La pintura mural de los antiguos sabores mayas
Ciudad de México, 03 de agosto de 2025.- Treinta y seis grados de temperatura, sensación térmica de cuarenta grados y humedad del noventa y cuatro por ciento. Con ese clima, el sudor es inevitable y pareciera que el transparente vestido azul que usa la mujer maya está justificado. Tiene el cabello recogido, los labios pintados de rojo y luce unos largos aretes azules que hacen juego con sus pulseras, también azules. Se desconoce su nombre, pero el texto jeroglífico que está escrito a sus espaldas dice que es aj ul, la persona del atole.
Ella es parte de la escena principal de la pintura mural que se conserva en la pirámide de Chi’k Naahb, complejo arquitectónico de élite de la antigua ciudad de Calakmul. Aunque hoy esa área, ubicada al sur de Campeche, es una zona arqueológica abierta al público, el acceso a la pintura mural es restringida ya que su ingreso es a través de una puerta metálica, cerrada siempre con candado.
En un recorrido exclusivo, la restauradora Gabriela Mora Navarro y la arqueóloga Adriana Velázquez Morlet abren la puerta y, además de una sensación de sauna por la gran cantidad de humedad, se impone ante nosotras la sensual mujer que fue inmortalizada por los mayas de pie, con un vestido traslúcido con algunos diseños en las orillas y pintada en una posición de recibimiento o, quizá, de estar entregando una gran vasija a otra mujer, una joven que, a diferencia de ella, viste una prenda sencilla
Con información de: El Universal