Colaboraciones

Paso a desnivel | Por: David Cárdenas Rosas | Benito Juárez y el buque de vapor

En los archivos fotográficos y reportajes de la Ciudad de México, están cuidadosamente documentados pasajes de su vida y que son la gran memoria de la capital mexicana.

Estos tesoros nos hablan de la movilidad que tenían los habitantes y de manera particular, como eran los recorridos de una parte a otra en distintos medios.

Uno de ellos sin duda fueron las chalupas, que recorrían los canales y que en un momento fue necesario soltar amarras de barcos de vapor.

La presencia de estas embarcaciones más grandes y complejas fueron un asombro para los capitalinos de la hoy CDMX

Corría el año de 1940 cuando en Tlahuac, Xochimilco y Calzada de la Viga se solicitaban permisos para que los buques de vapor pudieran navegar y prestar sus servicios.

Fue en 1850 que de manera oficial entraron estas novedosas naves en funcionamiento. El primer viaje del buque Esperanza, hizo su inaugural travesía el 21 de julio de ese año.

Este primer viaje partió del embarcadero del canal de La Viga con destino a Chalco. La embarcación solo tenía espacio para llevar a 20 personas y el recorrido duraba hasta ¡5 horas!

Posteriormente el buque llamado General “Santa Anna” otorgó también servicios a la población.

La aceptación fue grande y para 1855 estos recorridos fueron una cosa común.

Entraron nuevos competidores que vieron una gran oportunidad de negocio y surgieron otras embarcaciones; el Nevada, el Moctezuma y Nezahualcóyotl.

Uno de los datos más interesante fue el que vivió el barco Gautimoc. En 1869, fue invitado el presidente Benito Juárez a su inauguración. Todo era música y fiesta hasta que una gran caldera explotó y espantó al presidente Juárez y al resto de los invitados. No hubo consecuencias mayores, dicen los cronistas de la época; “solo se quedó en un susto, ya que no hubo ninguna víctima”. Pero el momento fue recordado por mucho tiempo.

En 1890 se inauguró otro servicio de barcos que iban hasta Chalco. Para este gran evento se invitó al presidente Porfirio Díaz.

Y pese a la presencia presidencial, fueron pocos los años que duró la moda de este transporte, pues comenzó a popularizarse el ferrocarril, el cual era más rápido, barato y cómodo.

También influyó que en 1921 el gobierno de la ciudad optó por desaparecer el Canal de la Viga. Además. Se inició el proyecto del Gran Canal de Desagüe de la ciudad, que ayudaría a reducir las inundaciones entubando vario ríos y canales.

Y los barcos de vapor desaparecieron de la capital, dejando tras de sí, leyendas que hoy se pueden leer y releer, sobre todo en los tomos que venden las librerías de “usado”.

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