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Alcalde: programa de aprendices, exitoso con el sector privado

  • La secretaria del Trabajo afirma que Jóvenes Construyendo el Futuro ya tiene 150 mil empresas y 650 mil registrados de un millón programado // Niega implementación lenta; “ha crecido de manera rápida y contundente”; el que sea universal mata sospecha de que sea electorero, señala // Reforma laboral deja al gobierno fuera de decisiones sindicales; asociaciones gremiales tendrán luz verde si cumplen la ley, afirma

México.- Dos asuntos absorben la atención de Luisa María Alcalde, la secretaria más joven del gabinete de Andrés Manuel López Obrador: el programa Jóvenes Construyendo el Futuro y la Reforma Laboral, ambas en proceso de implementación.

El primero ya tiene registrados 650 mil jóvenes de un millón programados en el año. La titular de Trabajo y Previsión Social en entrevista con La Razón lo llama “reto gigantesco”, pero también se muestra satisfecha con los avances: “Lejos de pensar que va lento, vamos muy bien”.

Acota, además, que éste avanza gracias al compromiso que hay por parte del sector privado y rechaza las críticas sobre el carácter “electorero” que sus críticos le atribuyen.

“Es un programa universal. Yo creo que eso mata cualquier sospecha de esta naturaleza. Cualquier joven que tenga entre 18 y 29 años y no esté estudiando ni trabajando puede entrar al programa… No se selecciona a quién sí y a quién no”

Respecto a la Reforma Laboral, lo aprobado por el Congreso estableció un conjunto de plazos fatales a cumplir, dos de ellos de vencimiento próximo: la emisión del protocolo que establecerá los mecanismos que se deben seguir para la verificación de contratos colectivos y la presentación del informe de las Juntas de Conciliación en el que éstas deberán establecer cómo atenderán el rezago en la resolución de asuntos.

En la charla, se le pregunta si resulta sano el surgimiento de nuevas centrales sindicales, que ocurre tras el cambio político que dejó la elección de 2018, ante lo cual marca una distancia.

“No le toca al gobierno decidir quién sí y quién no; debilitar, fortalecer, controlar; decir a ti sí te toca y a ti no. Si los requisitos para alguien que quiere formar un sindicato o una central se cumplen, se tiene que reconocer ese cumplimiento y otorgar los registros, y eso es lo que ha venido sucediendo”.

Jóvenes Construyendo el Futuro estima tener dos millones de beneficiarios, casi cuatro veces más de los que lleva. La cifra que el Inegi maneja de jóvenes que no estudian ni trabajan es de dos millones. La meta del programa es atender a dos millones 300 mil. Estamos esperando incorporar este año a un millón y que el siguiente podamos avanzar y ojalá llegar a la meta, de manera tal que no quedaría ningún joven que queriendo trabajar no tenga la posibilidad, o que esa posibilidad se le niegue por su condición del nivel educativo que alcanzó.

Iniciamos el 10 de enero, y al día de hoy tenemos cerca de 650 mil jóvenes que ya eligieron en donde capacitarse, de los cuales ya recibieron el pago 581 mil que se están capacitando en diversas empresas. Son empresas muy distintas: grandes, medianas, pequeñas, muy pequeñas, unidades económicas, personas incluso que saben de oficios.

Uno de los cuestionamientos al programa es si los jóvenes no entrarían, por no tener todos los componentes que tiene una plaza formal, en una cierta categoría de subempleo.  No es subempleo. Tiene características especiales porque de alguna manera el apoyo entra en un programa de aprendices en donde al mismo tiempo que están aprendiendo se están formando y reciben el pago por parte directa del gobierno, por eso es que tiene características particulares. Pero lo interesante es que son jóvenes que no estaban en actividades productivas y que hoy sí lo están, y lo están cinco días a la semana, con horarios prácticamente completos la gran mayoría.

