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Pumas y Cruz Azul empatan sin goles en el Olímpico Universitario

Ciudad de México, 31 de marzo del 2024.- Los grandes equipos se transforman a través del tiempo. Por muy complejos que resulten los partidos, no soportan que sus rivales estén por encima y eso los hace sentir orgullosos. Pumas y Cruz Azul intentaron ayer demostrar su peso, pero el exceso de cálculo en su manera de jugar transformó un partido con demasiadas tensiones en un empate (0-0) flojo y desteñido rumbo a la recta final de la Liga Mx.

A pesar de las decepciones, la escasa consistencia de otros en el torneo ha mantenido con vida los sueños de ambos. Sus miles de aficionados se aferran a creer que en mayo, cuando se juegue la fase final, es posible pensar en una nueva pelea por el titulo de la mano de sus entrenadores. Aunque no se les cae el futbol de los bolsillos, la mayoría de las individualidades con las que cuentan Gustavo Lema y Martín Anselmi pueden emitir un brillo enceguecedor.

Pero anoche no fue el caso. Daba la impresión que después de la etapa autodestructiva que atravesaron en sus últimos partidos, los jugadores se enroscaron en los silbidos de su afición y olvidaron disfrutar del juego. Los números reflejan ese cambio de planes.

Hasta hace no mucho, Cruz Azul era un equipo que creaba suspiros en lo alto de la Liga. Tenía un sello definido y mostraba maestría para dominar el fuera de lugar. Con el correr de los partidos, sus rivales lo han descifrado tanto que ya no sólo falla al tirar la línea, sino que acumula derrotas y empates desde hace cinco fechas.

Para los auriazules, la noche prometía ser una fiesta con casi todos los asientos ocupados. En total acudieron más de 41 mil 120 personas al estadio Olímpico, algunas de las cuales intercambiaron golpes e insultos en las gradas bajo los efectos del alcohol. “Por Pumas, cualquier cosa”, se justificaron. Fue la tónica general.

Sin goles en más de 90 minutos, contando el tiempo agregado, los instantes finales fueron uno de los pocos refugios emotivos de cientos de familias. Por las zonas más altas del Pebetero resonó con fuerza el “¡Daaale, Pumas, dale, dale, oh!” mientras mucho más apretados en la cabecera visitante los celestes aceptaron el desafío con el “¡yooo, soy celeste, es un sentimiento, que no morirááá!».

La rivalidad entre ambos clubes acumula ya muchos años. Cada temporada se le suman algunas particularidades, pero la pasión es la misma. Cuando alguno juega de local, las capacidades del estadio Olímpico, el Azteca o el Ciudad de los Deportes suelen desbordarse con sus respectivos grupos de animación. El empate hizo que la celebración fuera inalcanzable para el público en general.

De alguna manera, La Máquina echó de menos aquellas gestas de las primeras jornadas que se quedaron en la memoria de sus rivales. Pumas subió un escalón, pero terminó lamentando las pocas oportunidades de peligro en una noche larga y decepcionante.

Con información de: https://www.jornada.com.mx/

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