Charlas de taberna | 45 años de historias desde el corazón del periodismo | Por: Marcos H. Valerio
Raúl Sarmiento, con 45 años de trayectoria en el periodismo, rememora sus inicios con la chispa de quien ha vivido mil batallas y aún conserva el brillo en los ojos.
Desde una charla casual hasta las portadas que marcaron su carrera, su historia es un testimonio vivo de pasión, aprendizaje y un poco de suerte en el vertiginoso mundo de la comunicación.
Todo comenzó con una invitación inesperada. “Un día, Horacio Sánchez, hermano de Hugo, me llama y me dice: ‘Van a hacerme una entrevista, ¿no quieres venir a la casa?’”, cuenta Sarmiento, con una sonrisa que delata la nostalgia.
Aquella visita lo llevó a conocer a Guadalupe Díaz, reportera de El Sol de México, quien, entre charlas y una buena comida, notó su conocimiento y lo animó: “Estás muy enterado, ¿por qué no haces una prueba en el periódico?”.
La respuesta de Raúl fue directa: “¿Cuándo me presento?”.
Así, sin imaginarlo, Sarmiento cruzó las puertas de El Sol de Mediodía, aquel diario conocido por sus contra portadas con chicas en bikini, pero también por ser un semillero de historias.
“No me pagaban al principio, ¿sabes?”, recuerda con una risa franca.
Más tarde, bajo la dirección de Roberto Martínez Maestre, en El Sol Matutino, le ofrecieron un lugar en la guardia, un puesto modesto pero suficiente para encender la chispa. “Don Raúl quiere contratarlo, pero no hay plaza. Te puedo ofrecer un lugarcito en la guardia”, le dijeron. Y él, sin dudarlo, aceptó.
El periodismo, sin embargo, no es solo escribir; es vivirlo. Raúl lo aprendió en carne propia una noche en una colonia popular, cuando una balacera lo sorprendió.
“Oí los balazos y me tiré al suelo. Pasó un policía y me dijo: ‘No seas pentonto, las balas se derrapan porque vienen de arriba’”, relata entre carcajadas.
Aquella anécdota, aunque graciosa, fue solo el preludio de un momento que marcaría su carrera: El incendio del hotel Marisabel Sheraton.
“Estaba de guardia, y esa nota me dio las ocho columnas. No porque fuera el mejor, sino porque estaba ahí”, confiesa con humildad.
Aquel episodio no solo le dio un titular, sino una lección de vida. “Aprendí mucho en el periódico. No terminé la carrera, pero ya estaba metido en esto”, dice. Apenas seis o siete meses después, Teodoro Cano lo llamó para unirse al Heraldo de México como reportero.
“Para mí, fue un mundo extraordinario. Así empecé, y así fue mi inicio en el mundo de la comunicación”.
Hoy, con 45 años de experiencia, Raúl Sarmiento se presenta con orgullo: “Hola, ¿cómo están? Soy Raúl Sarmiento, y gracias a ustedes sigo en los medios”. Desde su trinchera, su voz resuena como un eco de perseverancia, de alguien que transformó una oportunidad en una vida dedicada a contar historias. Porque, como él mismo lo demuestra, en el periodismo no solo se escribe: Se vive, se siente y, a veces, hasta se esquivan balas para llegar a las ocho columnas…