Una de las cosas que le faltaría sería esto de generar antigüedad en un lugar de trabajo. Este programa no cubre esta parte. Claro, porque en este programa los que los reciben son sus tutores, son los que los incorporan; abren las puertas de sus empresas, los incorporan y los forman. No hay esa tradicional relación laboral. ¿Cuál es el gran proyecto? Una vez que concluye el año de capacitación la apuesta es que las empresas puedan incorporarlos en sus plantillas. Los que no (entran), se llevan un certificado de competencias, de habilidades, que les permita tener mayores facilidades para conseguir un empleo.

“Hay cifras interesantes, por ejemplo, 58 por ciento de los becarios son mujeres. Este es un acierto del programa, pero también muestra una realidad en México: que son las mujeres las que mayor dificultad tienen para incorporarse al mercado laboral y que acuden al programa como ese empujón”

Parecía que el programa de los jóvenes tenía retraso, o quizás iba lento. Al contrario, creo que es un programa que ha venido creciendo de manera muy rápida, contundente, y eso ha sido gracias a la alianza que hemos logrado hacer con el sector privado. Este programa no tiene sentido si las empresas no dicen: yo los capacito, yo los integro en mis propias actividades. Hoy tenemos más de 150 mil centros de trabajo que están recibiendo a estos jóvenes.

Es un reto gigantesco que hemos logrado en conjunto: que a menos de seis meses se tengan más de 650 mil jóvenes capacitándose. Que en un año vayamos a tener a un millón de jóvenes de 18 a 29 años aprovechando su talento, su energía.

Me parece que lejos de pensar que va lento, vamos muy bien. Los números demuestran que es un programa exitoso e insisto que esto es gracias a que todo el sector privado se ha comprometido para sacar adelante a una generación.

Tenemos muy buena relación en general con las cámaras empresariales, en especial con el Consejo Coordinador Empresarial, un grupo específico para el programa, con ellos vemos el seguimiento de manera muy cercana y periódica. Ellos también se han comprometido de manera muy clara y nos ayudan desde su trinchera a seguir ampliando el programa.

Llama la atención que una buena cantidad de jóvenes se está incorporando a las ventas y al comercio. Eso responde a varias cosas: a cuáles son los intereses de los jóvenes y también cuáles son las vacantes que están ofertando las empresas. Finalmente, este programa se construye de ese encuentro de los intereses de los jóvenes con las posibilidades y opciones que ven cerca del lugar donde viven. Hay un buen porcentaje que ha elegido toda la parte comercial, de compra y de venta, y también eso responde a la propia naturaleza de nuestra actividad en el país.

Yo creo que hay (otras) cifras muy interesantes, por ejemplo, 58 por ciento de los becarios son mujeres. Éste es un acierto del programa, pero también muestra una realidad en México: que son las mujeres las que mayor dificultad tienen para incorporarse al mercado laboral y que acuden al programa como ese empujón o esa ruta.

Otro dato interesante es que hay muchos estudiantes que salen de la universidad y que por no tener experiencia profesional no han logrado conseguir un empleo.

También es interesante dónde hay mayor número de aprendices: en el sureste del país. ¿Por qué, si ahí no es necesariamente en donde hay más empresas? Sí, pero ahí es en donde hay más jóvenes de 18 a 29 años que no tienen trabajo, que quieren trabajar y que están buscando una oportunidad o alternativa.

¿Hay parámetros auditables para determinar el éxito del programa? Sí, sin duda. Todo está abierto y ésa es una gran ventaja: saber cuántos jóvenes, en dónde están, cómo se vinculan con las empresas y en qué tipo de empresas. Algo muy importante es que los jóvenes reciben directamente el recurso de la beca.

¿Hay un seguimiento de cada joven?  Hay un seguimiento de cada joven. Los tutores mes a mes los evalúan y nos dicen si siguen asistiendo, si están aprendiendo, si cumplen con las reglas del centro de trabajo. Si no están acudiendo y no están cumpliendo los tutores los suspenden, y en ese momento se suspende también la beca.

