Washington redefine su apoyo a la ONU con un aporte condicionado de 2 mil millones de dólares
- El gobierno de Donald Trump impulsa una reforma del sistema humanitario mientras reduce de forma drástica la asistencia exterior de Estados Unidos
Washington, 29 de diciembre del 2025.- Estados Unidos anunció un compromiso de 2 mil millones de dólares para financiar programas humanitarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en una decisión que marca un giro en la política exterior de Washington al priorizar la reducción del gasto y condicionar la ayuda a una reestructuración profunda del sistema humanitario internacional.
El monto, considerablemente menor al aportado por Estados Unidos en años recientes, será canalizado a través de un fondo común administrado por la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), con el objetivo de centralizar la asignación de recursos y reforzar el control sobre su destino. La Casa Blanca considera este esquema una contribución “generosa” en el nuevo contexto fiscal, mientras críticos advierten sobre el debilitamiento de la respuesta global ante emergencias.
En la última década, Washington llegó a destinar hasta 17 mil millones de dólares anuales a programas humanitarios respaldados por la ONU, además de cubrir cuotas obligatorias por su membresía en el organismo. La reducción actual ocurre en un momento en que las necesidades humanitarias se han intensificado debido a conflictos armados, hambrunas y desastres naturales asociados al cambio climático.
Las medidas adoptadas por el gobierno de Trump han provocado recortes significativos en agencias clave como el Programa Mundial de Alimentos, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones, que enfrentan cancelación de operaciones, despidos y una disminución en la cobertura de servicios esenciales.
Funcionarios estadunidenses sostienen que la centralización de la ayuda permitirá reducir la burocracia, eliminar duplicidades y asegurar que los recursos estén alineados con las prioridades de la política exterior de Estados Unidos. El embajador ante la ONU, Michael Waltz, afirmó que la reforma busca “maximizar el impacto de cada dólar invertido” y garantizar resultados medibles.
El plan prevé dirigir los recursos inicialmente a 17 países considerados prioritarios, entre ellos Haití, Siria, Ucrania y Bangladesh. Otros escenarios críticos, como Afganistán y los territorios palestinos, quedaron fuera de esta etapa, lo que ha generado cuestionamientos entre organizaciones humanitarias y analistas internacionales.
Desde la ONU, el titular de la OCHA, Tom Fletcher, reconoció los desafíos financieros que enfrenta el sistema de ayuda global, pero calificó el acuerdo como una señal de compromiso en un contexto de creciente presión presupuestaria y tensiones geopolíticas.
Mientras Washington defiende la iniciativa como un paso necesario para reformar un sistema que considera ineficiente, organizaciones humanitarias y expertos advierten que los recortes podrían agravar crisis existentes y debilitar el liderazgo internacional de Estados Unidos en materia de asistencia humanitaria.
