El Libro Semanal

galas de mexico cantaro

 “La leyenda de los Cromos”

 

Los miramos siempre pegados a la pared

Marcaban los días

Eran “el tiempo”

Cada cuadrito… un día

Cada cuadro, un mes…

Y sobre sus hojas. Los recados, los nombres… y si se podía, los teléfonos y direcciones. ¿Por qué no? El día de pago al abonero…

Los “marchantes” los obsequiaban. Lo mismo el de la tienda, el de la carnicería, de la tortillería, ¡por supuesto! el de la petrolería o la pulquería. Todos los giros obsequiaban uno de ellos. O si se podía “hasta dos”

Eran su publicidad…

Gracias a esos Calendarios muchos vimos por vez primera paisajes que en algún lugar nos esperaban.

Y conocimos los rostros de las heroínas y los héroes de aquí y de allá

Conocimos también, o fueron nuestros primeros mapas geográficos

Vimos corceles veloces… infatigables

Águilas surcando el amplio cielo

Admiramos a las nubes agachadas, otras dormilonas, unas enojadas, otras elocuentes, unas mustias, algunas sospechosas y otras de plano; orgullosas…

El trazo de los pintores de éstos cromos nos hizo soñar… volar, correr, navegar, cantar, recitar  y se suman millares de pintores –de los buenos- que iniciaron su trayectoria teniendo de modelo las pinturas de  nuestros Calendarios.

Es menester recordar a algunos de los pintores que firmaron esos cuadros tan significativos.

Muchas de esas pinturas son un símbolo  en nuestra historia y por ende en nuestra cultura.

Jorge González Camarena del cual uno de sus trabajos estuvo plasmado por décadas en los libros de texto gratuitos. El cuadro lo compone una mujer de tez morena sosteniendo a la bandera mexicana en la mano izquierda, en la derecha hace lo propio con un libro abierto. Detrás de la mujer; el águila devorando a la serpiente.  Están también los lienzos de la bandera, verde blanco y rojo, ondeado. Debajo de la mano que sostiene el libro están magistralmente colocados frutos de nuestra tierra.  Maíz, calabaza, plátano, naranja y una espiga de trigo… Y casi sobre el ala del águila; la ciencia;  el uso y la transformación de la energía.

En suma.  Este cuadro es la representación de la patria, nuestra bandera, la  educación y el desarrollo humano.

Pero también recordamos a Eduardo Cataño con su cuadro. Ataque a la Gran Tenochtitlán.

O a Jesús de la Helguera con su magistral cuadro;  Oh! Patria mía. Con una mujer vestida de blanco, pelo trenzado, mirada en actitud de ensueño, la mujer camina con pies descalzos, en la mano derecha sostiene a la bandera de México… amplio, grandioso el estandarte, y con la  izquierda  lleva tomada la mano de un niño que camina mirando hacia el frente, hacia el futuro con afán de conocimiento… camina aprisa el niño. Detrás de ambos los majestuosos volcanes y un cielo, así de hermoso y puro…

Y desde luego recordamos a Demetrio, así a secas. Demetrio que con su pincel no dejó retazos de Janitzio , me Michoacán y de todo el pueblo Tarasco.

Gracias a esos grandes pintores nuestras casas se veían mucho más alegres…

Gracias a ellos supimos quién era; Garrincha, Pelé, Manolete, y otros grandes deportistas.

En los calendarios vimos a las mujeres más bellas de México, Tehuanas, Mixtecas, Jarochas,  las ligeras chalupas de Xochimilco, y a los más combativos guerreros aztecas.

Desde luego no faltaban en los calendarios, -verdaderas obras de arte- los motivos religiosos. La última cena, la crucifixión del Mártir del Calvario o el Ángel de la Guarda cuidando a una niña y a un niño cruzando el puente de madera roto y el infaltable Sagrado Corazón.

Es importante mencionar que mujeres como Aurora Gil también plasmaron con magistral técnica y sentimiento,  un acervo  imprescindible en la pintura mexicana con sus retratos que iluminaron los hogares mexicanos.

Asimismo en esos lienzos impresos luego en papel, conocimos como eran los piratas, los emperadores romanos, los papagayos,  y fragmentos de Épicas Batallas.

La edición es de colección. Es un reconocimiento también a la etapa incansable del Maestro José Vasconcelos que promovió la  actividad cultural llena de mexicanidad. Y de pluralidad.

Fueron los calendarios y luego el muralismo, que encontró en Siqueiros, en Jorge González Camarena, en Diego Rivera, en Clemente Orozco, Tamayo,  Roberto Montenegro y Jorge Cantú entre otros a sus más celebres exponentes.

Del calendario en la pared… hasta las paredes de los edificios públicos en la década de los años treinta.

Por ello cuando leímos, y absortos contemplamos  el libro “La leyenda de los Cromo”  El arte de los calendarios mexicanos del siglo XX en Galas de México, quisimos compartir esta maravillosa experiencia.

La presentación del libro la realiza en sus páginas Soumaya Slim Domit. Le hace honor a las `pintoras y pintores, y al cuidado y memoria de Don Santiago Galas, quién es el recopilar de ésta gran enciclopedia que nació en sus talleres. Galas de México.

Así que no perdamos tiempo…

Disfrutemos este magistral libro y tal vez recordemos la cocina aquella en donde estaba colgado nuestro calendario. Recordaremos el aroma que despedía la estufa “de petróleo” o quizá evocaremos a nuestra pequeña recámara en donde estaba todos los días esperándonos el cuadro del Santo o Santa de la devoción familiar,  y  los cuadros con los aviones del Escuadrón 201.

Este libro es un peregrinar de imágenes. Es  vitamina para nuestros ojos el ver los majestuosos volcanes, los adelantos –en ese tiempo de la ciencia y la tecnología- como el de la televisión…

Son pinturas majestuosas que formaron parte del tiempo.

De nuestro tiempo.

Del tiempo de México.

Garnica –

“La leyenda de los Cromos”                                                                                                                              

El arte de los calendarios mexicanos del siglo XX en Galas de México

*Museo Soumaya y Telmex

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