Salud y Belleza

Las abejas hacen realidad los sueños en Uzbekistán

Ciudad de México, 29 de octubre de 2025. Zarnigor Yakubova ha estado rodeada de abejas la mayor parte de su vida. Creció en una pequeña aldea del distrito de Bo’stonliq, en la región montañosa de Uzbekistán, y ayudaba a su padre en las tareas apícolas de la familia. Lo que comenzó como una costumbre familiar se convirtió en una habilidad que ella llevó cultivó discretamente hasta la edad adulta.

Zarnigor era una estudiante apasionada, con grandes conocimientos de idiomas y planes de convertirse en profesora, y siempre creyó que dedicaría su futuro a trabajar en el ámbito de la educación.

Pero todo cambió bruscamente. Estando embarazada de su primer hijo, se divorció al mismo tiempo que cuidaba de su madre, gravemente enferma. Sin oportunidades laborales en su pueblo y sin apoyo externo, Zarnigor tuvo que hacer frente al enorme reto de mantener sola a toda su familia.

“La comunidad en la que vivo es muy tradicional. Aquí, se considera que el divorcio es culpa de la mujer. Nadie lo dice, pero todos lo piensan”, confiesa. “Las habladurías corren rápido y es difícil encontrar apoyo. Pero no me di por vencida”.

Con pocas opciones y habiendo interrumpido sus estudios, volvió a algo familiar: las abejas.

“Aún recuerdo cuando [mi padre] recolectó su primera miel, unos 10 o 15 kilos. Nos compró un pequeño obsequio de madera con forma de corazón. Ahí fue cuando me di cuenta de que este trabajo tenía valor”.

Al principio, se dedicó a las colmenas de su familia. Pero el trabajo era muy duro. Sus equipos eran obsoletos. Solían fundir la cera en grandes ollas, por lo que quedaban impurezas y aumentaba el riesgo de enfermedades.

Los apicultores de cinco comunidades vecinas tenían que compartir un único extractor de miel, esperar su turno y, a menudo, recorrer grandes distancias. Cuando las colmenas se enfermaban, no disponían de medios para detectar el problema o tratarlo a tiempo. Podían perderse cosechas enteras de miel debido a brotes de enfermedades, y cada retraso entrañaba menores rendimientos e ingresos.

En 2023, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se puso en contacto con Zarnigor para que se uniera al proyecto “No dejar a nadie atrás”, apoyado por el Ministerio de Agricultura y Silvicultura de Türkiye. Con el proyecto se empodera económicamente a las mujeres rurales al darles acceso a conocimientos agrícolas, instrumentos y redes de pares.

Zarnigor fue una de las 48 mujeres del distrito de Bo’stonliq seleccionadas para recibir ayuda.

A través de sesiones de capacitación impartidas por expertos y un festival regional de apicultura, Zarnigor amplió en gran medida sus conocimientos. Los talleres abarcaron métodos prácticos para mejorar la higiene de las colmenas, detectar los primeros signos de enfermedades y gestionar las colonias con mayor eficacia. Las participantes también aprendieron estrategias para alimentar a las abejas con jarabe de azúcar a principios de la primavera, cuando son más vulnerables tras el invierno, así como formas de lograr que su actividad apícola fuera más rentable y una fuente sostenible de ingresos.

“Aprendí a separar la cera de la miel, a detectar insectos dañinos con solo observar las colmenas y a cuidar de las abejas cuando pasan hambre tras un largo invierno”, relata.

El proyecto también proporcionó a su familia su propio fundidor de cera y extractor de miel. Con este cambio logró ahorrar tiempo, reducir los riesgos de enfermedades y trabajar de manera independiente.

Gracias al acceso a este equipo esencial y con los conocimientos adecuados, Zarnigor pudo poner en marcha su propia explotación apícola. Ahora gestiona 40 colmenas y vende miel, cera, jalea real y propóleos directamente desde su casa a los clientes.

También está ayudando a su padre a adaptarse a las herramientas modernas, e incluso ha creado un blog para promocionar sus productos apícolas y compartir su historia.

“No me había dado cuenta de todo lo que estábamos perdiendo hasta que aprendí la forma correcta de hacer las cosas”, afirma.

Con información de: FAO

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