Colaboraciones

Paso a desnivel | Por: David Cárdenas Rosas | Hermila Galindo: Una de las primeras voces feministas de México.

Hermila Galindo Acosta nació el 2 de junio de 1886 en Villa Juárez, Durango, en un México donde las mujeres eran confinadas a la invisibilidad. Desde joven, la vida le presentó desafíos que no hicieron más que fortalecer su espíritu de lucha. Huérfana de madre a los pocos días de nacer y de padre a los 16 años, Hermila encontró en el trabajo y la educación motivos de trascendencia. Fue en la Escuela Industrial de Señoritas donde comenzó a formarse, aprendiendo mecanografía e inglés, y más tarde trabajando como profesora de taquigrafía en Durango y Torreón.

Sin embargo, su verdadera lucha comenzó cuando se unió al maderismo y se dio cuenta de las barreras que enfrentaban las mujeres en todos los aspectos de la vida. Al llegar a la Ciudad de México en 1911, se incorporó al “Club Abraham González”, un espacio que unía las luchas feministas con los ideales de la Revolución Mexicana. Fue aquí donde Hermila entendió que la Revolución no solo debía ser política, sino también social y feminista.

Hermila Galindo se erigió como una de las primeras voces feministas en un país donde las mujeres no eran consideradas propias para la vida política. No se conformó con una lucha superficial por el voto; su lucha iba más allá. Para ella, el feminismo era una demanda radical por la igualdad total, por la autonomía de las mujeres sobre sus cuerpos y por su derecho a decidir.

En 1914, con su oratoria impecable, Hermila pronunció un discurso en el cumpleaños de Venustiano Carranza, que impresionó tanto al líder constitucionalista que la invitó a ser su asistente. A partir de ese momento, sus ideas sobre el feminismo y la autonomía de las mujeres comenzaron a ser escuchadas en los círculos de poder, y Hermila no dejó de luchar por una sociedad más justa.

En 1953, su trabajo dio frutos cuando, finalmente, las mujeres mexicanas obtuvieron el derecho al voto. Pero para Hermila, esa victoria solo fue una parte de la revolución que aún quedaba por hacer. Su vida fue un acto de rebeldía, un grito incansable por la libertad y la igualdad que sigue inspirando hoy a generaciones de feministas y luchadores sociales. Hermila Galindo fue, sin duda, una revolucionaria comprometida con la liberación de todas las mujeres.

La mañana del 19 de agosto de 1954, su hija Rosario la buscó en su recámara y la encontró sin vida.

Hermila Galindo, la incansable activista, había fallecido de un infarto. A un lado de Hermila estaba su compañera de lucha; su máquina de escribir…

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