Colaboraciones

Paso a desnivel | Por: David Cárdenas Rosas | Atahualpa Yupanqui: Voz y alma de la tierra latinoamericana.

*Cantor de los pueblos, siempre toco la guitarra con la izquierda.

Cada 23 de mayo se recuerda con respeto y admiración la partida de Atahualpa Yupanqui, uno de los más grandes exponentes del folclore argentino y latinoamericano.

Nació como Héctor Roberto Chavero Aramburu, el 31 de enero de 1908 en Pergamino, Buenos Aires.

Su ser mortal nos dejó el 23 de mayo de 1992 cuando sus ojos se cerraron en Nimes, Francia, dejando una obra inmortal que continúa viva en la memoria del pueblo.

Guitarrista virtuoso, poeta profundo y cantor de la tierra, Yupanqui supo recoger en sus versos el alma y voz de los pueblos originarios, los campesinos, los gauchos y los paisajes del interior de su patri y de tosa latinoamerica.

Con una lírica sencilla y con su canto cargado de sabiduría, fue un puente entre la tradición oral de los pueblos rurales y el público urbano que, muchas veces, redescubrió su identidad a través de sus canciones.

Fue un cantor de palabra y letra básica, pero nunca por sencillo, dejó de ser profundo

Obras como “El arriero”, “Los ejes de mi carreta”, “Luna tucumana” “El alazán”, “Duerme negrito” son ya himnos del folclore nacional.

Con su estilo sobrio, su voz grave y su manera pausada fue un contador de historias, sublime. Atahualpa no solo cantaba: narraba la historia de los olvidados, con dignidad y sin estridencias.

Durante su vida, Yupanqui también enfrentó la censura y el exilio. Su pensamiento comprometido con los sectores más humildes y su afiliación comunista le valieron persecuciones, sobre todo durante los años más oscuros de la historia argentina. Sin embargo, nunca abandonó su misión de cantarle a la verdad del pueblo.

Además de su carrera musical, dejó una valiosa producción literaria que incluye cuentos, poemas y reflexiones filosóficas. Su pensamiento, influido por la espiritualidad andina y la austeridad de la vida campesina, es un legado de coherencia ética y estética.

A más de tres décadas de su partida física, Atahualpa Yupanqui sigue siendo faro y guía para nuevas generaciones de músicos, poetas y luchadores sociales. Su guitarra y su palabra aún resuenan en los festivales, las peñas y los corazones de quienes ven en él no solo a un artista, sino a un sabio que supo leer el alma de su tierra.

Recordarlo cada 23 de mayo no es un simple acto de memoria, sino un compromiso con la verdad, la belleza y la justicia que siempre defendió con su arte.

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