las mujeres enfrentan múltiples barreras para alcanzar la autonomía económica, entre ellas la necesidad de aceptar empleos mal pagados, informales o de tiempo parcial para poder conciliar sus responsabilidades laborales y domésticas.
Según la académica, la economía tradicional sólo visibiliza el trabajo monetizado, mientras que la economía feminista pone en evidencia el trabajo de cuidados y doméstico que sostiene al sistema económico.
En este contexto, la brecha salarial debe entenderse como un síntoma de una crisis de reproducción social. La brecha salarial de género es una vía para comprender y combatir otras formas de desigualdad estructural que afectan a las mujeres, de acuerdo con Violeta Rodríguez del Villar, investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.
En su estudio titulado Brechas de género en ingresos laborales y flexibilidad de la jornada en México, Rodríguez del Villar analizó cómo las jornadas laborales flexibles, lejos de cerrar la brecha, la amplían.
Las mujeres están sobrerrepresentadas en empleos con horarios reducidos, irregulares o informales, lo que impacta negativamente en sus ingresos.
Trabajar menos de 15 horas semanales reduce los ingresos en un 26.2 por ciento, mientras que los horarios irregulares pueden disminuirlos hasta en un 45.7 por ciento. Además, las mujeres ganan en promedio un 11.9 por ciento menos por hora trabajada.
El estudio, que se basa en 127 mil casos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2024, utiliza el modelo Blinder-Oaxaca corregido por sesgo de selección para determinar qué parte de la brecha salarial se debe a factores objetivos, como la educación o las horas trabajadas, y cuál responde a la discriminación de género.
Los hallazgos muestran que alrededor del 50 por ciento de las mujeres en México nunca alcanzará la independencia económica.
“Mientras que los hombres tienen una probabilidad del 99 por ciento de estar empleados, tal porcentaje en las mujeres es del 70 por ciento, y esa es la brecha más grande”, declaró Rodríguez del Villar.
La edad también juega un papel crucial en la desigualdad laboral. Según Rodríguez del Villar, las mujeres tienen mayores probabilidades de ser contratadas a los 39 años, pero su empleabilidad disminuye drásticamente después de esa edad.
En contraste, los hombres mantienen altas tasas de ocupación hasta su retiro. Este fenómeno refleja una penalización por edad y estado civil, ya que las mujeres casadas o con hijos enfrentan menos oportunidades laborales.
Además, las decisiones de contratación suelen basarse en estereotipos no comprobados, como la percepción de que las mujeres mayores son menos capaces o están desactualizadas, lo que perpetúa la discriminación sistemática.
La legislación mexicana establece en el artículo 86 de la Ley Federal del Trabajo que a trabajo igual debe corresponder salario igual.
Sin embargo, en la práctica, esta disposición no se cumple plenamente. Según el Instituto Mexicano para la Competitividad, los hombres ganan en promedio 11 mil 490 pesos al mes, mientras que las mujeres perciben 9 mil 825 pesos. Para igualar este ingreso, las mujeres tendrían que trabajar 61 días adicionales al año.
Ambas economistas coinciden en que cerrar la brecha salarial requiere un enfoque integral que aborde las raíces estructurales de la desigualdad.
Virginia García destacó la importancia de reconocer y redistribuir el trabajo no remunerado, así como de implementar políticas públicas que atiendan las necesidades específicas de las mujeres más vulnerables, como aquellas casadas, con hijos, de bajos ingresos o sin acceso a empleo formal.
Por su parte, Violeta Rodríguez propuso medidas como mejorar el acceso de las mujeres a la educación técnica y media, otorgar becas y apoyos económicos, y fortalecer los servicios públicos de cuidado, incluyendo guarderías y atención para personas mayores o enfermas.
Ambas especialistas concluyen que la brecha salarial no es sólo un problema de ingresos, sino una expresión de un sistema que niega a las mujeres el derecho pleno a su autonomía económica.
Sin cambios profundos en las reglas del mercado laboral y en la distribución de las responsabilidades domésticas, la igualdad de género seguirá siendo un objetivo inalcanzable.
Con información de: Infobae