Rumbo al 2024

Mensaje del Coordinador del GPPRI, Miguel Ángel Osorio Chong, durante el Foro Sociedad Civil en México

Ciudad de México, 3 de abril de 2019.

Muy buenos días a todas, a todos.

En primer lugar, agradecerles mucho su comprensión por citarles una hora antes del evento, pero el protocolo para entrar al Senado de la República, nos obliga a hacerlo con ese tiempo de antelación.

Ofrecer una disculpa a los más de 100 que están en un salón contiguo, porque la capacidad de este salón no nos dio para que estuvieran todos aquí, pero nos están observando, están en un salón aquí a un lado.

Y por supuesto, agradecer mucho a Claudia, agradecerle su disposición, todas y todos los que están participando en este foro la conocen, saben que es una mujer de causas, es una mujer comprometida por México. Muchísimas gracias Claudia por estar participando el día de hoy. Clara, perdóname, Clara, con razón te me quedabas viendo raro.

Agradecer también por supuesto a mis compañeras senadoras y senadores que están aquí presentes, y en lo particular a los coordinadores Dante, Mancera y Kuri, agradecerles que se hayan tomado el tiempo, pero no solamente el tiempo sino la ocupación.

Cuando platicamos de este foro, venido desafortunadamente de la decisión del gobierno federal de quitarle los recursos a las organizaciones de la sociedad civil.

De ahí les nació por supuesto el interés de participar, y yo les agradezco muchísimo el que estén hoy.

Saludo a los ponentes que se han dado cita el día de hoy, a académicos, expertos, líderes sociales y representantes de organismos internacionales que también habrán de estar participando.

Al público en general, muchísimas gracias.

Al equipo del Instituto Belisario Domínguez.

Sean todas y todos bienvenidos al Senado de la República.

Las organizaciones de la sociedad civil son un elemento constitutivo de cualquier sociedad plural como la nuestra, como la mexicana, porque no hay democracia sin sociedad civil, y tampoco puede haber sociedad civil sin condiciones mínimas de apertura democrática.

Condiciones, que hay que decirlo, no siempre son una concesión de los gobiernos, sino más bien, suelen ser una conquista de las y de los ciudadanos, que en diferentes tiempos, lugares y circunstancias, levantaron la voz y se organizaron para hacer frente al autoritarismo, llenar vacíos del Estado, limitar un estatismo excesivo o simplemente para ejercer su derecho de asociación e impulsar temas en la agenda pública.

Desde esta óptica, es un error repetir, como se ha hecho últimamente, que si los colectivos sociales quieren influir en las decisiones del Estado, entonces deben organizarse para ocupar cargos de elección popular, esto es un error.

Como si fuera esa la única fuente de legitimidad para participar en lo público. Eso no es entender el papel histórico de las organizaciones civiles en el desarrollo de las sociedades abiertas.

Es no darse cuenta de que la diversidad y los contrapesos al Poder, son fortaleza, no una debilidad.

Por fortuna en México, desde hace décadas comenzaron a surgir, primero decenas, después centenas y más tarde miles de organizaciones no vinculadas con un gobierno, pero sí comprometidas con el bien común, con interés, no con intereses.

Y así lo demuestra el hecho de que con datos del 2016, de las 3.2 millones personas ocupadas en estas organizaciones, 2.5 millones eran voluntarios, y solo 1.5 era personal remunerado.

Entonces se trata de grupos conformados por mujeres y hombres con ganas de aportar experiencia, talento y vocación para resolver los problemas más apremiantes del país.

Para -como lo ha dicho aquí el senador Dante- señalar injusticias o actos de discriminación.

Para ofrecer una mano amiga siempre a quien lo necesita; para tender un cobijo, ahí donde el Estado no pudo llegar.

En suma, para avanzar en el respeto a los derechos humanos y ayudar a construir mejores sociedades.

Ejemplos sobran, lo vimos lo mismo en septiembre del 85, en el 2017, cuando la sociedad dio muestra de su nobleza y de su solidaridad.

Lo vimos también con el movimiento de observación electoral, que en los 90 impulsó condiciones para contiendas más equitativas e imparciales en México.

O con todos aquellos grupos que han desarrollado esquemas de apoyo y modelos de intervención en favor de la población callejera, en contra del trabajo infantil o para la prevención de adicciones a través de actividades como la música y como el deporte.

Sin dejar de mencionar los colectivos que pusieron el dedo en el renglón para exigir la acción del Estado en contra de los feminicidios.

O para ampliar la red de refugios para mujeres víctimas de violencia, que hoy pueden llegar a significar la diferencia entre la vida y la muerte, para más de 20 mil mexicanas, y cuya operación de forma muy lamentable ahora se está poniendo en riesgo.

Caso similar al de organizaciones de tierra que laboran en la detección, tratamiento y prevención de la transmisión del VIH, con quienes por cierto, tuve la fortuna de reunirme hace poco.

