Colaboraciones

Charlas de Taberna | Por Marcos H. Valerio | “No hacer leña del árbol caído”

En esta ocasión, unos feligreses, quienes se dicen católicos comprometidos, ya que asisten cada semana a la parroquia a su clase de Biblia y además ofrecen su servicio de evangelización en la comunidad, esperaban con ansia al sacerdote. Apenas llegó, lo recibieron con un cuestionamiento.

“Padre Raúl, estamos consternados, qué va a pasar con nosotros, la Iglesia, ¿ya se enteró que un juez de Control vinculó a proceso al sacerdote Francisco Javier Bautista por el delito de homicidio calificado contra Hugo Leonardo Avendaño, por lo que le impuso prisión preventiva en el Reclusorio Oriente y fijó un plazo de tres meses para el término de la investigación?”.

El padre Raúl pidió a los asistentes tomaran su asiento, sacaran su Biblia y buscaran el Evangelio de Juan, capítulo 8, versículos del 3 al 11.

Uno de ellos leyó: “Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio y poniéndola en medio le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Más esto decían tentándole, para poder acusarle”.

“Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”.

“E inclinándose de nuevo hacia el suelo siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?”.

Ella dijo: “Ninguno, Señor”. Entonces Jesús le dijo: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más”.

Una vez que terminó la lectura del Evangelio, el padre Raúl continuó: “Un servidor y ustedes siguen a Jesucristo, quien nos ha dado ejemplo con sus buenas obras, no estamos aquí por la figura del sacerdote. La Iglesia Católica siempre ha sido atacada y pese a ello, ha coexistido durante más de dos mil años”.

“No nos corresponde juzgar al hombre, las autoridades judiciales lo están haciendo, nosotros tenemos que orar para que en verdad haya justicia y que cumpla una pena, quien sea o sean culpables. Ustedes y yo también debemos pedir consuelo para los familiares de la víctima”.

Sugirió a los feligreses no juzgar ni emitir cuestionamientos. “Recuerden que el Evangelio de Mateo 15, versículo 18, afirma: Más lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre”.

Reiteró: “Dejen que las autoridades judiciales hagan su trabajo”. Incluso, recordó que la Arquidiócesis de la Ciudad de México ofreció apoyar en las indagatorias y exigió a las autoridades judiciales que el proceso se apegue a derecho por el bien del imputado y de la víctima.

Los feligreses, como en el pasaje de la Mujer Adúltera, no volvieron a mencionar el tema durante su estancia en clase.

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