Colaboraciones

Charlas de biblioteca | Marcos Hernández Becerril | De la tristeza a la alegría.

Carlos, Sofía, Luis, Clara y Fabián son pequeños colibríes que juegan por las tardes en el bosque, mientras sus mamás charlan a la orilla del río, frente a la cascada, donde el sol utiliza el agua como espejo.  

Hoy es el cumpleaños de Carlos, por lo que sus amigos, desde un día antes, planearon una fiesta sorpresa. Cada uno tenía una actividad.  

Sofía buscó los globos más grandes, Luis y su mamá hornearon el pastel, Clara buscó los mejores regalos y a Fabián le tocó distraer a Carlos para evitar que se diera cuenta de la sorpresa.  

Como todos los años, Carlos esperaba con ansia su fiesta, por lo que desde muy temprano checó su calendario y… ¡se puso a volar de felicidad! De inmediato buscó a sus amigos para que lo felicitaran.  

Los encontró en el jardín floreado, pero al ver que nadie lo abrazaba preguntó emocionado: “¿Qué día es hoy?”.  

–          “Es viernes” contestaron muy serios sus amigos.  

Toda la mañana estuvo esperando un regalo, una felicitación, lo cual nunca llegó. Sus amigos lo entretuvieron limpiando un nido. Más tarde, Fabián lo llevó a la montaña más alta disque para ver pinos, ¡para él era algo muy aburrido!

Ese momento lo aprovecharon los demás amigos colibríes para preparar la fiesta en el jardín floreado.

Al atardecer Carlos se aburrió de ver pinos y más pinos, por lo que decidió volar al nido con su mamá. Antes, Fabián insistió en que pasaran al jardín floreado, pues se había enterado de un hermoso arco iris que se mostraba en el lugar.

Carlos aceptó. Mientras volaban no creía por qué sus amigos se habían olvidado de tan importante fecha. Al llegar, notó que no había un arco iris, pero apenas se adentraron escucharon: “¡sorpresa!”.

En la mesa había millones de cosas: Al frente un pastel de chocolate de cien millones de capas, estaba la fuente de chocolate, dulces de miel, caramelos con doble azúcar, malvaviscos, helado de vainilla y una piñata.

También había otra mesa con regalos. Segundos más tarde estaba rodeado de todos sus amigos que revoloteaban de alegría, lo abrazaban, le cantaban. Fue una fiesta en verdad sorpresa.

Carlos no sabía qué hacer con tanta comida deliciosa y regalos. La mamá de Carlos agradecía a los invitados por tan bello momento. 

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