Seguridad

Con corrupción en los cimientos

Ciudad de México, 25 de septiembre de 2017.- Reglamentos de construcción en la CDMX son de primer nivel, pero no son aplicados en edificaciones, aseguran expertos; afirman que intereses particulares y falta de verificación en los inmuebles son las causas primordiales de derrumbes.

El reglamento de construcción de la Ciudad de México es reconocido a nivel internacional por ser uno de los mejor elaborados en materia de estructuración de inmuebles para soportar sismos de alta magnitud; sin embargo, la corrupción y los intereses de particulares, políticos y de inversión, han provocado el incumplimiento de las normas que apoyan esta reglamentación.

Ingenieros y arquitectos de todo el mundo visitan nuestro país para ser asesorados por los expertos en esta normativa y aprender de la tecnología que aquí se desarrolla desde 1987, año en que se emitió el primer reglamento de construcción del entonces Distrito Federal.

Para el ingeniero Jesús Mendívil, presidente del Colegio Nacional de Ingenieros Arquitectos de México, el exceso de normatividad es una de las causas que genera la corrupción, porque requiere de una inversión considerable cumplir con cada una de las reglas.

“Entre más complejo el diseño de un edificio, entre más pisos, más terreno, más cerca de donde estaba el lago, requiere más responsivas de los directores responsables de obra, que cuestan más dinero. Nosotros mismos pensamos que la excesiva regulación genera corrupción”, dijo.

Según el arquitecto, la mayoría de los permisos que se emiten de manera irresponsable no salen de una oficina de gobierno, sino que son apócrifos. Algunos gestores “engañan a la gente diciéndoles que pueden conseguir permisos y se ha dado el caso de que estos son apócrifos”, aseguró el arquitecto.

Ciudad saturada

Isaura Elisa López Vivero, arquitecta de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), aseveró que no hacen falta más normas o comités de regulación, sino ética profesional de quienes se animan a construir; de los directores de obra que deben revisar las construcciones de manera continua y de los inversionistas, que deben anteponer la seguridad de las personas que habitarán un edificio a lo que puedan ahorrarse en un presupuesto.

“Seguimos sin entender que esta ciudad se está poblando y se está saturando de tal forma que la infraestructura llegará a un punto en que ya no responda a las necesidades, y eso se debe a la falta de análisis urbano, de planeación en políticas urbanas, muchos intereses económicos y, como sabemos, la corrupción”, indicó.

Carlos Mercado Marín, arquitecto de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, explicó que la solución a este problema puede ser tan sencilla como que cada uno de los implicados en la construcción en México realice bien lo que le corresponde.

“En el momento en que hagamos las cosas como se deben, vamos a lograr mejores resultados. Los edificios que están dañados o colapsados en estos días, son edificios construidos desde hace 50 años, son muy antiguos y desde luego que no cumplen con las normas creadas a partir de 1985, los construidos después de esa fecha han respondido bien al movimiento telúrico”, anotó.

Jesús Mendívil pide que se reconozca que no toda la responsabilidad es de los directores de obra o peritos de obra que, encargados de revisar desde el proyecto y hasta la etapa de construcción, sino también de los propietarios que, con el fin de invertir la menor cantidad posible, dejan de lado la seguridad de las personas.

“Los gestores engañan a los propietarios diciéndoles que ellos les pueden conseguir los permisos y eso es un verdadero abuso, porque hay casos [en los] que incluso la autoridad les indica que no pueden emitir el certificado y el inversionista siempre va a pretender que le sea redituable”, expresó.

Aclaró que el asunto no se puede generalizar, pero se han dado varios casos en los que el responsable de gestionar los permisos comete este tipo de irregularidades, por ello, la última actualización del reglamento de construcción obliga al comité que conforman los colegios especializados y la academia a verificar que los permisos no sean apócrifos.

Sí hay avances

Desde el gran terremoto de 1985, especialistas en materia de construcción y de diseño estructural se unieron en diferentes colegios y asociaciones para debatir posibles soluciones y se capacitaron en el extranjero. Este grupo de expertos publicó el primer reglamento en 1987 y sólo se reeditó por completo para 2004.

Carlos Mercado sentenció que México no sólo tiene un gran avance en materia de normativa y en las tecnologías que se utilizan en la construcción, sino que además está listo para enfrentar fenómenos de esta naturaleza.

“Definitivamente estamos listos con las nuevas edificaciones, porque, precisamente, las que más presentaron afectaciones fueron edificaciones ya existentes que difícilmente podían adaptarse a la nueva normativa, por el año en que fueron construidas”, dijo.

López Vivero detalló que el reglamento de construcción se basa en códigos de seguridad como los de California o Japón y maneja criterios del Instituto Americano del Concreto y del Instituto Americano de Construcción en Acero, normas estrictas en cuestiones de seguridad sísmica.

La experta aseveró que a partir de este lamentable evento, lo que queda es la planeación de la reconstrucción de la ciudad, pero lamenta que, como ha ocurrido por muchos años, a la academia y a los estudiantes de Ingeniería y Arquitectura, el gobierno no les dé un voto de confianza para mostrar las soluciones emergentes en las que trabajan desde las aulas.

“Porque hay, de verdad, dentro de los chicos que se preparan para ser profesionales, muy buen nivel de calidad. Desafortunadamente no se tiene el apoyo para desarrollar estas ideas, siempre se imponen los intereses de otros grupos, llámense políticos o empresarios”, dijo.

“Hay despachos que han hecho planes maestros completos para reconstruir la Ciudad de México, con análisis muy detallados en las soluciones de infraestructura y seguridad, pero que no se toman en cuenta. Nada más nos tienen en el momento en que está la emergencia, y después ya no se acercan a nuestras investigaciones”, lamentó.

López Vivero es una de las docentes que organizó las brigadas de reconocimiento de daños estructurales en las que han participado los alumnos de la UAM, y asrgura que en los recorridos no ha resultado tan apremiante el estado de las construcciones como la preocupación de las personas por las condiciones de su patrimonio.

Alejandra Canchola | El Universal

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