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Un canto nuevo en el océano; el sistema que puede escuchar ballenas y buscar submarinos

Ciudad de México, 28 de octubre de 2025.- “Sí, fue increíble”, recuerda con entusiasmo el Dr. Robert Floyd, secretario ejecutivo de la OTPCE. “Había expertos, biólogos de ballenas, estudiando ballenas en el Océano Índico. Y decidieron que escucharían nuestros datos hidroacústicos. Y a partir de eso pudieron oír los cantos de las ballenas, y pudieron identificar exactamente de qué especie se trataba. Un día, oyeron una canción nueva, una canción que no conocían antes. Y se descubrió una subespecie completamente nueva de ballena, justo en el noroeste del Océano Índico. Es algo nuevo para la ciencia, cortesía de la recopilación de datos del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE)”.

La emoción de Floyd no es gratuita. Esa subespecie recientemente identificada es una variante de la ballena azul pigmea. Y su hallazgo no ocurrió gracias a barcos de investigación ni a sofisticados drones oceánicos, sino mediante una red global diseñada originalmente para algo completamente distinto: detectar explosiones nucleares.

Ese sistema se llama SIV (Sistema Internacional de Vigilancia) y forma parte del entramado de monitoreo de la OTPCE, una red de 337 instalaciones distribuidas por 89 países, cuyo objetivo principal es vigilar el cumplimiento del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE). Pero su versatilidad ha traspasado ese propósito. Hoy, esa red puede ayudar a localizar submarinos perdidos, rastrear contaminantes, capturar ADN ambiental, y generar datos cruciales para comprender mejor nuestro planeta.

Los sentidos del planeta: una red de vigilancia global
“El Sistema Internacional de Vigilancia del tratado está integrado por instalaciones: estaciones y laboratorios”, explica la científica mexicana Xiolly Pérez, directora del IMS. “Son 120 estaciones sísmicas auxiliares, 50 estaciones sísmicas primarias, 60 estaciones de infrasonido, estaciones hidroacústicas y estaciones de radionúcleidos. De estas últimas, 40 tienen capacidad para analizar no solo partículas, sino también gases nobles. Además, contamos con laboratorios de análisis especializados”.

Esas instalaciones distribuidas globalmente permiten una vigilancia constante del planeta. En el caso de México, la presencia también es clave. “Además de las estaciones sísmicas y de la estación hidroacústica, también existe una estación de radionúcleidos que se encuentra ubicada en Guerrero Negro”, detalla Pérez.

La precisión del sistema es respaldada por la transparencia. “Todas y cada una de las estaciones de la red marcan los datos de tal manera que se tiene la garantía de que no hay ninguna manipulación”, afirma. “Lo mismo que estamos viendo en Viena en el Centro Internacional de Datos lo pueden estar viendo todos los países en sus centros nacionales. Todos pueden hacer el análisis respectivo para determinar si se trata o no de un ensayo nuclear”.

Floyd coincide: “Hemos construido un régimen de verificación de última generación, que ha demostrado ser eficaz en la detección de explosiones nucleares. Gracias a esto, desde 1996 solo ha habido diez pruebas nucleares, en comparación con más de 2,000 en las cinco décadas anteriores”.

Con información de: El Universal

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