Cine sin caducidad: entrevista con Alejandro González Iñárritu sobre los 25 años de Amores perros
Ciudad de México, 28 de septiembre de 2025.- Fue hace un cuarto de siglo cuando un jovencito de rasgos andróginos y mirada profunda, enamorado de su cuñada, traicionó a su hermano como quien quisiera jugar a repetir la tragedia de Caín y Abel. A ese jovencito, ese personaje —Octavio, cuyo deseo fracasó y lo llevó a entretejer su destino con el de una modelo y un exguerrillero— le dio vida un actor de 21 años, Gael García Bernal, que saltó a la fama internacional tras su debut y hoy no necesita presentación.
Con el paso del tiempo es fácil notar que Amores perros, además de articular el cruce narrativo entre múltiples personajes, fue el punto de partida, la coincidencia de relevantes figuras en el cine y la literatura mexicanos. Gael, carismático y culto, es una cara popular, pero el primer nombre esencial, no hace falta decirlo, es el de Alejandro González Iñárritu, quien, quizá, nunca sospechó que se convertiría en uno de los grandes directores de las primeras décadas del siglo XXI. Otro nombre es el del fotógrafo Rodrigo Prieto, que después saltó a trabajar con Oliver Stone, Martin Scorsese y Taylor Swift.
Entonces, en el alba del nuevo milenio, se dijo profusamente que la película no encajaba en las estructuras narrativas lineales; se habló, más allá del tríptico de personajes, de una trama innovadora que se creía copiada de Pulp Fiction. Para Guillermo Arriaga, que entonces no era el escritor reconocido, nada podía ser más falso. Trazar el origen del tríptico narrativo —cuyo punto de inflexión es una escena álgida y febril, el choque del inicio— requiere la lectura de viejas entrevistas, hoy inencontrables, perdidas en lo más remoto de internet, en las que cita a sus autores favoritos: Martín Luis Guzmán, Juan Rulfo, Pío Baroja, William Faulkner y William Shakespeare.
Todas estas historias que anduvieron en el tiempo desde aquellos años —los nombres de Alejandro González Iñárritu, Guillermo Arriaga, Rodrigo Prieto y Gael García Bernal— son sólo una pequeña parte del puñado de cómplices que hizo posible Amores perros y que González Iñárritu menciona en el libro homónimo, publicado en Londres por la editorial MACK para conmemorar los 25 años de la cinta, entre decenas de fotogramas, imágenes del rodaje y detrás de cámaras, recortes de prensa, documentos, pósters, notas, muestras del story board y textos de Denis Villeneuve, Jorge Volpi, Wendy Guerra, Fernando Llanos, Elvis Mitchell, Walter Salles y el propio González Iñárritu.
Una memoria que al ser vista reconstruye, por dentro y por fuera, esta historia como quien sigue con la mirada cada palabra de un cuento mientras lee: las peleas de perros, en primer término; la pasión entre Gael García-Octavio y Vanessa Bauche-Susana, y el enfrentamiento paralelo de Octavio/casi Caín y Marco Pérez-Ramiro/Abel, que después muere baleado en un intento de asalto; la persecución a través de las calles de la Condesa y la subsecuente escena de los rostros de Octavio y Goya Toledo-Valeria bañados en sangre; un momento casual en el que González Iñárritu le da instrucciones a Emilio Echevarría- El Chivo, cuya caracterización se muestra en otras fotografías, y Rodrigo Murray-Gustavo Garfias, en verdad más cercano a Caín que Octavio (podría apostar que, en algún momento, Guillermo Arriaga hizo esta comparación en otra entrevista perdida).
Con información de: El Universal