Salud y Belleza

La nutrición como el analgésico silencioso contra el dolor crónico

Ciudad de México, 17 de octubre del 2025.- En el Día Mundial contra el Dolor, conmemorado cada 17 de octubre desde 2004 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), se reafirma un principio fundamental: el dolor crónico es una enfermedad y su tratamiento es un derecho humano.

Sin embargo, en países como México, se enfrenta una realidad distinta, con una cultura de resistencia. «Convivimos con el dolor como si fuera parte del carácter nacional: ‘échale ganas’, ‘tómatelo con calma’, ‘ya se te pasará’. No. El dolor crónico no es una prueba de resistencia ni una condena silenciosa», sentencia Andrea Bonilla, maestra en nutrición clínica y especialista en atención a pacientes con síndromes como Ehlers – Danlos, MCAS, POTS, o Long – COVID.

En un manifiesto desde la nutrición en el Día Mundial contra el Dolor, la especialista subraya que, aunque la alimentación no cura todas las causas del dolor (como una hernia o artritis), sí tiene el poder de bajar el «ruido» inflamatorio, estabilizar la energía y devolver a los pacientes a la vida cotidiana.

El plato como analgésico natural y de uso diario

La especialista explica que la nutrición clínica ofrece un enfoque donde el plato se convierte en un analgésico natural. La diferencia entre sufrir y amortiguar el dolor radica en si decidimos «echar gasolina o poner agua» a la flama de la inflamación.

Comparte que la alimentación influye en el dolor a través de cuatro mecanismos clave:

Inflamación Sistémica: Las dietas ricas en azúcares, harinas refinadas y grasas de mala calidad producen moléculas proinflamatorias (interleucinas). Por el contrario, alimentos frescos, ricos en Omega-3 y antioxidantes (como salmón con verduras al vapor) ayudan a reducirlas.

Estrés Oxidativo: Los radicales libres son «chispas» que dañan tejidos y encienden el dolor. Los antioxidantes, encontrados en frutas y verduras de colores intensos (berries, espinacas), actúan como «extinguidores» que apagan estas chispas, ofreciendo un blindaje celular.

Micribiota Intestinal: El intestino, lleno de trillones de bacterias, produce sustancias antiinflamatorias (ácidos grasos de cadena corta) cuando se alimenta con fibra (avena, lentejas, frijoles). Pero el abuso de alimentos ultraprocesados debilita estas bacterias y exacerba el dolor.

Neurotransmisores: Para fabricar sustancias que relajan y bajan la percepción del dolor, como la serotonina y el GABA, el cuerpo necesita magnesio, triptófano y vitaminas del complejo B. Un puño de almendras con cacao, por ejemplo, puede ayudar a relajar los músculos y prevenir migrañas.

Apagafuegos y gasolina: ¿Qué comer para el alivio?

La nutrióloga ofrece una guía práctica, no para eliminar, sino para sumar alimentos que funcionan como «apagafuegos naturales» y restar aquellos que actúan como «gasolina» para el dolor:

Apagafuegos naturales

(A Favor)

  • Pescados grasos: Salmón, sardina, atún (Omega-3).
  • Semillas y Nueces: Chía, linaza, nuez, almendra.
  • Frutas de colores intensos: Arándanos, fresas, granadas.
  • Verduras de hoja verde: Espinaca, col rizada (kale), brócoli, nopales.
  • Especias: Cúrcuma (curcumina) y jengibre.
  • Chocolate Oscuro: Arriba del 70% de cacao.

Gasolina del dolor

(A Limitar)

  • Azúcares: Pan dulce, galletas, pasteles, postres industrializados.
  • Bebidas azucaradas: Refrescos y jugos.
  • Grasas de mala calidad: Frituras y comida rápida.
  • Alimentos procesados: Embutidos, salchichas, pepperoni.
  • Tóxicos: Cigarro y vape (producen radicales libres).
  • Alcohol en exceso.

El rol de la clínica y la personalización

Bonilla enfatiza que no existe una «receta universal». El éxito radica en la individualización del plan, considerando que para una persona el vino tinto puede ser un placer, pero para otra un detonante de migraña. La cereza del pastel puede ser la suplementación estratégica (Omega-3, Vitamina D, Magnesio), pero debe ser guiada por un profesional y validada con estudios de laboratorio.

Además, comer bien es solo una parte de la solución. El buen descanso, el ejercicio ligero y el manejo del estrés son coanalgésicos naturales. «Un paciente con dolor crónico que combina una buena dieta, caminatas suaves, sueño reparador y en algunos casos suplementación, logra reducir incluso la necesidad de medicamentos», afirma Bonilla.

Al respecto de la poca inclusión de la nutrición en la medicina tradicional, Bonilla comenta que, si bien históricamente los médicos se enfocaban solo en su rama, esto está cambiando. «La medicina funcional vino un poco a abrir el ojo, ‘oiga, acá tenemos otros recursos naturales que no nos hemos dado cuenta que pueden influir'».

El mensaje final es un llamado a la acción y la prevención: «No podemos elegir la enfermedad, pero sí podemos elegir los hábitos que amortigüen el dolor. Cada comida es una oportunidad de inflamación o alivio.»

Con información de: https://www.eleconomista.com.mx/

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