Hace dos décadas llegó el Slam de Poesía a México
Ciudad de México 27 de mayo de 2025.- Este mes se cumplen 20 años de la llegada a México del Slam de Poesía, un movimiento que pausadamente ha echado raíces profundas y que germinó durante estos años para dar voz a grupos disidentes y convertirse en un ejercicio de resistencia.
El formato lúdico de esta iniciativa ha permitido que muchos espacios olvidados de la periferia de la ciudad, y de algunos estados, sean el escenario de la palabra hablada como instrumento de expresión artística y de denuncia.
Para celebrar el 20 aniversario, del 30 de mayo al primero de junio, México será, por primera vez, sede del World Poetry Slam Championship 2025, cuya cuarta edición se desarrollará en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Este encuentro mundial reunirá a poetas de 40 países de todos los continentes, que compartirán en el micrófono sus versos, rimas, palabras e inspiraciones.
Lo que empezó como un juego literario escaló a otras latitudes, ya que antes de México, las copas mundiales de poetas se realizaron en Bélgica, Brasil y Togo.
¿Qué es un slam? Es un juego o un acto en que cada participante tiene tres minutos para exponer un poema de su autoría, con tema libre. Cada grupo o colectivo celebra sus torneos, locales y regionales; lee, conecta con la audiencia, provoca, nombra y señala.
Sobre los antecedentes del Slam de Poesía en México, Roberto Mendoza, Comikk MG, fundador del Circuito Nacional de Slam de Poesía, compartió que las primeras expresiones de este movimiento se replicaron de un modelo estadunidense de micrófono abierto, como ocurría en bares o centros nocturnos de ciudades como Chicago. En México, poco a poco se fueron creando grupos y torneos rápidos de poetas espontáneos.
Los primeros 10 años, el movimiento en el país no tenía una identidad definida; como todo, había centralismo y muy poco conocimiento de las convocatorias. La actividad poética bajo este formato descargaba su peso en pocas personas, en algunos foros y parques que se convirtieron en semillero del movimiento, «hasta dibujarse como una utopía democrática», aseguró Mendoza.
Comikk MG destacó que un parteaguas importante fueron las expresiones de algunos grupos de poetas en la Estela de Luz, en la Ciudad de México, ya que la apropiación de este espacio público, sumado a la polémica de la obra, fue dando un tono contestatario al slam y a los versos que en él se consignaban.
La red nacional de estudiantes de lenguas fue otro matiz, ya que funcionó como picaporte para el crecimiento del slam y, sobre todo, de sus contenidos. Ellos fueron el puente para que este modelo creciera y se bifurcara con un enfoque más social, más urbano, más político, que acercara la poesía a las clases populares y a todo aquel que desconoce los alcances de las letras en la vida cotidiana.
La palabra rompió esquemas; en 2016 y 2017 tuvo auge con el surgimiento de colectivos. La poesía pasó del romanticismo a la resistencia, y de los libros a las calles. El Slam de Poesía hizo suyas otras causas.
Canuto Roldán, secretario de la World Poetry Slam Organization, poeta y activista, explicó cómo surgieron slamers en contextos diversos, ya que se abrió un abanico de miradas a través de la lírica.
Fue así que comunidades como la LGBT, colectivos feministas separatistas (sólo mujeres), grupos marginados, mujeres científicas, paisajistas, el proletariado, migrantes, pueblos originarios tomaron este movimiento por trinchera. Se estima que sólo en la CDMX existen más de 10 colectivos de slamers.
«Sin perder su sentido lúdico y artístico, el movimiento poético derivó en un discurso decolonial, con una narrativa crítica, que incluso puso temas a discusión en espacios donde la literatura era dominada por una élite», indicó Roldán.
Cómo botón de muestra, no es gratuito que la cuarta World Poetry Slam Championship 2025 se celebre en una ciudad fronteriza para seguir rompiendo esquemas y aportando una reflexión social fuera de lo convencional a través de la palabra.
A 20 años de su creación, el Slam Poesía en México se compromete, se resiste al silencio; lo que se tiene que decir se dice, y a esta palabra hablada no se la lleva el viento: se queda para incendiarlo, casi siempre.
Con información de: La Jornada