Colaboraciones

Acervo | Pedro Luis Noble Monterrubio | Visos de una crisis humanitaria.

En este 2019 ha crecido exponencialmente el fenómeno migratorio de internación de miles de ciudadanos de Centroamérica en nuestro país, fundamentalmente en el sureste, (Tapachula, Chiapas), pero con grandes campamentos en ciudades de la frontera norte, tales como Tijuana, Baja California y Reynosa, Tamaulipas.

Formalmente, este tema ha sido ya agenda del actual gobierno de México, en mucho derivado de la presión oficial del gobierno norteamericano, que, en el marco de la inminente imposición de aranceles a nuestra nación, exigió a la administración lopezobradorista actuar “decididamente” para frenar a las caravanas migrantes que buscan desesperadamente conseguir el “sueño americano”.

Lo mismo mujeres, hombres y menores de edad, de países como El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua, están en estos momentos requiriendo al gobierno mexicano, le sean expedidas visas humanitarias. Pero ¿Qué es una visa humanitaria?

Es pues, una opción con la que cuenta un inmigrante y necesita entrar urgentemente a determinado país, aunque se le haya negado todo tipo de solicitud de visa en el pasado.

Diversos expertos del Derecho Internacional y del Derecho Migratorio, han establecido criterios en torno a que una visa humanitaria es propiamente un “permiso de entrada con fines humanitarios”, pues se concede cuando la razón que se presenta para solicitarlo es, prácticamente, de vida o de muerte. Es decir, una autorización extraordinaria que se otorga cuando no se cumplen los requisitos para obtener una visa. Al día de hoy, conforme a datos oficiales se tiene estimado que a nuestro país han ingresado aproximadamente más de 20 mil migrantes en lo que va de 2019, y de acuerdo con la COMAR se estima que sean sobre 80 mil indocumentados hacia diciembre próximo.

Es así como México afronta los primeros visos de una crisis humanitaria y tendrán que ser los buenos oficios de los servidores públicos de la Secretaría de Gobernación, del Instituto Nacional de Migración y de la Secretaría de Relaciones Exteriores, quienes hagan de esta coyuntura, un momento de pleno respeto a los derechos humanos.

Sin duda el gobierno no puede, ni podrá solo y será momento en que la iniciativa privada, concretamente a través de las cámaras empresariales, hagan un esfuerzo de alineación de objetivos en este trascendental tema. Alianzas de aportaciones pueden venir en beneficio de estos miles de seres humanos. Creo oportuno también, hacer un exhorto a que como sociedad mexicana abonemos desde nuestras trincheras para esta causa. Muchas acciones pueden venir desde nuestras propias definiciones morales, y debemos ver siempre en como mitigar y contribuir a resolver este fenómeno, antes que agravarlo.

La historia misma de la humanidad nos ha dejado grandes pasajes del respeto a la dignidad de las personas y también de vejaciones. México, su gobierno y su pueblo, estamos inmersos ya en un nuevo momento del fenómeno migratorio del planeta. Actuemos con decoro, seamos solidarios y preservemos la integridad de miles de mujeres y hombres tanto nacionales como extranjeros en territorio mexicano en condición actual de desventura. Con humanismo y con inteligencia podremos escribir nuestra historia contemporánea.

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