Muestra de la Virgen de Guadalupe en el Prado tira prejuicios sobre el arte virreinal
Madrid, 11 de junio del 2025.- La Virgen de Guadalupe se convirtió en el primer ícono de culto y de identidad de la era moderna, con un trasiego incesante de su imagen a ambos lados de la orilla del Atlántico, muestra de su consagración como símbolo universal devocional y político.
La imagen de la «Virgen morena» inundó Madrid mediante una gran exposición, Tan lejos, tan cerca: Guadalupe de México en España, en el Museo del Prado, que reunió 70 obras, la mayoría pertenecientes al patrimonio español, que explican su honda presencia en este lado del mar.
Además, la Casa de México en España aporta una visión más actual de su presencia en la sociedad mexicana por medio de una muestra de arte popular y con una instalación de fotografías de peregrinos de la artista mexicana Alinka Echeverría.
A raíz de la llegada de Miguel Falomir a la dirección del Museo del Prado se fijó como prioridad eliminar «los prejuicios» que ha habido a lo largo del tiempo en Europa, en general, y en España, en particular, de que el arte producido por las «ex colonias» en América Latina o Asia son de menor calidad y, por tanto, «fuera del canon» aceptado por los historiadores del arte.
Esta idea o «prejuicio» llevó a que en su día el Museo del Prado decidió deshacerse de su colección de arte virreinal, al concluir que tenía poco o nada de valor artístico, y que ahora, con el tiempo, se asume como un colosal error. La exposición de la Virgen de Guadalupe se suma a una serie de iniciativas para mirar de otra manera al llamado «arte virreinal».
La muestra reúne 70 piezas en las que se ofrece una nueva mirada sobre el papel de la Virgen de Guadalupe como imagen revelada, objeto de culto y símbolo de identidad en el ámbito hispano. Mediante pinturas, grabados, esculturas y libros, la exposición muestra cómo esta figura religiosa, surgida en el cerro del Tepeyac en 1531, trascendió las fronteras novohispanas para convertirse en una presencia poderosa en el imaginario colectivo español.
La exhibición contó con la curaduría de dos expertos mexicanos, el doctor Jaime Cuadriello, de la Universidad Nacional Autónoma de México, y Paula Mues Orts, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, que volcaron su sabiduría de años de investigación.
La exposición se dividió en 11 secciones temáticas, combinando piezas de pequeño y gran formato, para mostrar desde las primeras representaciones de las apariciones hasta las sofisticadas vera effigies reproducidas con fines devocionales o políticos.
Presencia geográfica
El recorrido arranca con una cartografía visual que documenta la sorprendente densidad de imágenes guadalupanas distribuidas por toda la geografía española: se calcula que hay hasta mil obras de la Virgen de Guadalupe en España de la época virreinal.
Esta dispersión responde a factores económicos, sociales y políticos, como el comercio con las Indias, la minería y el trasiego de funcionarios. Las obras reflejan la devoción y los intereses de comunidades, artistas, comerciantes, nobleza y clero, que hicieron de Guadalupe una devoción compartida.
Falomir explicó que «hay muchas razones por las cuales elegimos a la Virgen de Guadalupe. Evidentemente, por su hondísima significación religiosa, ya que es una de las imágenes marianas más importantes del mundo católico, y además es una imagen que también permite múltiples interpretaciones. Cómo se fue forjando la imagen, cuáles son sus vinculaciones con otras del mundo católico, cómo dialoga con otras, como se fue forjando como símbolo de identidad de los criollos novohispanos. Todo ello se ve en esta exposición, pero también para explicar que de ninguna otra imagen religiosa han llegado tantos ejemplares a la península ibérica».
Con relación al debate abierto sobre el valor del arte virreinal y su histórica marginación por el canon europeo, Falomir explicó: “lo llamamos arte virreinal porque es un término históricamente apropiado; lo que se ha pretendido es hacer una exposición de historia del arte. No hay nada mejor para descolonizar que mostrar la historia, para eso están este tipo de iniciativas, para dar visibilidad en el Museo del Prado al arte producido en América Latina. Es la mejor forma de demostrar que todo el arte tiene un valor equiparable, aunque sea distinto en algunas representaciones, pero que tiene el mismo valor. Eso contribuye a homologar las realizaciones artísticas hechas en todas las geografías y acabar con esos prejuicios.
«El arte, tal como lo entendemos, ha sido el resultado de una serie de decisiones que hemos tomado a lo largo del tiempo, y esas decisiones han excluido del gran canon a manifestaciones artísticas y ha sido por muchas razones, una de ellas es la geografía, que es la que nos reúne aquí. Hay voluntad del Museo del Prado de ser bastante más ajustados a la historia puesto que si algo han demostrado exposiciones como ésta es que todas las taxonomías y muchas de las divisiones que han llegado hasta nuestros días no son naturales. No responden a una realidad histórica».
La doctora Mues Orts explicó a La Jornada: “queríamos mostrar que el arte novohispano no está aislado, que hay concomitancias tanto religiosas como artísticas. Había un tráfico entre ambas orillas y queríamos ver estas coincidencias, y que se viera cómo los artistas están trabajando en puntos similares.
«La Virgen de Guadalupe hunde sus raíces iconográficas en las imágenes tardogóticas nórdicas, con estas mujeres vestidas de Sol, con los rayos en la espalda y la Luna a sus pies. Muchas de estas imágenes tienen niños. Y luego pasaron estas imágenes a Italia y España. Se interpreta como una inmaculada Concepción; incluso, hay noticias de que al principio se le llamaba la Concepción de México, por eso a veces no se encuentra tan fácil su referencia. También se referían a ella como apocalíptica, por tener el Sol a sus espaldas. Pero al final forman parte de un diálogo entre ambas orillas que se ha mirado poco».
Jaime Cuadriello agregó: «la Virgen de Guadalupe es la imagen de culto más venerada por la cristiandad, incluso para quienes no profesan la fe católica; la imagen más antigua de la muestra es una que recibió la religiosa María Jesús de Ágreda (1602-1665) en Soria en 1656».
El culto en el siglo XXI
La exposición en el Museo del Prado abarca hasta finales del siglo XVIII, si bien, para dar una versión actualizada del culto guadalupano en México y el resto del mundo, la Casa de México en España, en colaboración con la pinacoteca madrileña, expone piezas de arte popular con la Virgen de Guadalupe como inspiración, además de la instalación Camino al Tepeyac, de la artista mexicana Alinka Echeverría.
Con información de: https://www.jornada.com.mx/