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Charlas de taberna | Por: Marcos H. Valerio | De un día a otro se convirtió en padre soltero

Es común escuchar el estereotipo de género de que los hombres no pueden dedicarse en cuerpo y alma a la familia. Sin embargo, existen padres que educan solos a sus hijos, por distintos motivos que van desde decisiones propias hasta viudez o abandono de la pareja.

Esteban Contreras Laureano llegó de Oaxaca a Xochimilco a la edad de 12 años, a la colonia San Lorenzo la Cebada; desde entonces trabaja como taquero y actualmente tiene 46 años. Sus padres y seis de sus hermanos se quedaron en el pueblo, dice, pero él ya no regresó.

Hace cinco años, conoció a Samantha, de quien se enamoró y al quedar embarazada decidieron vivir juntos. La joven era trabajadora doméstica y venía de Toluca, por lo que ambos jamás conocieron a la familia del otro, es decir, a sus papás y hermanos.

Debido al embarazo riesgoso, la mujer dejó de laborar. “Apenas nació Aline Valentina, la recién mamá cambió, nunca se le despertó el sentimiento maternal, a los cuatro meses, cuando la nena se alimentaba de pecho, nos abandonó”, narra con la voz entrecortada Esteban Contreras.

“Esa tarde, antes de irme a trabajar, la noté muy rara, eso me inquietó, por lo que decidí regresarme de la taquería, le dije a mi patrón que me sentía mal del estómago y me tenía que retirar”, recuerda.

“No me equivoqué, mi bebé de cuatro meses estaba sola en la casa, en llanto, apenas unas almohadas la flanqueaban en la cama para evitar no caerse. Pensé que había ido a la tienda, pero nunca regresó… Mi hija todavía se alimentaba de pecho”, comenta mientras se limpia sus lágrimas.

“No sabía cómo cuidar a una niña, fui aprendiendo en el camino, mi patrón me dejó tenerla en el negocio. Hoy, tiene cuatro años, recién entró a la escuela, en el Centro de Desarrollo Infantil (CENDI) Xóchitl, ubicado en barrio San Antonio”, dice orgulloso.

“Hoy disfruto mucho a mi niña Aline Valentina, la quiero mucho, jamás me quiero separar de ella, ahora que entró a la escuela no la quería llevar, pero es parte de su educación. Mi hermana me dice que se la deje una semana. Le respondí que jamás. Y pese a que trabajo de nueve de la mañana a 10 de la noche, apenas sale de la escuela y tiene un espacio con sus juguetes en el negocio”, puntualiza.

“Doblo turno para darle lo mejor a mi hija, mi día de descanso que son los jueves nos vamos al zoológico, a la feria, al parque, comemos dulces, botanas, le preparó su platillo favorito que es el alambre con queso. Nuestro vínculo es muy fuerte”, asegura.

“Hace unos días me preguntó por su mamá, pues ahora que va a la escuela, ve que sus compañeros van con su mamá. Mi respuesta fue que falleció, pues en verdad en mi corazón y en mi vida murió”, finaliza Esteban Contreras Laureano, de oficio taquero y papá al ciento por ciento.

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