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SENTIMIENTO DE UNIDAD – Pedro Luis Noble

Los mexicanos hemos dado en repetidas ocasiones muestras de solidaridad, de espíritu de cuerpo, de ser uno solo ante la adversidad y desastres naturales o por causa de la intervención, intencional o no, de alguien. Terremotos, huracanes, inundaciones, derrumbes y explosiones son algunos de los episodios que hemos visto o vivido. Hay un evento que destaca en recuerdo los sucesos: del sismo del 19 de septiembre de 1985 que sacudió a la Ciudad de México, hecho de la naturaleza que lamentablemente causó la muerte de 12,843 personas según los asientos de actas de defunción del registro civil del entonces Distrito Federal. Así quedó herida la ciudad capital en su infraestructura básica y pérdidas patrimoniales de gran cuantía cuyos escombros sepultaron a cuerpos inertes y heridos que poco a poco fueron rescatados por la misma gente que se auto-organizó en brigadas. Los mismos ciudadanos hicieron una gran tarea de acopio de víveres y medicamentos que fueron entregados a las familias damnificadas. Antes, en 1957 ya se había registrado otro movimiento telúrico que causó el desprendimiento del emblemático Ángel de la Independencia.

Es precisamente a partir del año 1985 cuando nace la cultura de la protección civil a raíz del sentimiento de unidad y de la necesidad de la prevención de riesgos ante desastres naturales; quienes fuimos testigos generacionales de ese funesto acontecer vimos una hermandad entre los mexicanos demostrada ante todo el mundo. Vimos un solo ejército de civiles y militares, mujeres y hombres de todas las condiciones y latitudes hacer una sola tarea: ayudar al prójimo. A partir de esa circunstancia se empezaron a diseñar protocolos de acción, prevención y protección civil los cuales ahora se tienen con los más altos estándares internacionales.

El sentimiento de unidad, la solidaridad, es parte de la naturaleza humana que se refleja en la ayuda inmediata y desinteresada al prójimo, acto de voluntad y de conciencia que se produce ante un evento de desgracia o riesgo como lo hemos observado tan solo en este mismo año a través de los medios de comunicación cuando ocurre una tragedia en alguna parte del mundo.

El terremoto de 8.2 grados en la escala de Richter que sacudió el centro, sur y el sureste de México la noche del 7 de septiembre ha dejado hasta el momento de escribir esta columna 96 muertos y millones de damnificados en más de 2,500 comunidades con gran dispersión. Se ha anunciado que mas de 50,500 viviendas están destruidas y que cientos de planteles educativos ya empezaron a demolerse. Solidariamente, a instantes del fenómeno los habitantes de Chiapas, de Oaxaca y de Tabasco empezaron a brindarse ayuda mutua, socorro y consuelo ante las lamentables pérdidas humanas. El resto de los mexicanos, gracias a los medios de comunicación y redes sociales, nos fuimos enterando poco a poco de la magnitud de dicho terremoto. Y se hizo nota internacional que provocó el sentimiento de unidad de la comunidad internacional. Ya en la madrugada del día 8 de septiembre a muchos nos emergió ese intimo sentido de la solidaridad, comenzamos a preguntar cómo colaborar, a qué instituciones acudir para donar víveres, insumos o medicamentos.

A una semana del terremoto la población afectada nos sigue necesitando, la emergencia está latente ya que hasta las 16 horas del día 13 de septiembre se llevan identificadas 1650 réplicas. Muy de madrugada del viernes 8, la Secretaría de Gobernación dio a conocer que usaría el fideicomiso del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) tanto para Chiapas como para Oaxaca, con el fin de proveer a ambos estados con alimentos e insumos de necesidad básica y apoyar en la reconstrucción de viviendas y la reparación de infraestructura. El Gobierno Federal, el presidente Peña Nieto y el Gabinete legal y ampliado está totalmente desplegado desde ese día en los Estados con afectación. Nuestros paisanos Miguel Osorio Chong, Nuvia Mayorga Delgado, Paula Hernández Olmos, David Penchyna Grub, Jorge Rojo, Jorge Márquez y muchos más con equipos de colaboradores llevan varios días en diversas comunidades del sur-sureste del territorio mexicano coordinando con las autoridades locales las labores de auxilio y atención a la población damnificada. Los esfuerzos y tareas los constatamos en reportajes y por redes sociales.

Nadie puede negar la respuesta inmediata del gobierno de la República y de los gobiernos estatales que prácticamente están de tiempo completo en esas regiones dañadas. No se vale que en las mismas redes, hordas de trolles y de quienes tienen la consigna de criticar todo, de inventar rumores, de inhibir la ayuda generosa, de dividir a los mexicanos estén por un lado haciendo memes de esta desgracia y minimizando el gran esfuerzo de muchas y muchos hermanos que están en desgracia y de otros que están ya en su ayuda. No se vale que hagan mofa del helicóptero accidentado que transportaba alimentos a los poblados de la sierra chiapaneca o que hagan chistoretes del desfortunio que estamos viviendo en México. Esos cobardes villanos anónimos que usan las redes para desconcertar, para desalentar, para estorbar tienen un solo fin: desestabilizar y buscan que entre hermanos nos confrontemos. Pero eso si, se levantan enojados porque México exige respeto a los derechos humanos en Venezuela y se ponen furiosos porque nuestro país expulsó al embajador nor-coreano. Ellos no quieren que seamos solidarios en estos momentos de unidad en el sentimiento y en el objeto de ayudar al prójimo. Ellos ponen en tela de duda a la benemérita Cruz Roja, a los loables fines del DIF, a crear discordia para que la gente no done, para que la gente no preste auxilio y socorro.

Los mexicanos somos un pueblo que hemos forjado una gran nación en más de 200 años y que siempre en los momentos más dolorosos y difíciles hemos sabido sacar nuestra casta mestiza y levantarnos con orgullo glorioso. Nuestros hermanos de Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Veracruz, de la Vega de Metztitlán claman por nuestra ayuda. Nuestros paisanos que viven en Houston o en Florida nos necesitan. Muchas gracias a quienes ya han donado, mucho o poco, lo que importa es que seamos altruistas. Sigamos ayudando, de verdad, la emergencia no ha terminado. Que siempre tengamos vivo el espíritu solidario, el sentimiento de unidad. ¡Que viva México y que viva su gente!
Septiembre 15 de 2017
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