¡Dale, dale, dale! El campo rellena de sabores y colores las tradicionales piñatas
Ciudad de México, 18 de diciembre de 2025.- En diciembre se llenan de luces, villancicos, risas, posadas y piñatas los hogares, los centros de trabajo o las calles de México.
En patios, plazas y calles, estas estrellas multicolores concentran siglos de historia y —más que un símbolo festivo— son un punto de encuentro entre la tradición cultural y el trabajo diario de miles de productoras y productores del campo mexicano que hacen posible su relleno.
La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural informó que las frutas y los cacahuates están plenamente garantizados para dar vida a las piñatas de las fiestas decembrinas. Porque detrás de cada gajo de naranja, tejocote, jícama o puño de cacahuates, está el esfuerzo de las productoras y los productores que se preparan meses antes para esta temporada.
Por ello, al adquirir las frutas que rellenan las piñatas no sólo fortalecemos la economía de las regiones productoras, también promovemos el consumo de alimentos con múltiples propiedades nutricionales que nos cuidan del resfriado.
Una tradición del siglo XVI
Romper la piñata no es solo fiesta. Esta tradición llegó a México en la segunda mitad del siglo XVI, cuando los frailes agustinos de Acolman de Nezahualcóyotl, cerca de la zona arqueológica de Teotihuacán, recibieron la autorización del papa Sixto V para celebrar las llamadas misas de aguinaldo, antecedente directo de las posadas. Fue en esos días previos a la Navidad cuando la piñata se integró a las celebraciones, cargada de simbolismo religioso y comunitario.
El sabor del campo mexicano en cada piñata
En 2024, de acuerdo con datos de la Dirección General del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (DGSIAP) de AGRICULTURA, se tuvo la siguiente producción de los productos utilizados para rellenar las piñatas.
La naranja tuvo una producción de cuatro millones 836 mil toneladas, cifra que posiciona a México dentro de los primeros productores mundiales. Veracruz encabezó la aportación con dos millones 575 mil toneladas, seguido de Tamaulipas, Puebla, San Luis Potosí y Nuevo León.
La caña de azúcar alcanzó 111 mil 719 toneladas. De las 10 entidades productoras, Nayarit aportó 40 mil 834 toneladas, seguido de Veracruz, Estado de México, Puebla y Jalisco.
El cacahuate sumó 70 mil 228 toneladas. Chihuahua lideró la producción con 15 mil 453 toneladas, seguido de Chiapas, Puebla, Sinaloa y Guerrero.

La jícama cerró con 182 mil 068 toneladas. Nayarit, principal productor, aportó 76 mil 705 toneladas y le siguieron Morelos, Veracruz, Guanajuato y Guerrero.
La lima registró seis mil 828 toneladas. Puebla y Jalisco lideraron la producción con tres mil y dos mil toneladas, respectivamente.
El tejocote registró cinco mil 758 toneladas. Puebla fue responsable de casi el total de la producción, con cinco mil 621 toneladas, manteniendo viva una tradición profundamente ligada al centro del país.
En cada piñata hay un esfuerzo colectivo: de la y el agricultor —quienes cuidan su parcela—, y de todas y todos aquellos que apoyan en la cosecha, el transporte y la venta. Es, sin duda, una tradición que sigue viva gracias al campo mexicano.
Entre papel de china, colores brillantes y frutas frescas, la piñata nos recuerda que celebrar es reconocer el trabajo de quienes alimentan nuestras fiestas.
