El Papa a jóvenes peruanos: Inunden su tierra con la alegría del Evangelio
Ciudad de México, 28 de julio de 2025.- «¡Felices fiestas patrias a todos los peruanos!». Con este saludo espontáneo y sentido, el Papa León XIV se dirigió este lunes 28 de julio, en el 204º aniversario de la independencia del Perú, a una delegación de jóvenes peruanos que han venido a Roma para participar en el Jubileo de los Jóvenes, que se celebra hasta el domingo 3 de agosto.
El Pontífice les dio una cálida bienvenida en español «a esta casa de Pedro», a la que acuden como peregrinos de esperanza. Al verlos, pensó «también en sus familias y en tantas personas de sus comunidades parroquiales que seguramente los han ayudado, con grandes sacrificios y trabajos, para hacer posible este viaje tan esperado». «A todos –añadió– los saludo con gratitud y alegría».
A las puertas de este acontecimiento tan importante para la juventud de todo el mundo, el Obispo de Roma centró su reflexión en dos parábolas del Evangelio de la misa del día, que –dijo– «nos ayudan en nuestro caminar cristiano»:
«la primera habla de un pequeño grano de mostaza y la siguiente de un poco de levadura (cf. Mt 13,31-35). Como vemos, son dos elementos diríamos casi insignificantes; sin embargo, con la fuerza de la vida que llevan en sí pueden transformarse, crecer y servir al fin para el que han sido creados».
A partir de esta imagen, el Papa recordó que «también nosotros somos pequeños, pero no estamos solos; el Señor ha querido que formáramos parte de una gran familia, la familia de la Iglesia». Y agregó:
«Incorporados a ella en Cristo, como los racimos a la vid, podemos crecer y dar fruto, ayudados con la gracia del Señor. San Agustín habla de estas dos parábolas comentando uno de los salmos, el salmo 68, y también expresa esa fuerza de lo pequeño, que cuando crece se arraiga en un pueblo, el pueblo de Dios que se extiende por toda la tierra» (cf. Comentario al Salmo 68, I, 1).
En referencia al Jubileo de los Jóvenes, el Papa destacó que «todos ustedes tendrán la hermosa experiencia de sentirse parte del pueblo de Dios, parte de la Iglesia universal, que abarca y abraza a toda la tierra, sin distinción de raza, lengua o nación; extendiéndose como el arbusto de mostaza y fermentando como la levadura».
Por ello, los invitó a conservar en el corazón lo que vivan durante estas jornadas, pero les pidió que «no lo guarden solo para ustedes». Enfatizó: «Eso es muy importante: lo que van a experimentar aquí que no sea solo para uno mismo. Tenemos nosotros que aprender a compartir».
Más aún, los exhortó a que esta experiencia no se reduzca a un recuerdo o «a unas bonitas fotos», como si fuera algo del pasado. Por el contrario, les animó a inundar las tierras del Perú con la alegría y la fuerza del Evangelio, con la Buena Nueva de Jesucristo al regresar a su país.
Finalmente, aludiendo a las mochilas que los acompañan con solo lo esencial, aseguró que «son el signo de la misión que hoy el Papa les encomienda: sean misioneros allí donde vayan, sean transparencia de la presencia del Señor, como lo fueron nuestros queridos santos peruanos».
«Ustedes saben –acotó de manera improvisada– que el Papa Francisco siempre hablaba del Perú como ‘tierra ensantada’: tantos santos, pero no solo del pasado, santos también de hoy y mañana».
«Que Dios los bendiga y que Nuestra Señora de la Evangelización los proteja siempre. Gracias», concluyó el Papa, impartiendo la Bendición Apostólica.
Con información de: Vaticanews