Colaboraciones

Charlas de taberna | Por: Marcos H. Valerio | “El Pozolero” y su historia de horror

En los inicios de 2009, una historia de horror sacudió a México y al mundo entero cuando la Procuraduría General de la República (PGR) anunció la captura de Santiago Meza López, conocido como “El Pozolero”, quien ya figuraba entre los 20 fugitivos más buscados por el FBI.

Las imágenes de un hombre robusto, escoltado por guardias armados, pronto ocuparon los titulares de los principales medios de comunicación tanto a nivel nacional como internacional.

Y no era para menos, pues Meza López había confesado ser responsable de la desaparición de al menos 300 personas, una atrocidad que estremeció a la sociedad.

Su asociación con los Arellano Félix y su cruel método de disolver cuerpos lo convirtieron en un símbolo del recrudecimiento de la violencia en México. Pero su historia, desde sus humildes comienzos como albañil hasta su ascenso en las filas del narcotráfico, revela cómo la búsqueda de una vida mejor puede llevar a caminos oscuros.

Originario de Sinaloa, Meza López se trasladó a Tecate en busca de oportunidades, donde pronto fue reclutado por el cártel. Su papel como «Pozolero» consistía en desaparecer los cuerpos de sus víctimas, utilizando métodos brutales que dejaron una huella indeleble en la sociedad mexicana.

En 1996, mientras trabajaba como albañil y cuidaba caballos para los Arellano Félix, Santiago Meza López fue testigo de un escalofriante «experimento». Invitado por los líderes de la organización, presenció cómo una pierna de res se deshacía en un tambo lleno de agua y químicos.

Seis meses después, fue encargado de disolver su primer cuerpo completo en un tambo similar, trabajo que realizó durante nueve años, recibiendo un pago mensual de 600 dólares.

A pesar de su detención y posterior condena, Meza López se ha convertido en un símbolo de la violencia que asola a México, destacando la urgencia de abordar las raíces de este fenómeno y brindar esperanza a quienes están atrapados en su espiral.

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