Colaboraciones

Los positivos estímulos para los bebés

¿Qué tan importante son para usted una caricia o una sonrisa?

La pregunta es pertinente, cuando se trata de balbucear, porque los bebés valoran estas manifestaciones no verbales más que cualquier otra cosa.

Un nuevo estudio muestra que los bebés de ocho meses de edad pueden pronunciar con mayor facilidad sonidos parecidos al lenguaje, no tanto si se emplean palabras articuladas como modelos de imitación sino cuando sus madres los animan mediante contactos oportunos y sonrisas.

Este descubrimiento representa la primera evidencia de que las interacciones no verbales de las madres o cuidadores con los infantes dan forma a su aprendizaje vocal.

Se consolida entonces la idea de que el aprendizaje del lenguaje no depende tan sólo de la habilidad para imitar los sonidos hablados.

Un equipo de investigadores estudió a 30 bebés de unos ocho meses de edad al interactuar con sus madres.

Primero, cada pareja madre-hijo jugó durante diez minutos en un cuarto lleno de juguetes.

A continuación, en los diez minutos siguientes, se les pidió a la mitad de las madres que respondiera inmediatamente a las vocalizaciones de sus bebés con sonrisas, acercándose de ellos y tocándolos, pero sin hablarles.

El resto de las madres participantes recibió indicaciones para reaccionar de la misma forma, sólo que no se les pidió hacerlo en seguida de que el bebé emitiera sonidos.

En los casos en que las madres estimularon las vocalizaciones de sus bebés con sonrisas y contactos, casi inmediatamente el balbuceo adquirió un desarrollo más evidente.

Los bebés enunciaron muchas más sílabas, como “da” y “gu”, además de que respiraron de modo más profundo mientras vocalizaban, lo cual mejoraba su articulación de sonidos y eliminaba el tono nasal que muchos tenían al principio.

Durante un intervalo final de diez minutos, ambos grupos de mamás jugaron sin restricciones con sus pequeños.

Los resultados mostraron que aquellos que habían recibido estímulos no verbales produjeron un mayor número de sílabas y sonidos articulados con mayor precisión, en comparación con los que no los recibieron.

Este estudio es importante porque deposita la mayor parte de la responsabilidad para el desarrollo del habla de los bebés en las personas que los cuidan, mucho más que en un mecanismo especial de imitación infante-madre

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