Colaboraciones

Charlas de Taberna | Por Marcos H. Valerio | Ilusión arrebatada.

Proveniente de una familia desintegrada y maltratado durante su infancia, José Luis Calva Zepeda, “El Caníbal de la Guerrero”, que en noviembre de 2008, tras ser detenido por la Procuraduría capitalina, fue interrogado en el hospital de urgencias Xoco por psiquiatras y psicólogos.

Durante varios días, los especialistas evaluaron su perfil psicológico, quien se describía: “Por niñez, tengo un par de bellos recuerdos que nunca viví. Era un niño que soñaba con los dulces sueños. Me considero un buscador de amigos”.

Recordó que era el 5 de enero de 1975, iba ser la media noche, a sus seis años de edad, tenía la ilusión de conocer a los Tres Reyes Magos, por lo que decidió esconderse bajo el viejo sofá que estaba en la sala, minutos más tarde, vio a Elia Zepeda -su mamá-, que llevaba varios juguetes para sus seis hijos.

La madre, arreglaba el lugar, donde llegarían Los Magos, de pronto, un ruido la interrumpió, era el pequeño José Luis que observaba escondido, motivo que enfadó a la progenitora, lo regañó, lo golpeó y rompió frente a él su carrito y lo amenazó de no comentar a sus hermanos lo sucedido. Horas más tarde, sus familiares jugaban con su regalo, él sólo observaba.

Pasado el mediodía, tomó su cajón que tenía grasas para lustrar zapatos, y se encaminó a la avenida. Un hombre de 50 años, le pidió el servicio. A tiempo de que le “daba bola”, le preguntó: “¿Qué te trajeron Los Reyes?”.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, alzó la cabeza y contestó: “Nada, aunque ya sé que no existen los Reyes Magos. Mi mamá, que es una mujer dura y castrante, me golpeó por espiar cuando ponía los juguetes”.

El hombre se mantuvo en silencio por unos minutos, cuando el niño terminó de lustrar sus zapatos, lo llevó al mercado ambulante que se pone en la colonia Los Volcanes, en Ciudad Nezahualcóyotl, le compró el carrito que deseaba.

Más tarde, regresó a su casa con el juguete en los brazos, la madre enfurecida, nuevamente le destruyó el regalo y lo mandó a la calle a seguir aseando zapatos.A los pocos meses huyó de su casa, vagó entre las polvorientas calles del municipio de Nezahualcóyotl.

La niñez marcó su personalidad. El sufrimiento, el maltrato y la violencia, formaron sus sentimientos de frustración, sus deseos de dominación, de control y ausencia de una empatía, incluso, se podría interpretar, que ese deseo brutal, donde presuntamente se comió la carne de su víctima como un acto de poder y de absorber la cualidad de la mujer, conclusión que llegó el criminólogo Timely Santiago Cruz.

Por su parte, el entonces director de la coordinación de Servicios Periciales de la Procuraduría capitalina, Rodolfo Rojo, reveló que con base en patrones establecidos por el FBI, se determinó que Calva Zepeda era intolerante al rechazo con inteligencia promedio y aversión a la soledad.

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