Crisis en la salud mental juvenil: especialista alerta sobre urgencia de detección temprana tras caso Lex Ashton
Ciudad de México, 02 de octubre del 2025.- El caso de Lex Ashton, el joven de 19 años que asesinó a un compañero de 16 años en el CCH Sur antes de intentar suicidarse, ha revelado profundas deficiencias en el sistema de salud mental mexicano para detectar y atender a tiempo a jóvenes en riesgo. En entrevista exclusiva con SuMédico, el Dr. Edilberto Peña, neuropsiquiatra y director del Centro de Investigación del Sistema Nervioso CISNE México, analizó este caso como «un ejemplo trágico de cómo múltiples factores de riesgo convergen cuando fallan los mecanismos de detección temprana».
Durante la entrevista exclusiva, el especialista -quien también se desempeña como presidente de la Sociedad Mexicana de Neuromodulación- destacó que el «hoyo negro» en la atención a la salud mental no son los protocolos de atención, sino la identificación temprana de personas en situación de vulnerabilidad.
«El gran reto es cómo hacer esta detección temprana y cómo localizar a las personas susceptibles de poder presentar estos cuadros de salud mental en sus diferentes variedades o incluso un evento catastrófico como el que pasó con Lex», explicó el Dr. Peña.
La tormenta perfecta: factores de riesgo que convergen en jóvenes violentos
El Dr. Peña identificó cuatro factores críticos que, al combinarse, pueden desencadenar conductas violentas extremas en jóvenes. «Como vimos en el caso del ex, una enfermedad de salud mental previa. Aquí todo ha indicado que tenemos a alguien que padece una depresión, con antecedentes ahí de bullying, con un antecedente heredofamiliar aparentemente importante en cuanto a su padre, pero no con un buen seguimiento y no con una correcta atención. Entonces, ese es el antecedente más pesado, tener un problema de salud mental«.
El segundo factor identificado es el aislamiento social. «A veces nos lo dan los mismos problemas de salud mental, pero otras veces nuestra personalidad, nuestras condiciones psicosociales nos pueden condicionar al aislamiento», explicó. El tercer elemento es «la tremenda frustración cuando no encuentro nada jamás no encuentro la manera de tener satisfactores que son necesarios para mí», haciendo referencia a la «intención romántica no satisfecha» en el caso Ashton.
El cuarto y quizás más determinante factor son «estas comunidades con un discurso de odio, un discurso alienatorio que están ahí para hacer esta cámara de resonancia lista para esta persona que tiene un padecimiento de salud mental, que se sienta aislado, que tiene frustración, eso es el eco maravilloso para poder explotar esta situación situaciones a un esfuerzo, una planeación y una dinámica de una catástrofe«.
Señales de alerta: lo que padres y educadores deben observar
El neuropsiquiatra detalló comportamientos específicos que deberían activar protocolos de atención inmediata: «Los cambios bruscos de carácter y de comportamiento cuando yo tengo más o menos un carácter, una personalidad, una manera de ser y esta cambia drásticamente el faltar a clase, el presentismo que estoy en clase y no estoy ahí, la baja en el trabajo académico, los problemas de insomnio, las alteraciones de alimentación, el abuso en el consumo de sustancias y el cambio en el discurso hacia situaciones trascendentales de sentido de vida, de hacia dónde va la verdad y la realidad de la vida, serían los factores de riesgo que tendríamos tenemos que detectar».
Para los padres específicamente, el Dr. Peña recomendó prestar atención a «la intuición. Nosotros como papás tenemos que hacerle mucho caso a lo que nos hacen sentir nuestros hijos. Dos, el aislamiento. Se van todos los adolescentes quieren tener individualidad y estar solos, pero eso es diferente a lo que le conocemos a nuestros hijos. Tres, cambios en patrones físicos de alimentación y sueño, son básicos en la energía y la actividad física y el consumo de sustancias. Mencionábamos hace rato también el hecho de cambiar los discursos a temas trascendentales y de sentido de vida. Si con eso logramos una detección, con eso es suficiente para poder levantar la mano y evaluar».
