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Charlas de taberna | Eclipses, fenómeno que desconcierta a los animales | Por: Marcos H. Valerio

Cada que hay un eclipse de Sol, la gente refiere que los animales muestran un comportamiento inusual al caer la oscuridad, como que las gallinas se duermen, los grillos cantan y los mosquitos comienzan a picar, pero aunque son muchos los reportes hay pocos estudios científicos al respecto.

Esto se debe a que los biólogos cuentan con los muy pocos minutos que dura el evento para hacer sus observaciones, que casi siempre resultan insuficientes.

Sin embargo, gracias a la tecnología actual cualquiera puede grabar con su celular a mamíferos, aves e insectos a lo largo del fenómeno y enviar dicho material a los expertos.

A esto se le llama ciencia ciudadana, porque la hacemos todos sin importar nuestra formación, explica el neuroetólogo y posdoctorante de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM, Ron Fernández.

De lo que sí estamos ciertos es de que su conducta cambia y eso es algo que debemos estudiar a fondo, añade. Y es que cada que ocurre uno de estos fenómenos la gente suele dar cuenta de los comportamientos más inusuales, como que las luciérnagas refulgen a mediodía, los perros ladran sin concierto, los búhos ululan, los grillos cantan sin ser de noche o, como algunos paseantes poco afortunados han notado, los mosquitos se levantan de entre la hierba y pican con frenesí, por poner pocos ejemplos.

Esto pasa porque los organismos han evolucionado para adaptarse al eterno vaivén entre el día y la noche y han desarrollado una suerte de reloj interno que, cual metrónomo, marca sus ritmos biológicos en periodos de 24 horas. “A esto se le llama ciclo circadiano y tiende a mantenerse inalterable; sin embargo, si pasa algo extraordinario como el cambio abrupto de luz a oscuridad que viene aparejado con los eclipses, veremos que algunas criaturas nocturnas se activarán, otras de hábitos diurnos se aletargarán y especies que usan al Sol como brújula se desorientarán y perderán rumbo”.

A Ron Fernández le llama la atención que, mientras los relatos anecdóticos sobre el comportamiento animal durante los eclipses abundan, los estudios científicos son escasos y, aunque si bien hay algunos que arrojan datos sorprendentes como el realizado en las selvas de Veracruz, donde se constata cómo las arañas Metepeira incrassata en cuanto se ennegrece el cielo deshacen lo que habían tejido minutos antes tan sólo para volverlo a tejer en cuanto el Sol regresa, “las publicaciones existentes resultan insuficientes como para responder a las muchas interrogantes que, todo el tiempo, nos estamos planteando los biólogos”.

A decir de Anthony Aveni, académico de la Universidad de Colgate y uno de los padres de la arqueoastronomía, pocos eventos celestes generan tanta literatura como los eclipses: “Tan sólo dos minutos de oscuridad dieron pie a una centena de artículos en el New York Times en enero de 1925”, señala.

Entonces, ¿por qué esta falta de material en lo que respecta a la fauna?

El mismo profesor Aveni aventura una respuesta: “Siendo un astrónomo, no puedo imaginar la dedicación y fuerza de voluntad que implica centrar tu atención en un animal durante un eclipse total, en vez de hacerlo en el Sol”.

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