Brasil: ahora, un escándalo de corrupción
Ciudad de México, 11 de mayo de 2025.- Es verdad que el esquema empezó hace años, primero en el gobierno de Michel Temer (2016-2019) que, luego de un golpe armado en el Congreso, remplazó a la presidenta Dilma Roussef, y después se esparció bajo el mandato del desequilibrado ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022).
Pero sale todo a la superficie ahora, presionando al gobierno de Lula da Silva, que va por la segunda mitad de su tercer mandato.
Lo que el presidente menos necesitaba era un escándalo de corrupción, pero exactamente eso es lo que pesa sobre sus hombros.
Todavía no se sabe exactamente cuándo empezó ni cuánto dinero movilizó, aunque ya se comprobó el equivalente a poco más de mil millones de dólares, pero puede ser más.
El mecanismo era bastante sencillo: el esquema se apoderaba de pequeños montos de pensiones (alrededor de 10 dólares) de miles y miles de jubilados, que entregaba entre sindicatos y entidades laborales, que luego distribuían el dinero entre sus cómplices.
Otro dato que aún no se conoce es el número de víctimas afectadas por el esquema, pero ya se detectó que casi todos los casos ocurrieron en el norte y el noreste, las regiones más pobres del país, así como poquísimos en el sur y el sureste, más ricos.
El entonces ministro de Seguridad Social, Carlos Lupi, fue defenestrado. Según se comenta en Brasilia, fue informado de la existencia del esquema en 2023, pero la lentitud con que las investigaciones avanzaron le costó el puesto.
Lula da Silva, a su vez, enfrenta otra coincidencia negativa: el escándalo se desató precisamente cuando los buenos índices de su gobierno eran difundidos. La desigualdad social entre los brasileños, por ejemplo, bajó a su menor nivel desde hace décadas.
Mientras el mandatario y los demás integrantes del gobierno se esfuerzan para tratar de disminuir los daños causados a la imagen de sus administraciones, dejando clara la dificultad de su esquema de comunicación, la atención de los brasileños se dedicó también a la sucesión del papa Francisco.
De manera general, entre los católicos el nombre del estadunidense Robert Prevost, ahora Papa León XIV, fue bien recibido.
Los medios de comunicación destacan su larga convivencia en Perú, su gusto por la cerveza y su hábito de jugar partidos de tenis.
La expectativa es que mantenga la línea progresista de la Iglesia católica, siguiendo lo establecido por su antecesor.
Y por fin, claro, como no podría dejar de ser, hubo un momento en que el desequilibrado ultraderechista Jair Bolsonaro llamó la atención.
Luego de enfrentar una cirugía que duró casi 12 horas y de permanecer tres semanas internado en un hospital de Brasilia, de las cuales dos estuvo en una unidad de terapia intensiva, Bolsonaro fue dado de alta.
Los médicos responsables de la cirugía y posterior recuperación destacaron la complejidad del procedimiento y los cuidados posteriores.
Dijeron también que las instrucciones para el alta fueron clarísimas: evitar visitas que no fuesen familiares, y de aglomeraciones, ni pensar.
Pero Bolsonaro es Bolsonaro. Los médicos dieron las instrucciones el domingo, y al miércoles siguiente el desequilibrado estaba en la parte trasera de un camión en una manifestación en Brasilia pidiendo amnistía a los involucrados en el intento de golpe de enero de 2023.
Manifestación, a propósito, bastante lastimosa: no llegó a 20 mil personas.
Con información de: La Jornada