Los jóvenes tienen dos posibilidades: entran a un centro de trabajo y si no les gusta o tienen alguna dificultad, pueden elegir una segunda oportunidad de trabajo. (Si tampoco les satisface) no hay una tercera oportunidad. Si los jóvenes no cumplen, los tutores los pueden suspender y dar de baja y los aprendices tienen una segunda oportunidad, pero si no cumplen, entonces no continúa la beca.

¿Hasta ahora tienen un nivel reportado de deserciones?  Todavía estamos en este proceso en donde se están generando datos, pero en realidad no tenemos muchos casos de jóvenes que no quieran continuar. Algunos que se han cambiado, pero la gran mayoría tiene la intención de concluir hasta cumplir el año.

¿Cree que hace falta algún ajuste a este programa?  Es un programa que tiene que atender a la realidad. La realidad no se tiene que adecuar al programa. Siempre hay posibilidades de mejora y la idea es ir haciendo pausas en el camino, ver sobre todo a los tutores, los empresarios, el sector privado, y también el sector público que los están recibiendo de decir qué posibilidades hay para mejorar, porque siempre podemos ir mejorando.

¿Cómo enfrenta el argumento de que este programa puede tener un fin electorero? Es un programa universal, yo creo que eso mata cualquier tipo de sospecha de esta naturaleza. Cuando hablo de universal es: cualquier joven, siempre y cuando cumpla con las condiciones, tener la edad, de 18 a 29 años, y que no esté trabajando y no esté estudiando puede entrar al programa. Bajo ninguna circunstancia se permitiría por parte del Gobierno que fuera utilizado de otra forma.

LA REFORMA LABORAL. En la entrevista realizada en las oficinas de la Secretaría, Luisa María Alcalde comenta sobre la Reforma Laboral que, además de ser histórica, es profunda, pues no sólo cambia el mecanismo de impartición de justicia —que pasa de las Juntas de Conciliación y Arbitraje a los Tribunales Laborales, con lo cual ya no dependerán del Poder Ejecutivo sino del Judicial—, también plantea libertad y democracia en los sindicatos, pues ahora los trabajadores podrán decidir quién los represente mediante voto personal libre, directo y secreto.

La aprobación de la reforma trajo consigo la obligación de cumplir con diversas acciones en plazos determinados: cuatro años para que se revisen y legitimen los contratos colectivos en las juntas federal y locales; ocho meses para que los sindicatos modifiquen sus estatutos para incluir el voto personal, libre y secreto, la equidad de género, esquemas de transparencia respecto a las cuotas, entre otros. Dos años para la creación del Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral —autoridad encargada de garantizar que si se cumple con los requisitos de ley y se pueda reconocer a esos sindicatos tanto en materia local como federal, pero también es la encargada de la conciliación—; tres años para que entren en operación los tribunales locales y cuatro para los federales, entre otras.

Están surgiendo nuevas centrales sindicales con el cambio de gobierno; ¿es un hecho sano para el mundo sindical?, ¿se trata de una respuesta a una situación de tipo político?  No. Yo creo que no le toca al gobierno decidir quién sí, quién no, debilitar, fortalecer, controlar, decir a ti sí se te otorga o a ti no. Hemos venido diciendo que necesitamos un estado de derecho y eso es un cumplimiento de la ley. Si los requisitos para alguien que quiere formar un sindicato, una central, se cumplen, se tiene que reconocer ese cumplimento y otorgar los registros, y eso es lo que me parece que ha venido sucediendo. Ya no hay un control por parte de la autoridad para decir cuándo sí, cuando me conviene, a quién privilegio y a quién no. Es sí tú cumples, es tu derecho.

¿Se va a acabar la corporativización o surgirá una diferente? No. Dependerá de los trabajadores. Esta reforma lo que da es la posibilidad de que sean los trabajadores los que decidan. Antes se hacía a espaldas de los trabajadores. Ahora tú, sindicato, primero tendrás que acudir a la autoridad para demostrar que por lo menos el 30 por ciento de los trabajadores te respalda. Y si es así, entonces se te puede emitir una constancia de representatividad, y con esta se puede firmar un contrato colectivo.

