Colaboraciones

Charlas de Taberna |Por Marcos H. Valerio |Mata a su bebé para lastimar a su esposo.

Pese a las constantes discusiones entre sus padres, Francisco era un niño de cuatro años, muy feliz; le encantaba jugar fútbol en el patio de la vecindad con Alfredo, su papá, o a las escondidillas con sus amiguitos.

Sofía, aunque quería mucho a su hijo, le irritaba que su esposo dedicara más tiempo a Paquito, pues continuamente le reprochaba que ya no iban al cine o a cenar tacos; ahora, todas las películas piratas que compraba eran infantiles, “ya no había tiempo para ella”, decía.

Constantemente afirmaba que era muy infeliz.

Una noche anterior al crimen, la mujer amenazó a su cónyuge con abandonarlo. El hombre respondió que lo único que pelearía sería la custodia de la criatura y que, si deseaba llevarse el poco mobiliario, él no tenía problema.

Esta decisión nunca la esperó Sofía, pensaba que con la amenaza todo volvería a la normalidad.

A la mañana siguiente, como era costumbre, Alfredo madrugó para llegar a tiempo a la fábrica donde laboraba. Antes, santiguó a su hijo, le acarició la cabeza y se retiró.

Sofía era conocida como una mujer impulsiva y agresiva, sin embargo, Paquito era muy querido por todo el vecindario. Ese día, cerca de las 9:00 pm, Sofía tuvo una riña con su vecina.

Al mediodía, Francisco jugaba en el patio. Su mamá lo llamó para bañarlo y posteriormente le dio de comer. El niño pedía que lo dejara seguir con sus amiguitos. La madre le negó el permiso argumentándole que estaba enferma y que él la tenía que cuidar.

Paquito lloró durante largo tiempo. Mientras Sofía lo arrullaba, le decía palabras tiernas y lo acariciaba, hasta que se quedó profundamente dormido. La madre se dirigió al baño en busca de una navaja de rasurar.

Nuevamente tomó a su hijo entre sus brazos y se sentó en la cama, al tiempo que pensaba que si su hijo moría “Alfredo se destrozaría y su depresión lo podría llevar a las drogas, pues la última vez que se deprimió tuvo una sobre dosis y hasta el hospital llegó”.

Entre lágrimas, la mujer le cortó el cuello del lado izquierdo; al ver que el menor empezó a patalear, le hizo otra herida del lado derecho y lo abrazó muy fuerte hasta que se desangró.

Acto seguido, intentó suicidarse, por lo que se hizo varias heridas con la navaja en ambas muñecas y el cuello. Minutos más tarde, la mujer quedó inconsciente, al lado de su hijo.

Los amiguitos de Paquito fueron a buscarlo para seguir jugando a las escondidillas, pero al ver que no abrían la puerta se asomaron por la ventana y vieron el charco de sangre que cubría ambos cuerpos.

Los vecinos informaron a la policía que, quienes con un Ministerio Público, peritos y servicio médico forzaron la chapa para poder acceder al lugar del crimen. La madre todavía estaba agonizante.

Alfredo llegó cuando levantaban el cuerpo de Paquito. Lo abrazó, soltó en llanto, no quería dejarlo, pese a que las autoridades le decían que era necesario hacer varios trámites.

La mujer fue enviada al hospital de Xoco, cerca de las 21:00 pm, los médicos afirmaron que las heridas de Sofía no eran graves, que no había lesiones en algún órgano vital, mucho menos estaba demente, simplemente estaba conmocionada, por lo que los psiquiatras recomendaron que tuviera vigilancia permanente, ya que intentaría quitarse la vida.

Fue trasladada al Ministerio Público. Al rendir su declaración describió el crimen y aseguró que lo hizo “porque Alfredo quería mucho a Paquito, y era lo que más le iba a doler”.

Actualmente, Sofía cumple una condena de 30 años en el penal femenil de Tepepan, lugar donde hace unas semanas culminó una sentencia similar Claudia Mijangos, La Hiena de Querétaro, quien asesinó a sus tres hijos.

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