El impacto catastrófico de la pandemia en la salud mental juvenil
La pandemia de COVID-19 representó un punto de inflexión en la crisis de salud mental entre jóvenes, según el especialista.
«El golpe fue bestial. Los cálculos de los especialistas epidemiólogos en psiquiatría son que, en la pandemia, para la población en general, se nos lanzaron de golpe los padecimientos que se iban a presentar en los siguientes 10 años y que vamos a tardar más o menos ese tiempo en regresar a los porcentajes de presentación que teníamos antes de la pandemia».
Las estadísticas citadas por el Dr. Peña son alarmantes: «Y en específico tendríamos que decir que la población, si no es que, a lo mejor junto con los adultos mayores, que más padeció temas de salud mental y que de ahí derivados el cuidado y el seguimiento fueron los adolescentes y los jóvenes adultos. Se incrementó la tendencia ahora las últimas mediciones, hay una muy reciente en Estados Unidos en campus universitarios donde detectaron que el 25% de la planta de universitarios son portadores de depresión y de ansiedad significativas, cuando en población en general estaríamos hablando del 9% para depresión y el 14% para ansiedad y el abuso y el consumo de sustancias que en la parte más intensa de la pandemia llegó a ser de un 70 80% de la población y que ha venido disminuyendo, pero tiene porcentajes ordinariamente altos. Entonces, claramente la pandemia fue un evento catalizador de los padecimientos de salud mental«.
Inteligencia artificial: la nueva frontera en detección temprana
Frente a este panorama, el Dr. Peña propone soluciones innovadoras que aprovechen la tecnología.
«Aquí es donde se va a invertir cada vez más en poder usar a la inteligencia artificial para detectar las conversaciones inadecuadas, las palabras que no van en el mejor sentido, los grupos que se radicalizan y que tienen otro tipo de discurso, de odio y de segregación. Este es la traducción que se tiene que hacer para poder hacer las intervenciones tempranas, porque la manera de darle manejo a esto ya existe, tenemos que encontrar ese vínculo».
Reveló que instituciones líderes a nivel mundial ya están trabajando en este enfoque: «Aquí te diría que en los Institutos Nacionales de Salud Mental de Estados Unidos, una de las tres principales líneas de investigación y donde están gastando más dinero en poder detectar con contenidos en redes sociales y con inteligencia artificial en el mundo digital es el suicidio y pues la detección temprana de padecimientos de salud mental como por tus conversaciones, por la big data, por la información que se va teniendo de ti a partir de tu teléfono inteligente, de tus interacciones con el mundo digital. Esos son datos duros y elementos que podemos considerar para hacer un juicio en temas de salud mental y poder hacer detección tempranas».
«Salud mental es ya de facto la línea médica que más nos vamos a ver beneficiados en temas de inteligencia artificial por contenidos como este. Podría sonar como futurista, pero es algo que va a pasar en los siguientes años».
El papel dual de las redes sociales en la salud mental
Sobre la influencia de las redes sociales, el Dr. Peña presentó un análisis balanceado: «Tenemos las dos caras de la moneda. Las redes sociales te afectan de manera positiva la salud mental. Te permiten psicoeducarte superrápido, tener un muy buen conocimiento, abatir el estigma, informarme de una gran manera, poder conocer ser influenciadores y personas que hablen al respecto con muy buenos contenidos en cuanto a salud mental».
Sin embargo, reconoció el lado negativo: «Y el lado B, lo mencionabas muy bien, tiene que ver sobre todo con esta sensación de fomo, donde el sentir y el frustrarme con no poder conseguir las cosas que para mí serían increíblemente deseables y que no puedo tener acceso a ellas que eso es muy parte de un proceso superdifícil, casi inalcanzable para mí, genera niveles de frustración que a veces me llegan a afectar en temas depresivos o ansiosos o a pensar en decidir cuestiones impulsivas para poder conseguir lo que quiero».
Fallas en el sistema mexicano y responsabilidad institucional
El Dr. Peña fue contundente al evaluar el sistema de salud mental mexicano: «Sí, contundentemente sí, porque no lo hemos desarrollado, pero México y el mundo. Esta es una de las grandes deudas».
