Colaboraciones

Charlas de taberna | Por: Marcos H. Valerio | “Guanajuato, donde la vida no vale nada”

El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador visitó Guanajuato, estado que en los últimos meses se han suscitado asesinatos, incluso a policías. Además, van en aumento el huachicoleo, asaltos y narcomenudeo.

El cártel de Santa Rosa de Lima comandada por José Luis Yepez, El Marro, es la banda delictiva que opera en la entidad, la cual, es muy claro que no respeta ni a las autoridades locales ni federales. Hace 20 días, el gobierno, encabezado por Diego Sinhue Rodríguez, al no poder controlar la delincuencia organizada, inventaron un delito a la madre del Marro.

La acusó de ser la administradora de los narcomenudistas que operan en Guanajuato. De inmediato, un ejército de abogados y peritos, principalmente, comprobaron en menos de 72 horas, que la señora junto con dos féminas más, no tenían vínculos con la delincuencia. 

AQUÍ LA HISTORIA RELATADA POR UN ASISTENTE:

Era la madrugada del 27 de junio en el penal de Puentecillas, Guanajuato. El lugar estaba fuertemente resguardado por policías, así como de elementos del Ejército Nacional y Guardia Nacional. Nada más, se estaba llevando a cabo la audiencia definitiva de la madre de El Marro y de otras dos mujeres presuntamente vinculadas con la delincuencia organizada.

A pesar de la pandemia de Covid-19, había gran cantidad de personas en las afueras del juzgado, sin sana distancia, entre los que se encontraban familiares, abogados defensores, personal de la Fiscalía y administrativos, así como un fuerte operativo de seguridad y gran cantidad de periodistas que se aglutinaban alrededor de los litigantes para obtener información de primera mano acerca del caso.

En el estacionamiento había varias camionetas con policías y fuertemente armados, vigilando sin parpadear, pues temían de un ataque para rescatar a la mamá del Marro. Así transcurrieron más de 20 horas.

Los elementos de seguridad se veían tensos, incluso atemorizados. Empuñaban sus armas largas, listos para actuar ante cualquier ataque por parte del hampa. Apuntaban a los clientes que acudían a una tienda de conveniencia que se ubica cruzando la carretera, en medio de la nada.

Una mujer policía comentó con su compañera: ¿y si tiran la reja, si lanzan granadas? -puede ser, respondió la otra con preocupación con voz quebrada y nerviosa.

Había llovido pero el calor era intenso, ¿o serían los nervios? De pronto, como en una película de terror, se escuchó a lo lejos un grito de mujer que más parecía una especie de lamento y con gran eco:

¡Evaaaaa! Luego, el silencio absoluto que fue interrumpido por el grito de un hombre, ¡Evaaaa!, clamaban las voces y se erizaba la piel por el miedo.

El nerviosismo de los elementos de seguridad era evidente, miraban a lo lejos, buscando el origen de los gritos porque el mensaje era claro, había gente apoyando a la madre del El Marro.

Esa madrugada se respiraba el miedo, las calles del pueblo estaban desiertas, sin gente, sin vehículos ni policías, vamos, ni un perro ladraba; era un pueblo fantasma. Parecía un toque de queda, los testigos temían ser víctimas de una bala perdida o del cierre de calles ante la violencia que ha recrudecido en el Estado de Guanajuato.

Más tarde, la madre del Marro y las otras dos mujeres fueron liberadas, ya que jamás les comprobaron ser miembros de la delincuencia organizada, todo lo contrario, la detención fue irregular. Sin embargo, el crudo desenlace no se hizo esperar.

Al retirarse los abogados de la defensa, decidieron viajar en caravana cuando fueron interceptados por un retén de la policía local buscando a la madre de El Marro, quien ya se había retirado con sus familiares.

Se desató una persecución, siendo asesinado uno de los abogados con impactos de bala en la cabeza. Horas después, los policías que ejecutaron de manera cobarde al jurista, fueron acribillados. “Ojo por ojo”, dicen los oriundos.

Lo cierto es que, “en Guanajuato la vida no vale nada”, donde urgen las medidas de seguridad para sus moradores y sus visitantes, y no parecen formar parte del futuro inmediato, pues el gobernador Diego Sinhue Rodríguez, parece no importarle.

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