Rusia se acerca a China e India por sanciones a su petróleo
Moscú, 07 de septiembre del 2025.- Las sanciones de Estados Unidos y sus aliados contra las exportaciones de hidrocarburos de Rusia tienen un impacto negativo en su economía, pero inciden de modo positivo en la estrategia geopolítica del Kremlin: a mayor presión contra este país, más acercamiento pragmático con China e India, así como con el Sur Global en general, que rechazan la política de imposiciones que practica el inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump.
Los beneficios de la cooperación económica recíproca y las coincidencias en materia de política exterior, que relegan a segundo plano sus diferencias –China, por ejemplo, no reconoce Crimea como parte de Rusia, y las controversias entre China e India no se limitan a las disputas fronterizas–, permiten a Moscú, Pekín y Nueva Delhi enfrentar mejor, como un frente común, las amenazas y pretensiones de Washington, señala un funcionario de la Cancillería rusa que pidió no ser identificado.
Estamos hablando, destacan analistas rusos, de dos países que tienen asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y, por tanto, el privilegio de ejercer el derecho al veto, que al sumar a India se convierten en tres potencias con arsenales nucleares, si bien esta última pertenece al club de los cinco autorizados para tener ese tipo de armamento (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia) de modo extraoficial, igual que Pakistán, Israel y Corea del Norte.
En síntesis, aunque las armas atómicas se inventaron como instrumento de disuasión para que nadie las use, como solía decir el autor de la teoría de la contención, George F. Kennan, se está gestando un triple argumento de peso en favor del multilateralismo que beneficia, sobre todo, al más fuerte de ellos por su poderío económico: China.
Panorama del petróleo
En cuanto al petróleo ruso –habida cuenta de que es contraproducente sacarlo por completo del mercado internacional ante la imposibilidad de llenar el vacío que dejaría, con la consiguiente inevitable escasez y estrepitosa subida de precios–, desde febrero de 2022, cuando las tropas rusas cruzaron la frontera con el vecino país eslavo, las medidas que se han tomado sólo buscan reducir los ingresos que obtiene el Kremlin de su venta, considera Serguei Vakulenko, quien fue director de estrategias e innovación de Gazprom-Petróleo y ahora trabaja en un centro de estudios en Berlín.
Rusia trata de compensar sus pérdidas en Europa reconfigurando sus rutas petroleras hacia Asia, en particular hacia China e India, países que en la actualidad reciben 81 por ciento de sus exportaciones de crudo, según la estimación de varios organismos internacionales que cuentan con las herramientas para hacer el recuento.
En opinión del experto Vladislav Inozemtsev, Europa –que apoyó la decisión del G-7 de imponer un techo de 60 dólares por barril al precio del petróleo ruso y por su cuenta, en julio anterior, lo bajó a 47.60 dólares con un mecanismo automático de revisión– cometió el error de frenar la compra de crudo, cediendo a sus rivales geopolíticos y competidores económicos el petróleo que consumía y que ahora los gigantes asiáticos, China e India, adquieren con descuento a Rusia.
Los datos más recientes indican que China, en la última semana de agosto pasado, recibió un millón 280 mil barriles diarios y, en julio anterior, India compró un millón 780 mil barriles diarios. El año pasado, de acuerdo con las estadísticas que maneja la Organización de Naciones Unidas, China importó petróleo ruso por 62 mil 600 millones de dólares, en tanto India lo hizo por 53 mil millones de dólares.
Para eludir las sanciones, Rusia se ve obligada a recurrir a mecanismos opacos que incluyen utilizar una flota fantasma con bandera de terceros países y con trasbordos barco a barco; con aseguradoras que alteran la documentación para ocultar el destino final de los envíos; con pagos que se efectúan mediante criptomonedas o de intermediarios en el Golfo Pérsico, entre otros recursos.
Las restricciones contra estos buques por lo común viejos, con mantenimiento deficiente y que desconectan las sistemas de localización, no resultan tan efectivas como lo presentan sus promotores, a juicio de Dimitri Nekrasov, estudioso del tema.
El paquete número 18 de la Unión Europea, aprobado en julio pasado, identificó 105 embarcaciones adicionales que operan de manera ilegal en favor de Rusia. Del total de 444 petroleros incluidos en su lista de sancionados, Nekrasov sostiene que sólo 21 dejaron de operar y, en general la flota fantasma rusa, cuenta con 600 buques, de acuerdo con la plataforma Windward Maritime AI, o 670 si se prefiere Lloyd’s List Intelligence.
Perspectivas del gas
De los gasoductos rusos que había en Europa antes del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, dejaron de operar la red de tuberías que atravesaba el territorio de Ucrania, oficialmente a partir de este año, y los alternativos Nord Stream 1 y 2 (el primero saboteado presumiblemente por ucranios y el segundo, bloqueada su certificación por Alemania en 2022 debido al reconocimiento ruso de la independencia de las regiones separatistas ucranias).
Tres años y medio después, sólo funciona el Flujo Turco con capacidad anual de 31 mil 500 millones de metros cúbicos que transporta el combustible ruso a Turquía, Serbia y Hungría (Austria suspendió la compra en 2024) y que, desde 2027, salvo en Turquía, ya no se podrá usar por decisión de la Unión Europea, lo mismo el gas licuado ruso que, en agosto pasado, representó 19 por ciento del combustible de ese tipo que consumieron los países europeos.
Igual que sucede con el petróleo, Rusia busca la manera de compensar sus pérdidas en Europa poniendo los ojos en Asia, en primer término en China. En su pico más alto, Europa llegó a comprar 180 mil millones de metros cúbicos de gas y, antes de la guerra, cuando Gazprom, la corporación pública del gas, –cuenta Mijail Krutijin, reconocido analista del sector petrolero y del gas rusos– empezó a recortar los suministros para que los europeos “se congelen y nos pidan de rodillas” el combustible, adquirió 155 mil millones de metros cúbicos.