Por mucho tiempo se hizo a mano alzada, ahora la idea es que el voto personal es realmente una garantía de que la gente pueda, sin ningún tipo de consecuencias o intimidación, votar por quien decida.

Pero no nada más es la votación en sí misma, sino son las condiciones para esa elección: hay una convocatoria abierta con plazos claros, con padrones confiables, lugares neutrales, que permitan las condiciones para que la gente pueda decidir de manera libre. Es la democracia y la libertad en manos de los trabajadores para que ellos puedan decidir, y eso en la gran mayoría de los países en donde están abiertos a la democracia ha sido un gran acierto para la actividad productiva la economía del país.

El mundo sindical también tiene una parte muy apasionada. ¿La Secretaría buscaría inhibir situaciones que puedan generar en algún momento conflictos de carácter violento? En el estado de derecho la violencia no está permitida, y cuando se generen delitos, hay que perseguirlos a través de las vías correspondientes. En ese sentido no puede haber impunidad de ningún tipo y a ningún nivel, y en la Secretaría obviamente vamos a seguir con un diálogo abierto, que es lo que siempre hemos mantenido con todos y todas, transparente. Estamos convencidos que los conflictos se resuelven de fondo cuando se platican, se dialogan y cuando se llegan a acuerdos de ambos lados. La simulación no ayuda, y creo que eso se ha demostrado de manera muy tajante en los últimos años.

¿Cómo percibe usted actualmente la situación económica teniendo este contacto con la parte de los empleadores? Yo creo que vamos bien. Creo que ha habido también un compromiso de parte del sector privado con el Presidente Andrés Manuel López Obrador. En conjunto se han establecido metas. Se ha dicho tenemos que crecer al cuatro por ciento, creo que se han hecho ya en estos meses de la administración buenos esfuerzos. Creo que al gobierno uno de los ejes centrales que se han venido planteando son cero corrupción y esto da muchas garantías a la inversión.

El problema que tenemos en México es que es un México de muchos Méxicos, y que tenemos crecimiento en zonas del país donde van bien, y tenemos zonas del país con altos niveles de rezago. Hay que apostarle a esos Méxicos en donde se les ha desatendido durante mucho tiempo, por eso todos los planes de infraestructura que al final es inversión pública que no pretende sólo ser inversión pública, sino que sea para detonar el que sea atractiva la inversión privada nacional y extranjera.

Porque para crecer a cuatro por ciento necesitamos inversión pública, inversión pública nacional y extranjera. Creo que las condiciones del Tren Maya, del Istmo, que nos va a permitir ese flujo comercial y en general los programas que se están desarrollando.

Si uno lo piensa no son transferencias monetarias, Jóvenes Construyendo el Futuro son jóvenes que están en actividades productivas, trabajando; en Sembrando Vida son campesinos que están recibiendo un jornal y que están sembrando árboles frutales, maderables, granos, en sus propias tierras, para que después puedan vivir del producto de sus propias tierras.

Estas señales que son de confianza, ¿están llegando al sector empleador? Yo percibo que estamos construyendo esa buena relación, esa relación de diálogo y de confianza y creo que la muestra de los últimos meses y de las últimas vías, es ese compromiso del sector empresarial de apostarle a México.

– El Dato: La tasa de informalidad en los jóvenes es de 62.2%, mientras que en los adultos es de 56.7%; también el desempleo juvenil es 3 veces mayor al de la población adulta.

Luisa María Alcalde Luján

– Estudios: Licenciada en Derecho por la UNAM, maestría en Políticas Públicas y Derecho Laboral por la Universidad de California en Berkeley

– Trayectoria: Diputada federal en la LxII Legislatura por MC (2012-15), maestra de Derecho Colectivo del trabajo en la Escuela de Derecho Ponciano Arriaga, titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social desde 2018.

Foto: Omar Ávalos | La Razón

Texto: Adrian Castillo | La Razón

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