Colaboraciones

Territorios inteligentes | Por: M.E.R. Joaquín García Galván.

La inserción de los países en los mercados mundiales ha puesto en evidencia la necesidad de avanzar hacia políticas públicas que promuevan la competitividad territorial.

El cambio de enfoque que se ha producido desde el desarrollo rural (que operaba sobre lo sectorial), hasta el desarrollo territorial (que opera sobre lo multisectorial, sobre el conjunto del territorio); unido a la creciente tendencia de federalización o descentralización, hace necesario el establecimiento de nuevas relaciones institucionales y de gobernanza y la apuesta por una nueva generación de políticas públicas que reconozcan  la multitud de aspectos que conforman el territorio (cultural, espacial, ambiental, institucional, económica), y la consideración de todos ellos de manera compleja, para conseguir un desarrollo más efectivo y sostenible. Y ello sólo será posible si se consolida la consideración del territorio como “nueva unidad de gestión pública”

En los últimos años, el concepto de territorio inteligente se ha consolidado como  una tendencia creciente en el entorno de las políticas públicas. Tiene escasos antecedentes, aunque es fácil encontrar conceptos cercanos a éste, principalmente desde las Teorías Urbanas y Regionales que están planteando el tema de las “smart cities”, si bien es un debate que está muy centrado en el uso de las tecnologías de la información en el espacio público urbano.

Ante todo, hay que indicar que Inteligencia ha existido siempre en todos los pueblos y territorios, y está inextricablemente unida a sus tradiciones, sus saberes y su capacidad de respuesta a lo largo de la historia.

A la luz del debate sobre la redefinición de las estrategias de desarrollo que se está produciendo en estos momentos, el concepto de territorios inteligentes lo que viene a proponer es una nueva interpretación del concepto de desarrollo competitivo y sostenible aplicado al territorio del siglo XXI. 

El modelo de «territorios inteligentes», viene definido por una serie de atributos:

  • Sostenibilidad
  • Equidad
  • Responsabilidad
  • Capacidad de aprendizaje y adaptación
  • Enfoque sistémico
  • Identificación de ventajas competitivas
  • Innovación social
  • Gobernanza
  • Trabajo en Red
  • Incorporación de conocimiento
  • Economía creativa

 

Como principal pilar, la apuesta por la sostenibilidad en sus tres vertientes (desarrollo económico y competitividad, cohesión social y respeto medioambiental) informa la arquitectura esencial de este modelo territorial.

Junto a ello, los territorios inteligentes se caracterizan por su capacidad continua de aprendizaje y adaptación (el aprendizaje continuo es un prerrequisito indispensable para una sociedad innovadora).

Son  territorios que, más allá de su competitividad económica o sectorial, actúan con un enfoque territorial dirigido a encontrar sus singularidades competitivas en un marco global.

La inteligencia territorial está también unida a una dimensión multisectorial que favorezca una definición integral de políticas públicas de desarrollo sostenible, y que coordine políticas macro con el resto de políticas sectoriales con incidencia en el territorio.

Son territorios inteligentes de igual manera aquéllos preocupados por integrar el conocimiento que exista en el territorio, conectarlo y utilizarlo para el beneficio común. Territorios, en definitiva, que promueven y aplican la inteligencia colectiva.

Son territorios que, por ello, colaboran y trabajan en Red, como enfoque necesario y útil para integrar y fomentar tanto relaciones complejas y multinivel; como un volumen de información elevado.

Son territorios con un liderazgo fuerte y una participación pública efectiva en la conformación de un proyecto de futuro basado en las expectativas y necesidades de las personas que viven en él.

Son territorios que crean nuevas formas de gobernanza para asegurar que la toma de decisiones sea participativa y esté suficientemente informada. Son territorios que están innovando en el entorno social, mediante nuevas formas de participación, codecisión y renegociación de competencias y responsabilidades en las políticas y estrategias planteadas, implicando a todos los agentes locales, privados y públicos de la economía formal e informal.

El modelo de territorios inteligentes se basa en una dimensión de equidad que tenga como objetivo un desarrollo inclusivo, en el que se contemple la incorporación de los colectivos más desfavorecidos a los procesos productivos del mismo.

Con respecto a la dimensión territorial,  este modelo territorial contempla a las unidades territoriales no sólo como espacios físicos, sino como el resultado de una visión compartida de cambio, que da sentido y contenido al proceso de desarrollo a partir de la diversidad cultural, los intereses y voluntades comunes de la población. Una visión compartida de cambios que debe radicar en una gobernanza local ampliada e incluyente, donde la participación, la deliberación y la concertación entre actores reciban atención prioritaria.

Concluyendo, podríamos afirmar que aquellos territorios con vocación de construir su proyecto de futuro basándolo en la sostenibilidad, en la responsabilidad social y ambiental, en el aprendizaje y la gestión del conocimiento, y en la colaboración, constituyen territorios inteligentes.

Y para ello, no se necesita ni un tamaño, ni un nivel de infraestructuras predeterminado.

Cualquier territorio puede ser un territorio inteligente.

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