Colaboraciones

Análisis | Por: Pedro Luis Noble Monterrubio | El inicio de la era Biden

Evocando el dicho que dice que “no hay plazo que no se cumpla”, el día de ayer 20 de enero se llevó a cabo la toma de protesta por parte de Joe Biden al cargo de Presidente Constitucional de los Estados Unidos de Norteamérica.

Siguiendo todos los protocolos sanitarios de contención al COVID-19 y teniendo como marco esplendoroso el monumental Capitolio, sede del poder legislativo estadounidense, el ya en funciones presidente Biden juramentó al cargo para el cual fue electo por el período 2020 – 2024 en compañía de la hasta ayer senadora Kamala Harris, quién lo acompañará en su mandato como vicepresidenta, siendo la primera mujer en desempeñar tan relevante responsabilidad en la estructura de gobierno que se ejerce desde Washington, DC.

Biden y Harris fueron respaldados en este acto protocolario, fundamentalmente por sus familiares, amigos y colaboradores, cobrando notoriedad el arropo institucional y porqué no decirlo también en lo personal, de los ex presidentes Bill Clinton, Barack Obama, ambos demócratas y George Bush, quién como una de las figuras más representativas del partido republicano, antagónico del partido de Biden, acudieron a esta cita en respeto a los poderes de la Unión y que a lo largo de más de doscientos años se verifica cada cuatrienio al inicio de un nuevo período de gobierno presidencialista.

Tal como se preveía, el expresidente Donald Trump no acudió a esta ceremonia de trasmisión de poderes y fiel a su estilo falto de protocolos, prefirió salir abruptamente de la capital estadounidense para dirigirse a Florida, lugar en donde se infiere, residirá permanentemente. Como representante del régimen de gobierno de Trump, el exvicepresidente Mike Pence, previo a retornar a su natal Indiana, Estado del que fue Gobernador, atestigua la asunción de Biden como Jefe de Estado en la sobriedad que exige el denominado “pase de estafeta”.

Con este acontecimiento se abre paso a una nueva época en el ejercicio de gobierno en la mayor potencia del mundo. Se quedan atrás cuatro años en los que abiertamente hay que decirlo, la demagogia. El populismo y un nacionalismo mal entendido se apoderaron de la política estadounidense y permear igualmente en la agenda pública nacional e internacional. En suma, el disenso alimentado por Trump contrasta con el consenso invitado por Biden desde su campaña electoral, la transición ya como presidente electo y desde hace unas horas en su primer discurso como mandatario: “Gobernar para todos”, demócratas y republicanos, simpatizantes y opositores en algo tan fácil como complejo a la vez.

El mayor socio comercial de México con intercambio de aproximadamente 337,481 millones de dólares durante el último año emprende así nueva política pública y gestión de gobierno, por tanto, bajo esta coyuntura será fundamental que nuestro país a través de los canales diplomáticos que correspondan adecúe su relación bilateral en aras de privilegiar el entendimiento entre naciones y sin duda alguna, para fortalecer las condiciones socioeconómicas de la sociedad mexicana.

Para México será crucial continuar con la aplicación del T-MEC y no desfallecer en colaboraciones en materia de seguridad y migración, en tanto que, para los Estados Unidos, invariablemente se tendrá como prioridad de la agenda común, la política ambiental, misma que con la actual denominada 4T, no parece ser una bandera que desde el gobierno mexicano se haya trabajado en sus primeros dos años en funciones y como en la nueva integración de la Casa Blanca hubiesen esperado. México y Estados Unidos requieren entendimiento como socios comerciales y territorios vecinos. La llegada de Biden abre un nuevo canal de colaboración para con la actual presidencia de López Obrador, ojalá se aproveche siempre en el marco de nuestra soberanía nacional, pero en favor nuestro como ciudadanía.

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