Las abejas también van al hospital; “si desaparecen también lo haremos nosotros”
Ciudad de México, 28 de julio de 2025.- El zumbido es constante. Casi ensordecedor. Pero aquí, entre árboles altos y tierra húmeda, suena como música viva. Enfundada en un traje blanco que recuerda al de los astronautas, con guantes gruesos y una red que protege el rostro, Elizabeth Basilio abre con cuidado una caja de madera. Adentro, cientos de abejas exploran un panal en forma de hexágono perfecto.
Apenas perturbadas por el humo que adormece su vuelo, estas diminutas pacientes están por comenzar una nueva etapa. Basilio y su equipo, tres médicas veterinarias especialistas en abejas, caminan entre más de 50 colonias distribuidas en un terreno de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corenadr). Ahí, en lo que llaman el “apiario de rehabilitación y cuarentena”, se ubica el único Hospital de Abejas de la Ciudad de México. Un espacio donde enjambres urbanos rescatados tienen una segunda oportunidad.
“Cuando una colonia llega, le damos alimento, tratamiento contra enfermedades y si es necesario, cambiamos a la reina por una europea para reducir el nivel de defensividad. Después de unas tres semanas, las entregamos a apicultores”, explica Elizabeth con la calma de quien ha salvado cientos de vidas aladas.
Los pacientes de este hospital no llegan en ambulancia, sino en cajas de madera con orificios, traídos desde marquesinas, patios escolares, ventanas de oficinas o árboles urbanos. La mayoría de los casos empieza con una llamada al 911. Ahí, el Heroico Cuerpo de Bomberos, capacitado por Corenadr desde hace tres años, evalúa el reporte y, si se confirma que se trata de un enjambre o una colonia establecida, se activa el protocolo de rescate.
“El problema es que muchos intentan deshacerse de ellas antes de que lleguemos. Les avientan piedras, agua con jabón, incluso fuego. En un caso, unos niños les dieron pelotazos a un enjambre”, relata Elizabeth con pesar. La mayoría de estos insectos no son agresivos, aclara. Son defensivos. “Si no las molestas, no te pican. Pero si pican, mueren. Por eso sólo atacan si sienten una amenaza real. No quieren morir, quieren vivir”, insiste.
Con información de: El Universal