Paso a desnivel | Por: David Cárdenas Rosas | Rosa Bobadilla Albarrán, la coronela zapatista
Rosa Bobadilla, nació el 4 de septiembre de 1875. El único registro que se conoce es su acta de nacimiento que señala que nació en Capulhuac de Mirafuentes, Estado de México, fue hija de Jesús Bobadilla Pacheco y Juana Albarrán Gutiérrez.
Sus ojos de niña conocieron desde la puerta de su casa y la plaza, los abusos y las arbitrariedades de los que eran víctimas sus familiares, vecinos, campesinos y obreros, que eran obligados -por un raquítico salario a laborar dieciséis horas diarias- sin prestaciones, y sufriendo los agravios de los caballerangos, de hacendados, caciques y terratenientes que vivían beneficiados por el Porfiriato.
Rosa Bobadilla en la adolescencia contrajo matrimonio con Severiano Casas, con quién procreo dos hijos; José María y Alfonso. Pero Severiano pronto se alistó en las tropas de Emiliano Zapata, incluso el propio Caudillo del Sur lo ascendió al grado de coronel.
Lamentablemente en una batalla en 1914 Severiano cayó abatido por la metralla, Zapata mostrando preocupación por Rosa y sus hijos le preguntó sobre su futuro. La respuesta fue contundente; “Quiero ser incorporada a las tropas revolucionarias ¡Mi vida está para servirle a la patria mi general!”
La -entonces coronela- recibió el encargo de mantenerse al mando de una tropa de 200 hombres y demostró tal liderazgo y valentía muy pronto fue elevada al más alto rango concedido a la mujer: coronela del ejército zapatista.
Rosa Bobadilla participó en más de 168 combates, certificación suscrita por el general Genovevo de la O, hecho que convertía Rosa Bobadilla en una leyenda, la misma que se vería multiplicada al correrse la voz del suceso en el que, según varios testimonios, dio muerte a Agapito Alonso, un hacendado que la había ultrajado. “lo mató con un revólver tipo S&W 44 de fabricación española”, decían sus cercanos.
Sus dos hijos -como su esposo- perdieron la vida combatiendo también en la revolución.
El asesinato de Zapata no implicó para muchos combatientes la claudicación. Rosa Bobadilla se mantuvo vertical en la lucha y participó en la Liga de Comunidades Agrarias y nunca soltó su carabina 30-30. Y así desfiló, en su larga vida, en los actos conmemorativos del 20 de noviembre vestida de percal o huipil, látigo, sombrero sujeto al cuello, máuser al hombro y sus cananas cruzadas al pecho.
Su casa de Cuernavaca, se convirtió en albergue para viudas y veteranos de guerra.
Rosa Bobadilla descansa en el panteón de Acapantzingo, en Cuernavaca.
Una vida de audacia valor y entrega en favor de la patria.