Espectaculos

John Fogerty hace un viaje por el rock de los años 70 en el Auditorio Nacional

Ciudad de México, 30 de septiembre de 2025.-  Había algo especial y rockero en el aire antes de que las luces se apagaran y se diera la tercera llamada. Afuera del Auditorio Nacional, no importaba que fuera lunes, parecía un fin de semana cualquiera, con la gente riendo y cantando, sin preocuparse. Dentro, ya se notaba la mezcla generacional. Hombres de traje que en su juventud hicieron de Proud Mary su himno, parejas que crecieron con la música de los años 70, jóvenes con el cabello largo y hasta veinteañeros acompañados de sus padres. Todos tenían claro que esa velada estaba dedicada a una leyenda viviente del rock: John Fogerty.

A las 9:05, tras un video introductorio que hablaba de su nuevo disco y del proceso creativo junto a su familia, aparecieron en escena sus hijos Shane y Tyler. Un instante después, salió Fogerty con su inseparable guitarra.

El Auditorio se levantó como si se tratara de un acto reflejo: aplausos, celulares en alto y el rugido de la primera canción de la noche, “Bad Moon Rising”. En las primeras filas ondeaba una bandera de México mientras se enlazaban los acordes de “Up Around the Bend”, confirmando que la gira The Creedence Clearwater Revival Years no era solo un repaso: era una celebración del tiempo y de la memoria.

“Estoy muy feliz. ¡Ciudad de México, hola! Estoy tan contento de estar de regreso aquí. Todos estamos felices de tocar para ustedes esta noche. Y saben, acabo de recuperar mis canciones. Voy a tocar cada una de ellas. Así que, ¡vamos!”, dijo emocionado y el público respondió coreando su nombre.

Un viaje en el tiempo

Con “Green River” y “Born on the Bayou”, el Auditorio se transformó en una cápsula de tiempo. Fogerty, ahora con 80 años, parecía que el tiempo no pasaba por él. Entre canciones compartió anécdotas de su guitarra Rickenbacker de 1969, la misma que sonó en Woodstock.

Habló de éxitos fulminantes, de la caída de Creedence en 1972, de las pérdidas personales… y de cómo su esposa Julie, después de más de cuatro décadas, le devolvió aquella guitarra como regalo de Navidad.

“Compré esta guitarra a inicios de 1969, la misma con la que toqué en Woodstock y con la que grabé tantos éxitos de Creedence. Hace muchos años se la regalé a un niño y no volví a verla. Pasaron más de cuatro décadas hasta que mi esposa Julie salió a buscarla por todo Estados Unidos. La encontró, me la dio en Navidad y cuando la abrí debajo del árbol… lloré como un niño”, confesó.

Con información de: El Universal

Botón volver arriba