Colaboraciones

Paso a desnivel | Por: David Cárdenas Rosas | El Che Guevara y el sentido político del “Cuadro”

Hoy cuando la política suele confundirse con marketing y administración de intereses, conviene recordar la noción que Ernesto “Che” Guevara tenía del cuadro revolucionario. Para él, el cuadro no era un funcionario obediente ni un militante de consignas automáticas, sino un dirigente integral: consciente, eficaz y moralmente intachable.

“El cuadro —escribió el Che— es la columna vertebral de la Revolución.” Un cuadro debía ser capaz de resolver, orientar y educar; un puente entre las grandes decisiones del poder y las realidades del pueblo. En suma, el cuadro era el rostro humano del proyecto político.

Ese ideal contrasta con una práctica política cada vez más burocratizada, donde el puesto sustituye al compromiso y la lealtad se mide por conveniencia. El Che advertía que el riesgo mayor para cualquier gobierno progresista, es perder la conexión moral con las masas. El cuadro que se encierra en su escritorio deja de ser guía se convierte en obstáculo.

Para el “Che Guevara” el Cuadro no era un simple militante o funcionario del Estado, sino el corazón pensante y moral de la revolución. En un texto del 9 de agosto Verde Olivo de 1960. “¿Qué es un cuadro?” argentino-cubano definió con precisión la esencia de aquel hombre o mujer que debía sostener, con conciencia y ejemplo la construcción de un nuevo estado de las cosas.

“El cuadro es el que interpreta las grandes orientaciones emanadas del poder transformador y las transmite creadoramente al pueblo”, escribió.

No se trata de repetir consignas, sino comprenderlas y aplicarlas con inteligencia, responsabilidad y sensibilidad humana. El cuadro debía pensar, actuar y sentir como parte del pueblo, sin perder nunca el sentido crítico de su espíritu de servicio.

Formar cuadros no era un asunto técnico, sino ético. Significaba educar en el deber, en la honestidad, en la austeridad; cultivar dirigentes que no teman ensuciarse las manos junto al pueblo. “Ser ejemplo” es una obligación política.

Hoy, en un mundo saturado slogans, el concepto del cuadro revolucionario nos interpela. Porque sin dirigentes con conciencia y convicción, cualquier transformación se vuelve frágil. El Che entendió que la Revolución se fortalece con hombres y mujeres que piensen, actúen y sientan desde una ética colectiva.

Volver a su idea del cuadro es recordar que un verdadero dirigente no manda: orienta, inspira y se hace responsable del ejemplo que deja.

Ya no quedan muchos de esa talla.

Hoy la frivolidad ha llegado a ser parte de su “filosofía”

El Che Guevara murió el 9 de octubre de 1967

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