Inteligencia artificial: ¿pueden pensar las máquinas?
Ciudad de México, 06 de mayo de 2025.- La inteligencia artificial (IA) se ha vuelto un boom y escribir sobre ella es un tema harto escabroso. Se trata de sistemas que logran aprender y alcanzar niveles superlativos sin la intervención humana. En su libro Artificial: la nueva inteligencia y el contorno de lo humano (2023), los argentinos Mariano Sigman, reconocido neurocientífico y Santiago Bilinkis, economista, tecnólogo y divulgador científico, trazan con sumo detalle los orígenes y el desarrollo de la IA. Según los autores, el iniciador de la IA fue el matemático Alan Turing quien encabezó en 1938 un formidable equipo de 35 matemáticos y físicos en Inglaterra para analizar los mensajes secretos del nazismo hitleriano. Terminada la guerra, Turing continuó investigando y diseñó en 1948 el primer algoritmo para que una máquina jugara ajedrez: el Turochamp. Siguieron nuevas máquinas jugadoras incluyendo el go, originado en China hace 2 mil 500 años, para lo cual se inventó por parte de la compañía Deep Mind el programa AlphaGo (2015). Esta vez la máquina se enfrentó a Lee Se-dol, el coreano ganador de ocho títulos mundiales en un partido transmitido y visto por 200 millones de personas. La máquina venció al humano. En los últimos años ha aparecido OpenAI, organización de científicos que se ha convertido en empresa dedicada a generar la más ambiciosa de las IA. A la fecha han generado cuatro versiones del llamado chat GPT (Generative Pre-trained Transformer). La primera contó con 120 millones de parámetros (2018), la segunda con mil 500 millones de parámetros a partir de 8 millones de páginas web (2019), la tercera 175 mil millones de parámetros (2021) y la cuarta se estima en 100 billones de parámetros, un uno seguido de 14 ceros (2023). En sus versiones más sofisticadas, la IA puede diseñar de manera instantánea un Power Point con sólo darle el tema a ilustrar, o realizar un video o una película entera. Aunque en su libro los autores argentinos se empeñan en aparecer neutrales, lo cierto es que hacen una sutil apología de la IA mediante continuas alabanzas y elogios, la cual se vuelve explícita en una frase de la página 46 de su libro: “Bienvenidas las máquinas a este lugar privilegiado que la inteligencia hasta hoy sólo reservaba al ser humano”.
Esta potente capacidad de la IA ha generado problemáticas inimaginables, como la ambigüedad respecto de los derechos de autor. En un manifiesto que circuló profusamente el pasado 25 de abril, la Coalición por el Acceso Legal a la Cultura acepta la IA como herramienta complementaria y no como un sustituto de la creatividad humana y del ser humano mismo. Ahora pasemos a la evidencia empírica. Cuando pregunté sobre los principales autores de ecología política en el mundo, ChatGPT me dio siete nombres y Google 13. La misma pregunta, pero para el caso específico de México: Chat GPT dio seis nombres, de los cuales cuatro están equivocados y Google cinco, todos correctos. Para el campo de la agroecología en el mundo y en México el Chat GPT dio cinco autores todos correctos y para México seis, pero sólo dos correctos, mientras Google dio seis y cinco nombres, todos correctos. Para probar la fiabilidad del Chat GPT le pedí que nombrara a los tres principales ecólogos de México y nombró a una conocida colega dedicada al tema del maíz, citó el nombre de alguien desconocido, y me citó a mí mismo inventando una semblanza totalmente falsa. Por otra parte, Chat GPT ha aprendido a hablar en 30 idiomas diferentes y a realizar traducciones de manera instantánea. Sin embargo, si bien lo puede hacer con un ensayo, difícilmente lo puede hacer con una novela, casi imposible con un cuento e imposible traducir un poema. Una obra literaria no sólo trasmite ideas, sino emociones, ritmo, cadencias, musicalidad y juegos de palabras con un cierto sentido.
Termino citando dos opiniones: la de Noam Chomsky y la de la propia IA. El primero afirma: “A diferencia de ChatGPT y sus similares, la mente humana no es una pesada máquina estadística de comparación de patrones, que se atiborra de cientos de terabytes de datos y extrapola la contestación más probable en una conversación o la respuesta más probable a una pregunta científica. Por el contrario, la mente humana es un sistema sorprendentemente eficiente e incluso elegante que funciona con pequeñas cantidades de información; no busca inferir correlaciones brutas entre puntos de datos, sino crear explicaciones” (The New York Times: https:// www.nytimes.com/2023/03/08/opinion/ noam-chomsky-chatgpt-ai.html ).
¿Eres un ser humano? Chat GPT respondió: “No, no soy un ser humano. Soy una inteligencia artificial creada para ayudarte a responder preguntas y tener conversaciones, pero no tengo emociones, conciencia ni cuerpo físico. Mi función es tratar de ofrecerte respuestas útiles y comprensibles basadas en el conocimiento con el que fui entrenado… mi objetivo es hacer que la conversación se sienta lo más natural y amigable posible” (27/4/25, 22:40 horas).
Con información de: La Jornada