Cultura

Códices de De Sahagún, memoria del mundo

21 de octubre de 2015.- Por considerarse un tesoro lingüístico, la obra de fray Bernardino de Sahagún —el Códice Matritenses y el Códice Florentino— ha sido inscrita en el Registro Internacional del Programa Memoria del Mundo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

primeros-memoriales.-foto-bnah-inah2La inscripción reconoce también el trabajo de carácter antropológico y el método de investigación de la cultura náhuatl llevado a cabo por Sahagún, así como el carácter de referencia de la época prehispánica y colonial, el amplio conocimiento del México antiguo y la revaloración de las raíces milenarias que ofrece la obra.

El anuncio oficial se celebró este martes en el Museo Nacional de Antropología, en una ceremonia presidida por las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Conaculta, que contó con la presencia del doctor Miguel León-Portilla, miembro del Colegio Nacional y Premio Nacional de Ciencias y Artes.

León-Portilla señaló a fray Bernardino de Sahagún como “precursor de la antropología moderna y padre de la literatura náhuatl”. El especialista explicó que tan pronto como llegó a México, en 1529, el franciscano comenzó a “nahuatizarse” y a “preocuparse por los otros”, por los indios de México, y con ello creó un método antropológico que es el mismo que siguen usando hoy en día muchos antropólogos en el mundo.

Memoria del Mundo es un programa de la UNESCO creado en 1992 con la finalidad de salvaguardar el patrimonio documental como libros, archivos y materiales audiovisuales de valor universal.

De Sahagún, gran etnógrafo

León-Portilla, investigador emérito de la UNAM, destaca que de todos los misioneros que recibieron el encargo de preparar gramáticas de la lengua principal que era el náhuatl, así como de investigar sobre la cultura indígena, hubo uno que consiguió un método original que le permitió obtener copiosa información: Bernardino de Sahagún.

En 1536, con otros religiosos fundó El Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, destinado a la enseñanza académica y religiosa de jóvenes nahuas. Con el auxilio de maestros indígenas, a buen número de estudiantes nativos les transmitió no sólo la doctrina cristiana, sino el conocimiento de las principales creaciones grecorromanas.

Fue maestro y formó a varios estudiantes que más tarde hizo sus colaboradores en la tarea a la que consagró los últimos 40 años de su vida: preservar lo más valioso de la herencia cultural indígena en su magna obra: los códices Matritense y Florentino o Historia general de las cosas de la Nueva España.

Estudiosos de Sahagún como León-Portilla, Alfredo López Austin y Manuel Barbero Richart exponen que su obra posee valores históricos, arqueológicos, lingüísticos, zoológicos y de herbolaria, pero su primordial importancia radica en los datos etnológicos, pues la información que recogía era obtenida directamente de los indígenas, quienes le hablaban de sus costumbres, tradiciones, conocimientos y de lo que sabían acerca de sus antepasados, todo registrado en náhuatl, garantizando información auténtica.

La tarea de Sahagún comenzó en 1547 en el Colegio de la Santa Cruz, donde fue maestro. Continuó en Tepeapulco entre 1558 y 1561, donde recopiló testimonios orales a través de entrevistas. Después de Tepeapulco, el religioso regresa a Tlatelolco, donde permanece hasta 1565 mientras depura su información y redacta los “primeros memoriales”.

De 1566 a 1569, en Tenochtitlán, repasa a solas sus escrituras, ordena su información recopilada en náhuatl y realiza su traducción al castellano. El resultado de ese trabajo es el Códice Florentino, inspirado en las obras enciclopédicas como La Historia de los Animales y Las partes de los animales, de Aristóteles y La Historia Natural, de Plinio.

Un desafío a la nueva religión

El franciscano Bernardino de Sahagún nació en 1499, en Villa de Sahagún, de la que tomó su nombre, en el antiguo reino de León, España. Estudió en la Universidad de Salamanca, desde aquellos tiempos una de las más importantes de Europa, donde conjugó los más variados conocimientos y promovió el interés por las manifestaciones culturales de los más remotos pueblos. Los estudiosos de Sahagún calculan que tomó los hábitos en la orden de san Francisco en 1516 o 1518. Llegó a México en 1529 y aquí vivió hasta su muerte en 1590.

La historiadora Pilar Máynez destaca que si bien en un principio Sahagún contó con el apoyo de la orden franciscana para realizar su obra intelectual, a partir de 1570 le fue retirado el subsidio destinado a ésta, argumentando que era contra la pobreza gastar dinero en escribirse aquellas escrituras. Se aunaron también las confiscaciones de sus manuscritos por orden de la corona española, que advertía los efectos nocivos que podrían ejercer tales escrituras para la implantación del culto cristiano en el Nuevo Mundo.

Códice Florentino

Historia general de las cosas de la Nueva España es una obra enciclopédica sobre la gente y la cultura del centro de México. El manuscrito, al que comúnmente se llama Códice Florentino, llegó a manos de los Medici a más tardar en 1588 y ahora se encuentra en la Biblioteca Laurenciana de Florencia. Está conformado por 12 libros encuadernados en tres volúmenes, manuscritos en náhuatl y español y con láminas elaboradas por tlacuilos. En 1830 Carlos María de Bustamante realizó la primera edición mexicana con el título Historia general de las Cosas de la Nueva España, a partir de entonces todas las ediciones en español llevan ese título.

Códice Matritense

Con el nombre de Códices Matritenses —por hallarse en Madrid— se denomina uno de los conocidos como Manuscritos Mayores de la Historia de Bernardino de Sahagún. Son dos volúmenes que se encuentran en Madrid y que se consideran como la versión más antigua conservada de la Historia General de las cosas de la Nueva España.

El manuscrito de la Biblioteca del Palacio Real está formado por 303 folios con medidas de encuadernado en pasta valenciana a mediados del siglo XVIII. El manuscrito de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia son 343 folios también encuadernados en el siglo XVIII, aproximadamente.

Con información de: EL ECONOMISTA

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