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Charlas de taberna | Engaño económico a quienes rentan su vientre | Por: Marcos H. Valerio

Recientemente, el Papa Francisco expresó su condena hacia la gestación por sustitución, tildándola de deplorable, y abogó por su prohibición a nivel internacional.

Durante una conversación con Abigail Villegas, una mujer de 33 años, madre de dos hijos y asesora inmobiliaria, compartió su experiencia tras someterse al proceso de gestación en dos ocasiones.

Recuerda que la primera vez, transcurrió sin inconvenientes, mientras que la segunda no fue tan afortunada. Abigail denuncia haberse sentido vulnerada económicamente, físicamente y emocionalmente durante este proceso.

En 2020, tuvo su primera experiencia y dio a luz a gemelos. Según su relato, decidió someterse al procedimiento como un «acto de amor» para un conocido estadounidense que deseaba ser padre soltero.

La realizó a través de una agencia en Cancún, donde reside actualmente. Abigail recuerda que en ese momento, el padre adquirió un paquete que garantizó su atención médica incluso después de la cesárea.

A finales de 2022, durante una estancia temporal en el Estado de México, acudió a una clínica recomendada por la directora de la agencia en Cancún para una revisión posparto.

Fue en ese momento que le propusieron ser donante de óvulos y luego insistieron para que volviera a ser gestante, argumentando que cuando lo hizo para el estadounidense, «nunca tuvieron problemas con ella».

A pesar de sus reservas, aceptó y comenzó el proceso con una agencia europea, esta vez para una pareja homoparental mexicana-inglesa. Abigail señala con decepción que las promesas iniciales de apoyo y bonificaciones no se cumplieron una vez que se sometió al procedimiento, lo que la dejó en una situación comprometida.

Narra que las agencias asignan personas de acompañamiento a las gestantes, pero en su caso, la coordinadora de la compañía no cumplió con las responsabilidades acordadas. Y la falta de un marco jurídico adecuado también se convirtió en un problema, ya que las cláusulas del contrato favorecían a los padres y madres contratantes.

Según la académica en la Facultad de Derecho de la UNAM, Rosalía Ramos García, las clínicas cobran alrededor de 60 mil dólares o euros a los padres intencionales, pero la cantidad que llega a las gestantes es mínima. Los contratos, diseñados para parecer que ofrecen gestación como un servicio, generan un tipo de trabajo que involucra el cuerpo y el tiempo de la mujer gestante.

La historia de Abigail revela situaciones en las que las mujeres gestantes se enfrentan a incumplimientos contractuales, promesas incumplidas y falta de apoyo adecuado, lo que destaca la necesidad de una regulación más clara en este ámbito.

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