Todas ellas, las que realizan una labor que llega a donde ningún funcionario público lo hace, desde los picaderos en Tijuana, hasta poblaciones susceptibles como los migrantes de Tapachula o quienes ejercer el sexoservicio aquí en la Merced.

Todo lo anterior, insisto, sin fines de lucro, y además sin buscar ser intermediarios, esto es bien importante, en la repartición de los recursos.

Por el contrario, realizar una labor noble y complementaria, ahí donde las fallas del mercado o las fallas del Estado han dejado gente indefensa o sin acceso a servicios y que gracias a las organizaciones de la sociedad civil cuentan ya con un apoyo.

Por eso creo que el Ejecutivo se equivoca al no abrir espacios de interlocución con todas y con todos ustedes, porque si ha habido excesos como lo han señalado, lo han querido decir una y otra vez, que se sancione y que se corrijan.

Pero no se puede estigmatizar a las organizaciones a partir de una minoría, que todavía no existe, porque todavía no hay señalamiento alguno, ni nombre alguno.

¿De verdad, no se dará cuenta el gobierno federal del daño tan grave que esto ya está generando?

¿Cuántas personas se están quedando sin acceso a retrovirales por la falta de orientación y vinculación?

¿Cuántas mujeres no pueden escapar de la violencia machista, por la falta de espacios de protección?

¿Cuántos jóvenes no van a superar una adicción por falta de especialistas que les apoyen?

¿Cuántas niñas y niños están corriendo riesgos de maltratos o accidentes en sus hogares por la ausencia de estancias?

¿Cuántos adolescentes indígenas perderán redes de apoyo para el ejercicio de sus derechos?

A nadie le conviene que paguen justos por pecadores.

Por eso diferimos de aquellas voces que consideran a la sociedad civil como un obstáculo de gobierno, y no comprenden que es un componente esencial de la gobernabilidad democrática.

Porque son muchos los retos que enfrentamos como país, desde las desigualdades sociales y económicas, hasta la consolidación del Estado de Derecho, como para ser divisivos y no sumar esfuerzos.

Y porque además, si bien es mucho lo que se ha avanzado en la materia, aún es más lo que se puede hacer.

Les comparto solo algunos datos, se los voy a hacer llegar al gobierno.

Mientras en México hay 33 organizaciones de la sociedad civil por cada 100 mil habitantes, en Estados Unidos hay 680; en Chile hay 650, y en Brasil 170.

Es decir, tan solo en este último país, Brasil, hay cinco veces más organizaciones per cápita que aquí en nuestro país, en México.

Eso sin mencionar que 1 de cada 2 organizaciones se concentran en seis estados de la República, me refiero a Chiapas, a la Ciudad de México, al Estado de México, a Jalisco, a Oaxaca y a Veracruz.

Si lo vemos por el lado de los recursos y el fomento público, la situación también nos deja muy, pero muy atrás.

Porque más allá del nuevo discurso oficial, en México solo el 8 por ciento del financiamiento proviene de recursos públicos, mientas que en Estados Unidos es el 31.

Otro ejemplo, para que no me digan que es Estados Unidos, Argentina, es el 19 por ciento.

De hecho, en nuestro país, el 85 por ciento de los recursos de las organizaciones proviene de ingresos autogenerados.

De igual manera, mientras este sector ocupa a tan solo el dos por ciento de la población, en democracias más consolidadas como la alemana o la americana, este dato asciende al 11 y 10, respectivamente.

Es decir, si bien la sociedad civil mexicana ha ido ganando terreno, como en su momento lo hizo con la Ley de Fomento y los fondos de coinversión social, lo cierto es que aún hay muchas más oportunidades de crecimiento, que van desde el marco regulatorio y fiscal, hasta la propia revaloración discursiva de su función o la profesionalización de sus integrantes.

Esa es la razón de que junto con el Instituto Belisario Domínguez se haya convocado a este foro.

Por eso queremos dialogar con ustedes, escucharles y conocer sus propuestas, para que México pueda seguir contando con la sociedad civil vigorosa que se merece.

Nuestra visión es que por más incómoda que sea para el gobierno en turno, más sociedad civil será siempre mejor que menos sociedad civil.

Por eso, el compromiso que les dejo es que desde el Senado impulsaremos las medidas necesarias para su (…) y por su puesto para su ampliación.

Tengan la seguridad de que buscaremos generar una coalición plural que retome las conclusiones a las que aquí se lleguen, para que juntos, y desde la corresponsabilidad podamos promover cambios legales en defensa de las organizaciones civiles.

Nuevamente a todas y a todos, muchas gracias, y por supuesto, de todos nosotros, todo el reconocimiento a la labor que realizar en favor de México.

Muchas gracias a todas y a todos.

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