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Mérida enfrenta acelerada expansión

Ciudad de México 21 de diciembre de 2025.- En Mérida, Yucatán, se registra un fenómeno de metropolización, es decir, expansión hacia las periferias donde se incorporan cada vez nuevos territorios, incluyendo otros municipios y, al mismo tiempo, de fragmentación, crecimiento disperso, con presencia discontinua de desarrollos residenciales, parques industriales o plazas comerciales.

El investigador emérito de la UNAM y coordinador de la Unidad Académica de Estudios Territoriales Yucatán, del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM, Adrián Guillermo Aguilar Martínez, explicó lo anterior y abundó:

Del año 2000 al 2020 prácticamente se duplicó la zona construida en la zona metropolitana (de 21 mil 103 hectáreas a 42 mil 186); aunado a ello se ubicaron más de 300 desarrollos inmobiliarios, sobre todo en el norte de la urbe.

El especialista y su equipo de personas expertas de la Universidad Nacional han comprobado que dicha expansión es dispersa y discontinua: en las últimas dos décadas la llamada “ciudad blanca” ha crecido a una tasa de aproximadamente 2.3 por ciento y la población a dos por ciento. Es decir, se agranda más rápido de lo que se incrementa su población; en el 2000 había en la zona metropolitana 800 mil habitantes, y para 2020 1.3 millones.

Encontraron que el patrón de ocupación del suelo es disperso, con “manchones por aquí y por allá”, lo cual significa que no hay un aprovechamiento racional del territorio y ello representa una preocupación para la planeación urbana.

A detalle

Mérida es atractiva principalmente por ser una de las urbes más seguras del país; ello ha influido para que llegue gente de otras entidades donde la violencia y la criminalidad son altas.

Además, por décadas ha sido el centro regional de mayor importancia de la península de Yucatán, con más infraestructura y servicios especializados (título que ahora disputa con Cancún, Quintana Roo), lo cual ha aumentado su interés turístico. Se ubica cerca de la playa, zonas arqueológicas y cenotes, y también se ha sumado a circuitos de la Riviera Maya. Incluso tiene una estación del Tren Maya, entre otros atractivos.

Aunque no forma parte de las urbes de mayor crecimiento en el país (como Querétaro o Toluca), ese fenómeno es sostenido y se mantendrá así en el corto plazo porque las inmobiliarias siguen construyendo, recalcó el científico.

Numerosas propiedades se venden para especular, o sea que “no toda la gente que compra viene a vivir: algunos rentan o se suman a plataformas tipo Airbnb. Es interesante lo que está sucediendo en el mercado inmobiliario”, puntualizó el universitario.

Aguilar Martínez precisó que el crecimiento se da en términos de corredores hacia el norte: de Mérida a Puerto Progreso, donde se registra gran cantidad de conjuntos residenciales de clase media-alta y alta por ser el principal acceso a la playa más cercana; a Conkal, municipio que se conecta con Chicxulub Puerto; Motul; y a Sisal.

A partir de imágenes de satélite de Landsat, Digital Globe o Sentinel, que forman parte del acervo del IGg, se ha determinado que la expansión también se lleva a cabo través de desarrollos de interés social como grandes unidades habitacionales, varios surgidos en la primera década del presente siglo cuya localización es, sobre todo, al poniente y sur donde vive la población de menos recursos.

Con información gubernamental y búsquedas en internet de empresas inmobiliarias, detectaron y mapearon más de 300 proyectos. “Es un modelo bastante exitoso; casi todos son conjuntos de casas, conocidos como ‘privadas’, cuyos costos suben de acuerdo con el tamaño de los lotes y diferentes amenidades como zonas verdes, albercas, gimnasios, pista para correr, etcétera”, y que contrasta con los poblados tradicionales de Mérida.

Cambios significativos

Además de un paisaje donde conviven lo tradicional y lo moderno, en Mérida se han creado nuevas dinámicas locales, por ejemplo empleos de baja calificación como jardineros, trabajadores domésticos, etcétera, quienes laboran en las residencias del norte.

Aguilar Martínez resaltó que con información reciente de los censos de población y económicos, y del Consejo Nacional de Población, se elaboraron bases de datos y algunos mapas con indicadores como nivel educativo, uso de internet, número de personas por habitación, por ejemplo.

Se confirmó la división entre la población de mayor nivel socioeconómico en el norte y la de menos recursos al sur, donde la vivienda es de baja calidad y con menos acceso a servicios, pobreza, incluso asentamientos irregulares.

Al hablar del impacto ecológico de la metropolización de Mérida, destacó la destrucción de la vegetación original, selva baja caducifolia; contaminación del agua por falta de drenaje y uso de fosas sépticas y biodigestores; además de pozos clandestinos para abastecer del vital líquido a las nuevas zonas habitacionales.

A decir del universitario, en la capital yucateca las desigualdades socio-territoriales se han profundizado, pese a ser una urbe emergente en la península de Yucatán a la cual llegan, desde hace dos décadas, inversiones en infraestructura y residenciales, además de parques industriales tecnológicos de innovación.

En ese sentido, afirmó, se necesitan acciones para activar la economía de la población más desfavorecida, tanto en términos de salario como de capacitación.

Para alcanzar un progreso adecuado y sostenible, sugirió que se expanda de forma compacta y se aproveche de mejor manera el territorio. “Con los crecimientos dispersos la gente vive cada vez más lejos, los desplazamientos son más largos y se incrementa el uso de automotores y de contaminación”.

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