Colaboraciones

Acervo | Por: Pedro Luis Noble Monterrubio | La fuerza de Tula

La madrugada del martes pasado fuimos testigos en Hidalgo de una emergencia social en la región de Tula, misma que originó una inundación de altísimo riesgo para todo el primer cuadro de esta cabecera municipal. Las lluvias atípicas pero sistemáticas que han impactado durante las últimas semanas a nuestra entidad, sumadas a una fuerte tromba que azotó las zonas de Ecatepec y Coacalco, en el Estado de México, hicieron que la afluencia del Río Tula se saliera de su cause, provocando así, un desbordamiento que lamentablemente ha cobrado la vida de 17 pacientes que se encontraban recibiendo atención médica en el Hospital General de Zona del IMSS destacamentado en esta ciudad, al margen de las cuantiosas afectaciones patrimoniales a hogares y negocios de todos los giros.

Tula, como cuna de la civilización tolteca ha sido desde tiempos históricos un territorio presto al desafío y a la defensa de su superficie y colindancias. Históricamente, su población ha sorteado innumerables contingencias que el destino les ha colocado por en medio, siendo claramente la epidemia por el COVID-19, la más reciente hasta la llegada de la impactante anegación de aguas negras del ya citado Río Tula, sobre las principales colonias de este municipio.

Al paso de tantos años la región de Tula, compaginada con los municipios de Atotonilco de Tula, Tepeji del Río de Ocampo, Atitalaquia, Tetepango, Tlahuelilpan y Tlaxcoapan, han consolidado un polo de desarrollo económico de pujanza, trascendiendo a la escala nacional. La apuesta a la industrialización de estos municipios ha sido detonante directo en la mejora de la calidad de vida de estos miles de hidalguenses, quienes en la gran mayoría de los casos hacen vida propia en sus regiones, pero allegándose de la mejor de las experiencias empresariales, de negocios y de servicios que entidades vecinas como la Ciudad de México, Estado de México y Querétaro, les dotan por principio de cuentas de conectividad y geografía.

Es así, bajo estos parámetros, que Tula de Allende a la par de Pachuca de Soto, la capital del Estado, Tulancingo de Bravo, Huejutla de Reyes, Tizayuca y recientemente Mineral de la Reforma, son los puntos referentes de cada región de Hidalgo. Las y los hidalguenses, somos sabedoras y sabedores del altísimo valor social que la Ciudad de los Atlantes y su gente nos aportan por arraigo e identidad.

Bajo la compleja coyuntura que hoy le ha representado a este icónico municipio el desbordamiento del río que cruza sus linderos, es que ha surgido prácticamente de forma inmediata la solidaridad estatal para con unos de sus principales bastiones. Nuestras paisanas y paisanos entre los que se encuentran colegas notarios en desgracia, cuentan con la fraternidad que cada hogar hidalguense les expresa tangiblemente con los donativos consistentes en alimentos no perecederos, artículos de higiene personal, artículos de limpieza, agua potable y ropa, pueden asegurarse de que no quedarán en el descobijo social.

Por otro lado, las tareas coordinadas de los tres órdenes de gobierno han posibilitado proveer de los primeros auxilios a la población afectada, así como por supuesto, la contención de afectaciones, el seguimiento a protocolos de protección civil, así como la evaluación de daños. Vendrá entonces, una etapa reconstructiva para esta Tula hoy en desgracia, pero bajo la estrecha vinculación entre sociedad y gobiernos no cabe duda de que muy pronto vendrá la reivindicación de este municipio que se mantiene en pie y que recobrará lo que por derecho propio le corresponde.

Hoy por lo pronto, va desde este espacio un saludo solidario a cada habitante de Tula y de los municipios aledaños. Sepan que los hidalguenses estamos para ustedes, prestos y con deseos de seguir haciendo crecer a nuestro. Hidalgo y Tula es un solo concepto. Seamos solidarios.

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