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Celebran con Son pa’ los Muertos, la Noche de Museos

Ciudad de México, 01 de noviembre de 2025.- Las almas deambulan por las calles de la ciudad en la víspera del Día de Muertos, pero en la Casa del Tiempo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) encontraron un hogar sonoro. Ahí, entre los pasillos repletos de arte y música la noche se convirtió en un puente para el recuerdo y el festejo de la vida, en el marco de la Noche de Museos.

Como un incienso sonoro, el concierto de Joe Drattana y las Iguanas envolvió el aire. La fusión de son y folk, con sus raíces mexicanas, creó una ofrenda musical que flotaba entre el público. Cada cuerda, cada voz, era una flor de cempasúchil que guiaba la memoria.

En un ambiente donde las calaveras de azúcar y el cempasúchil adornaban los espacios, la maestra Cynthia Martínez Benavides, jefa del Centro Cultural y Académico (CCA) de esta casa de estudios, brindó una emotiva reflexión sobre el significado profundo de la tradición, donde destacó la importancia de la empatía como un pilar fundamental de esta festividad.

El aire de la Ciudad de México se impregna de un dulce aroma a cempasúchil y copal, señaló. Es el olor de la memoria, de una tradición que abre un puente de vuelta a casa para los que ya no están.

En cada rincón, las ofrendas florecen como jardines para los difuntos, con manjares que un día fueron los favoritos; mole, pan de muerto y tamales. Las velas parpadean como pequeñas estrellas, guiando el camino a las almas cansadas.

El contraste es asombroso; una ciudad bulliciosa se detiene para honrar a la muerte con una alegría desbordante, recordándonos que el amor nunca muere, concluyó.

El CCA celebra el Día de Muertos con una ofrenda que se erige como un eje simbólico de la memoria. Más allá de ser un simple adorno, este altar se convierte en el corazón de la conmemoración. Aquí, cada elemento, desde el pan de muerto y las veladoras hasta las fotos y las flores de cempasúchi, converge para crear un espacio de reencuentro.

El escenario no era solo un sitio, era un portal. Con sus guitarras y percusiones, Joe Drattana y Las Iguanas transportaron al público a una travesía entre el más acá y el más allá. La voz de Drattana, a ratos solemne y a ratos festiva, guiaba el viaje, mientras la banda tejía un manto de ritmos que combinaba lo tradicional mexicano con toques modernos. No era un concierto sobre la muerte, sino sobre la vida y el legado.

La sala vibró con una energía especial, entre nostalgia y alegría, para demostrar que la música es el puente más sólido entre los vivos y aquellos que han partido.

Con su singular mezcla de son jarocho, folk estadounidense y tradiciones mexicanas, la agrupación consiguió un sonido único que trasciende fronteras. Son pa´ los Muertos es el punto culminante de esta fusión, un crisol musical que demuestra que, a través del arte, las culturas pueden unirse para contar una historia universal; la de la memoria y el homenaje a los que ya no están, pero que nunca se irán del todo.

Los asistentes se marcharon con una sonrisa, convencidos de que fue la mejor forma de celebrar la vida.

Al concluir, Martínez Benavides señaló que más allá de sus aulas, la UAM se consolida como un centro de cultura viva durante el Día de Muertos. Cada unidad y centro cultural se suma a la fiesta, ahí alumnado, docentes y personal rinden homenaje a sus muertos con altares que son verdaderas obras colectivas.

Es una muestra de cómo la identidad y el recuerdo se fortalecen con la participación de toda la comunidad, lo que hace de la festividad una experiencia integral y conmovedora.

Así la Casa abierta al tiempo con sus múltiples ofrendas y actividades culturales a lo largo de sus unidades son un recordatorio de que, incluso en los recintos del conocimiento, la memoria y el espíritu de los antepasados tienen un espacio privilegiado para florecer cada año.

Con información de: UAM

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