Colaboraciones

Paso a desnivel | Por: David Cárdenas Rosas | Alejandro García Durán de Lara, el Padre Chinchachoma

Fue el protector de niños sin casa en México. “Los niños de la calle”.

Alejandro García Durán de Lara, el Padre Chinchachoma, “sin cabello”, como lo bautizaron amigablemente los mismos niños que recibían su apostolado, se dedicó con una fe sólida a otorgar cobijo a niños desheredados.

Quienes lo conocieron recuerdan a este hombre sirviendo siempre con un espíritu incasable.

Parecía dueño de un carácter contradictorio; desesperado hasta llegar al insulto y en momentos muy serio, áspero, directo y malhablado, pero mayormente, dulce, afectivo y con un gran corazón.

Alejandro García nació en Barcelona, España en 1935, su primer aspiración fue ser médico, hasta que una noche frente al mar, sintió el llamado de Dios al sacerdocio.

Se ordenó en 1962 y fue destinado al barrio de Les Arenes, en Cataluña. El lugar tenía acumuladas carencias y era refugio de personas en condiciones muy lamentables. La llegada y presencia diaria del Padre Alejandro les dio una esperanza continua.

“El sacerdote Alejandro vivía y compartía con ellos sus desventuras, Fue uno más entre ellos…”

A finales de los años 60s. principios de los 70s, llegó a México, venía de lejos.

Dedicó sus esfuerzos trabajando en las escuelas de los Escolapios. En Tlaxcala, Veracruz y Puebla.

En uno de sus recorridos llegó a la Ciudad de México y conoció providencialmente a un grupo de niños sin hogar, a los que eventualmente llevó a vivir con él.

Sin un peso, ni un lugar adecuado para cumplir con su misión Chinchachoma nunca desmayó; mantuvo inalterable la seguridad de cumplir el llamado de Dios.

En 1975 tuvo que regresar, por mandato de sus superiores, a España, ahí permaneció un corto tiempo. Y una mañana simplemente dijo;

“Me voy a México. Él me lo ha pedido. Los niños me necesitan”, y regresó, volvió sin permiso de sus superiores, pero lleno de una inalterable confianza.

En 1979 se constituyeron los Hogares Providencia, donde Chinchachoma convocó y recibió apoyo de varias personas voluntarias y su obra se consolidó.

Drogadicción, alcoholismo, pandillerismo eran parte de la realidad de varios niños que con el cariño e impulso del padre Chinchachoma lograron salir adelante.

La gran obra de este hombre venido de lejos se ha replicado en Centroamérica, Sudamérica, e incluso en África y Asia.

El legado más importante de Alejandro García es “su mensaje de amor” que sigue vivo en los corazones de quienes hoy siendo adultos, recuerdan que cuando partían un pan, el Padre Chinchachoma les pedía compartirlo; “a las michas”.

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