Ahora, Rusia aspira a suministrar a China 106 mil millones de metros cúbicos de gas cuando entre en operación el incremento, pactado en fecha reciente durante la visita del presidente Vladimir Putin a Pekín, en los gasoductos Fuerza de Siberia 1, de 38 mil a 44 mil metros cúbicos y Ruta Oriental de 10 mil a 12 mil metros cúbicos, así como cuando esté listo el gasoducto Fuerza de Siberia 2, que debe aportar 50 mil millones de metros cúbicos de gas al año.
El problema es que tanto el titular del Kremlin como el director general de Gazprom, Aleksei Miller, subordinado de Putin desde los tiempos en que el mandatario trabajó como vicealcalde de San Petersburgo, dan por hecho la firma de un “memorando vinculante” para construir los 6 mil 700 kilómetros del Fuerza de Siberia 2, pasando por territorio de Mongolia, el cual es todavía un proyecto que no ha podido resolver lo principal: la fecha para empezar las obras y fijar el precio que “será de mercado, aunque más bajo que en Europa”, conforme lo admitieron tanto Putin como Miller.
Krutijin explica que es comprensible que Pekín no haya confirmado ni desmentido aún la firma de ese documento. En su opinión, es parte de la estrategia de negociación de los chinos y está ocurriendo lo mismo que pasó con Fuerza de Siberia 1 cuando se firmó en 2014. Para hacer rentable ese gasoducto, Gazprom anunció a bombo y platillo que en 30 años iba a obtener 400 mil millones de dólares y empezó a bombear gas cuatro años más tarde al acordarse por fin un precio muy diferente.
“Según el cálculo inicial de Gazprom, mil metros cúbicos de Fuerza de Siberia 1 tendrían que costar a China 350 dólares. La fórmula que impusieron los chinos es, en este momento, de 257 dólares frente a los 340 dólares que se cobra a los turcos, y en 2027 bajará a 231 dólares”, sostiene.
Asegura que, de acuerdo con informaciones en su poder, los negociadores chinos quieren pagar 120 dólares por mil metros cúbicos de gas de Fuerza de Siberia 2 y que su construcción correrá a cargo de empresas rusas, cuyos dueños, “muy cercanos al Kremlin, son los más interesados en este proyecto más político que rentable”, apostilla.
Hidrocarburos, aún decisivos
No obstante que se acabaron los años de la bonanza de los hidrocarburos que permitieron a Rusia estabilizar la economía y hacer ahorros significativos, la venta de hidrocarburos a pesar de los escollos que se tienen que sortear y las pérdidas que se sufren al perder mercados, el europeo ante todo, siguen siendo fuente de ingresos decisivos.
La situación de la economía rusa se puede leer de dos maneras. La oficial, con base en los indicadores del producto interno bruto, procura tranquilizar a una sociedad –más de 20 por ciento de la población que se beneficia de la guerra al servir por contrato en el ejército, suministrar insumos al complejo industrial-militar y trabajar en las fábricas de armamento, de acuerdo con un estudio reciente del economista Igor Liptsis– que no acaba de entender por qué no hay dinero para llevar gas a muchos regiones del interior de Rusia (Putin lo reconoció hace poco en Vladivostok y recomendó usar carbón que “hay suficiente para unos 900 años”), mientras más de 40 por ciento del gasto del presupuesto federal se destina a la “operación especial militar”.
La otra lectura es de los especialistas que, como el ya mencionado Liptsis, Serguei Vakulenko o Dimitri Potapenko, por citar sólo tres, critican la política del Kremlin al preguntarse cuánto tiempo aguantará Rusia el actual derroche y señalan seis factores que deberían tomarse en cuenta:
1) Las reservas de oro se redujeron de 400 toneladas (antes de la guerra) a 139 toneladas 500 kilogramos y el Fondo de Bienestar Popular, la alcancía de las ganancias petroleras y del gas, pasó de 110 mil millones de dólares a 38 mil millones; 2) se acabó el flujo de inversiones extranjeras y ahora Rusia tiene que subsistir con sus propios recursos; 3) los hidrocarburos, fuente principal de ingresos del Estado y del Fondo de Bienestar Popular, sufrieron ya una caída significativa y seguirán cayendo; 4) las sanciones contra Rusia son para mucho tiempo y seguirán destruyendo la economía; 5) el complejo industrial-militar creció desmesuradamente y devolverlo a su tamaño en tiempos de paz será muy difícil y para la población, demasiado caro, y 6) si Rusia mantiene los territorios ucranios que se anexionó tendrá que gastar ingentes recursos y no hay de dónde sacar ese dinero.
Hay banqueros, como Guerman Greff, presidente de SberBank, el banco más importante del país, que afirman que la economía se encuentra en un “estancamiento técnico” o ministros, como Maksim Reshetnikov, titular de la cartera de Desarrollo Económico, que advierten que “estamos cerca de la recesión”, pero el Kremlin dice que no está de acuerdo y sólo hay que ver los indicadores del PIB.
La economía real, revira Dimitri Potapenko, empresario ruso que se exilió en otro país y lleva un blog en Youtube, es muy diferente: “Detrás de cada proyectil que se fabrica, que requiere metal y otros insumos, hay una persona que tiene empleo y buen salario, y todo ello se refleja en las estadísticas oficiales, pero cuando ese proyectil se utiliza… no queda nada, sólo un gasto innecesario”.
Con información de: https://www.jornada.com.mx/