Colaboraciones

Paso a desnivel | David Cárdenas Rosas | La muerte de Robespierre, fin de la era del terror

Francia ya no soportaba más decapitamientos… ¡ya no más sangre!

La muerte de Maximilien Robespierre marcó un momento crucial en la Revolución Francesa.

Robespierre nació en 1758 y se convirtió en un miembro influyente del Comité de Salvación Pública. Para desgracia de las miles de víctimas implantó una etapa de violencia y muerte que no se olvidará jamás.

Maximiliano Robespierre, fue una figura clave en el Comité de Salvación Pública y una de las principales figuras e impulsor del Reinado del Terror.

El llamado incorruptible político fue  fue arrestado el 27 de julio de 1794

Su detención fue el resultado de crecientes tensiones políticas y rivalidades dentro del gobierno revolucionario y los propios excesos del político por eliminar a sus adversarios.

A medida que pasaban los meses, 1793 y 1794, el Reinado del Terror se volvía más brutal y letal.

Muchas personas fueron enviadas a la guillotina injustamente, a veces solo por meras sospechas. Robespierre consideraba que “Si el resorte del gobierno popular en tiempos de paz es la virtud, el resorte del gobierno durante la revolución son, al mismo tiempo, la virtud y el terror. la virtud sin la cual el terror es mortal. el terror sin el cual la virtud es impotente”

Por ese pensamiento y actuar del político autollamado “incorruptible” muchas personas comenzaron a temer la creciente influencia de Robespierre y su facción, los líderes de la Convención Nacional, incluidos algunos de sus antiguos aliados, se unieron para arrestarlo y poner fin a su gobierno radical.

Durante la noche del 9 al 10 de Termidor, Robespierre fue herido en la mandíbula por un intento de suicidio con una pistola. Al día siguiente, 10 Termidor (28 de julio de 1794), Robespierre y sus seguidores fueron llevados ante el Tribunal Revolucionario y condenados a muerte.

La ejecución de Robespierre y sus partidarios se llevó a cabo en la guillotina en la Plaza de la Revolución en París.

La muerte de Robespierre y la caída de su gobierno marcaron el final del Reinado del Terror y la fase más radical de la Revolución Francesa.

Estos hechos se considera como un triste  ejemplo de cómo una revolución puede volverse contra sus propios líderes cuando se autonombran “la ley” o intérpretes de la voluntad popular, cuando en realidad pretenden imponer su voluntad ante los gobernados, porque  “perciben amenazas a la estabilidad y al orden público y a sus gobiernos.

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