Sobre la responsabilidad de las instituciones educativas, explicó: «Es superdifícil porque ahí están, mejoran protocolos, están al pendiente. Existen ya los protocolos de cuando alguien levanta la mano y te decía yo hace un momento, se levanta la mano y las instituciones han ido aprendiendo cómo canalizarlo, cómo darle contención, cómo recurrir a atención especializada. Toda esa situación se ha ido aprendiendo en escuelas, en centros comunitarios, generales, religiosos y en trabajos».
Sin embargo, señaló que «el problema mayor, el hueco grande, el hoyo negro es de la detección temprana a veces a partir de situaciones que incluso la propia persona no quiere comunicar, pero que lo está comunicando a través del mundo digital. Esa es nuestra deuda y eso es donde nos va a ayudar la inteligencia artificial».
Estrategias de prevención y tratamiento
Para la prevención primaria, el neuropsiquiatra enfatizó la necesidad de «campañas, campañas, campañas, primero en la concientización de que estos temas existen, de que estos temas se sienten mal, son las enfermedades en la clasificación internacional de enfermedades que más te deterioran la calidad de vida, la depresión es la campeona arriba de los infartos, la esclerosis múltiple, la enfermedad de Alzheimer».
«Entonces, saber que ahí están estos entender cuáles son los focos y los indicadores, aquí lo acabamos de decir en la entrevista, los factores de riesgo para que entonces podamos vencer al estigma, que esa es la primera barrera difícil, para poder acceder a preguntar si necesito una evaluación y si soy alguien que puede tener un problema de salud mental, quitándonos los insectos de la cabeza de que eso no me va a pasar a mí, de que eso le pasa a otras personas, que eso es debilidad de carácter y ya de llegar a la atención el protocolo está muy bien estandarizado. Este tendría que ser lo que se tiene que cambiar. Se ha comenzado a hacer, pero se tiene que hacer más».
Sobre el tratamiento para jóvenes con tendencias agresivas, explicó que debe comenzar con «sentarte, evaluarlos y diagnosticarlos, porque esto que estamos hablando de tendencias antisociales termina por ser un síntoma que puede corresponder a muchas enfermedades y a muchas explicaciones. Como todo en medicina, si te digo fiebre, tenemos que sentarnos a estudiar la fiebre para ver cuál es el origen, igual acá».
«Para ver cuál es la causa, cuál es el diagnóstico, si se requieren más estudios, más evaluaciones y ya teniendo el diagnóstico. En el entorno de salud mental contamos con todas las herramientas para poderle ayudar a alguien. Desde cambios en el estilo de vida y patrones que que hay que modificar como temas en alimentación, sueño, actividad física, hacia esquemas específicos de psicoterapia, aprendizajes de técnicas que me pueden ayudar a controlar el estrés de todos los días, la farmacoterapia y dispositivos médicos que pueden modificar el funcionamiento del cerebro. El reto está en detectar temprano y atender rápido las cosas. La atención, esa ya está estandarizada».
Un llamado a la acción colectiva
El Dr. Peña hizo un enérgico llamado a combatir lo que denominó «sobrestigma«: «Es complicado porque nos tenemos que educar a combatir el estigma, hablar más de los temas de salud mental, tenerlos más cercanos, tenerlos más en la cabeza, no son debilidades de carácter, no son castigos divinos, no es falta de echarle ganas, pero también me gustaría comprometer a la sociedad a luchar contra el sobreestigma».
Criticó específicamente el lenguaje que banaliza los trastornos mentales: «La selección mexicana juega esquizofrénica, El dólar tiene un comportamiento bipolar, hoy me levanté deprimido, creo que tengo déficit de atención porque perdí las llaves. Eso también coopera al estigma, el sobrediagnóstico, la banalización hace que tampoco tomemos en serio a la salud mental».
Finalmente, el especialista propuso una solución basada en educación y conocimiento: «Entonces, vamos localizándonos a través del conocimiento, de seguir a sitios muy calificados, muy influyentes. Ahí está nuestro juicio en internet que cada vez nos vamos educando más a ser personas críticas en el uso de las herramientas digitales para poder tener mejor conocimiento, que esa es la herramienta para combatir el estigma».
Con información de: https://www.eleconomista.com.mx/